La industria en Rumanía entre 1965 y1975
El régimen comunista consideraba la industria el principal sector de la economía, pero una política de inversiones sistemática solo se pudo aplicar a mediados de los años 60.
Steliu Lambru, 20.04.2015, 17:32
El régimen comunista consideraba la industria el principal sector de la economía, pero una política de inversiones sistemática solo se pudo aplicar a mediados de los años 60. En todos los países del bloque socialista, los regímenes políticos intentaron invertir en la industria con el fin de aumentar la producción y la productividad económica y Rumanía no fue una excepción. Los préstamos tomados de las instituciones financieras externas como el FMI, eran utilizados para la construcción de grandes plataformas industriales, siderúrgicas y químicas.
Maxim Berghianu era el presidente del Comité de Estado de Planificación, una institución que se encargaba de la planificación económica. En 2002, en una entrevista concedida al Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, habló sobre las inversiones destinadas al desarrollo de la industria entre 1965 y 1975.
”Durante este periodo se construyó la Planta de Aceros Aleados en Târgovişte, también se abrió la plataforma (siderúrgica) de Călăraşi, se desarrollaron las plantas de Hunedoara, con dos plantas de laminado, más grandes, y otras instalaciones en Hunedoara. En Reşiţa iban a desarrollar una planta de laminado destinada a la fabricación de rieles de ferrocarril. Ya se fabricaban rieles, pero en pequeñas cantidades, y querían construir una fábrica en Călăraşi. Si era posible, comprabamos rieles de los países del Este, si no, de Occidente, pero no podíamos hacer nada sin rieles. También se desarrolló mucho la industria del alambre en Câmpia Turzii, donde se fabricaba todo tipo de alambres, de aluminio, de cobre, y otros elementos metálicos. Una gran parte de la producción se exportaba, era lo mejor de la industria siderúrgica, y no todos podían comprar este tipo de productos. Al mismo tiempo, se desarrolló Oţelul Roşu, también Călan y Hunedoara, y el gran gigante, Galaţi, que debía fabricar entre 6 y 8 millones de toneladas de varios tipos de acero.”
La política de inversiones tuvo muchos puntos débiles a causa de la burocracia y de la falta de experiencia. La ideología y el sistema totalmente obediente representaban obstáculos para la realización de proyectos. Un ejemplo fue la plataforma de Galaţi. Maxim Berghianu.
”Como jefe del Comité de Estado de Planificación, me enteré de que ahí había un gran problema y un día me fui a la planta de Galaţi, junto con todos los ministros de especialidad, el de Energia, de Siderurgía, de Construcción de máquinas, etc.. Y ahí había un sistema de mando, con el fabricante, con todos que participaban en la producción, los fabricantes de equipos, de materiales, y junto con ellos iba un viceprimer ministro, que analizaba y elaboraba los planes para el mes siguiente. Así pudimos establecer cada objetivo y los plazos de finalización. También llamé a Cheşa, el ministro adjunto de Metalurgía, muy buena gente, le conocía desde que estaba en Hunedoara. Vino conmigo para ser nombrado director general en Galaţi, además de su cargo de ministro adjunto. Le dije que él iba a encargarse de toda la planta y del cumplimiento de todos los objetivos y plazos establecidos. Todos los días a las 8 de la mañana me llamaba, y así fue durante los 8 meses siguientes.”
Maxim Berghianu también habló de los problemas de organización, que tenían un grave impacto sobre las inversiones en la industria.
”También hemos cometido errores, no somos perfectos. Fuimos permisivos con las inversiones. Todos querían invertir al máximo, para empezar el máximo de objetivos. Era como una enfermedad generalizada, sobre todo en la química y en la metalurgía, en la construcción de máquinas, donde se asignaban fondos significativos. La mayor cantidad de dinero iba dirigida a los sectores de energía, metalurgía, construcción de máquinas y química. Casi tres cuartos de las inversiones entre 1965 y 1975 estaban destinados a estos sectores. Se aprobaba una cantidad de dinero sin preparar las inversiones. Aunque había un plan quinquenal, para 5 años y podían empezar los proyectos, elaborar la documentación, pero no se hacía nada y solo se gastaba el dinero. Cuando vimos esto, hicimos un cálculo: miles de millones que no producían nada y se habían invertido en depósitos de equipos y maquinaria, traídos del extranjero, importados y dejados hasta degradarse, porque no se había construido ninguna planta para utilizarlos. La ineficiencia fue tremenda, sobre todo en los primeros cinco años, de 1965 a 1970. Y entonces, para los cinco años siguientes, tuvimos que establecer unas reglas draconianas, ya no se permitía invertir en un determinado sector sin finalizar todos los objetivos. También tuvimos que aprobar los gastos para la finalización de las obras y su puesta en marcha.”
Sin embargo, Maxim Berghianu cree que después los primeros cinco años, los que administraban el desarrollo de la industria lograron adquirir cierta experiencia.
”No se puede decir que toda la industria rumana se situaba por debajo del nivel mundial, porque los franceses y los estadounidenses no habrían comprado unos productos de baja calidad, máquinas con mando programado, con mando númerico, para no hablar de productos químicos o equipos fabricados por la IMGB. La siderurgia era del más alto nivel, era nuestro mayor logro. Ceauşescu tenía una locura, quería que alcanzaramos producciones iguales que los países desarrollados, desde el punto de vista de la producción industrial per cápita. Pero solo entre 1971 y 1975 pudimos avanzar para valorar el potencial que teníamos, aumentando el nivel de calidad de los productos, lo que también nos permitía subir los precios para obtener mayores beneficios de las exportaciones.”
La política destinada a estimular la industria rumana entre los años 1965 y 1975 fue un proyecto muy ambicioso. Desafortunadamente, las deficiencias del sistema, que se manifestaban plenamente en los años 80, e incluso la crisis del crudo que determinó la subida de las tarifas de energía, pusieron de manifiesto las debilidades de la industria rumana en su conjunto, casi desaparecida después de 1990.
(Versión española: S.Sarbescu)