Mihail Moruzov
Steliu Lambru, 28.04.2015, 21:10
La prensa amarilla escribiría que la vida de Mihail Moruzov, jefe del Servicio Especial de Inteligencia de Rumanía durante el período de entreguerras, parece una novela. Pero como la vida supera la ficción, la de Mihail Moruzov es demasiado compleja para ser tema de un relato. Una persona que, tan sólo con su inteligencia natural, llegó a ocupar el cargo más alto de la estructura más temida de un estado, siendo una de las personas que influyeron en las decisiones más importantes.
Moruzov nació el 8 de noviembre de 1887 en el pueblo de Zebil, distrito de Tulcea, en el Delta del Danubio. Era uno de los cinco hijos y dos hijas del sacerdote Nicolae Moruzov y su esposa María. Horia Sima, líder de la Guardia de Hierro describía a Moruzov con “una cara grande, casi aplanada, eslavo-mongola.” Eugen Cristescu, el que siguió a Moruzov en la dirección del Servicio Especial de Inteligencia, decía que Moruzov “hablaba el ruso y el búlgaro pero no conocía ningún idioma occidental, lo que le causó grandes dificultades en las relaciones de colaboración, sociales y laborales. No acostumbraba a leer libros, sólo leía periódicos, pero de manera superficial”.
A través de la educación y los sentimientos, Mihail Moruzov se siente patriota rumano y desea ser un ciudadano leal. Así se puede justificar su primera misión para el Servicio Rumano de Inteligencia, como voluntario, misión descrita por el historiador Cristian Troncota. En 1909, denunció a las autoridades rumanas un plan de los líderes búlgaros de Dobrogea cuyo objetivo era iniciar una rebelión contra el estado rumano. Durante la primera guerra mundial, Moruzov trabajó para el servicio rumano de contraespionaje de Dobrogea y del Delta del Danubio y contrarrestó las acciones nefastas de los desertores rumanos de nacionalidad rusa, las propagandas búlgaras y alemanas y la actividad de los diplomáticos rusos de Sulina. Sospechoso de haber formado parte del servicio ruso y búlgaro de espionaje y de contrabando en el Danubio, Moruzov fue detenido en 1920 pero fue puesto en libertad por falta de pruebas.
Después de 1918, la carrera de Moruzov conoce una ascensión fulminante. Es promovido por sus resultados en el trabajo informativo durante la primera guerra mundial y se convierte en el artesano de la creación del Servicio Especial de Inteligencia en 1924. La vecindad de la Unión Soviética y su política agresiva hicieron que la necesidad de este servicio fuera una urgencia. A partir de 1930, Moruzov entra en el séquito de Carlos II. Durante este período inician sus relaciones con los líderes legionarios, especialmente con Horia Sima, hecho mencionado también por el coronel Traian Borcescu, antiguo agente del Servicio Especial de Inteligencia, en 1996, año en que concedió una entrevista para el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana:
“Horia Sima fue el agente de Moruzov porque Moruzov quiso tener información de gente cercana a la dirección alemana. Con la ayuda de Horia Sima, Moruzov podía tener acceso a información de la zona militar, sobre el ejército alemán cuyo servicio de inteligencia era dirigido por Canaris así como de la zona política, sobre Hitler. A través de Horia Sima se realizó el acercamiento a Himmler ”.
Según afirma Teodor Aleonte, oficial en el Servicio Especial de Inteligencia, los legionarios tenían más informadores y agentes en la Seguridad del Estado que la Seguridad entre los legionarios.
Traian Borcescu nos cuenta cómo el líder legionario Horia Sima y Mihail Moruzov luchaban por ganar las esferas de influencia del estado:
“Las relaciones de amistad y colaboración entre Moruzov y Horia Sima fueron evidentes dado que el rey Carlos, asustado por Moruzov de que Horia Sima podría matarle a él también, aprobó la formación de un gobierno legionario. Así llegó a formar parte Horia Sima del gobierno en vez de ser condenado y encarcelado. Por lo tanto, Moruzov salvó a Sima y también le ayudó con dinero. Moruzov, quien conocía todo el pasado de Horia Sima, el modo en que fue reclutado y lo que hizo, pensó que Horia Sima lo iba a recompensar por haberle salvado de la muerte. Sin embargo las cosas no fueron así porque en semejantes situaciones los benefactores terminan siendo asesinados. En la prisión de Jilava todos fueron asesinados, siendo el último de ellos Moruzov. Tras el arresto y asesinato de Moruzov, llegó al país Canaris, enviado por Hitler. Inmediatamente Canaris se presentó ante Antonescu preguntando por Moruzov. Antonescu le dijo: Lo siento, los legionarios lo mataron”.
Mihail Moruzov fue detenido el 5 de septiembre de 1940, por orden de Ion Antonescu, presionado por la Guardia de Hierro que deseaba castigarle por las numerosas ilegalidades que había cometido mientras dirigía el Servicio Especial de Inteligencia. Aunque trató de aliarse con dos socios irreconciliables entre sí, la camarilla carlista incluido Moruzov, fracasaron y terminaron en la cárcel, salvo algunas excepciones. Una de las grandes culpas de Moruzov era la de haber formado parte del plan del régimen carlista de liquidación de los líderes de la Guardia de Hierro en los años 1938 y 1939. En la noche del 26 al 27 de noviembre, mientras estaba detenido en la celda número 1, en la prisión de Jilava, Mihail Moruzov fue asesinado por un grupo de legionarios junto con otros 63 exdignatarios detenidos.
(Versión al español de Brigitta Pana)