Familia real rumana. El príncipe Karl-Anton von Hohenzollern-Sigmaringen
La segunda mitad del siglo XIX se conoce como la época de Carlos I de Hohenzollern-Sigmaringen. Pero una de las personas que estuvo detrás de su reinado fue su padre, Karl-Anton. Se puede decir, sin exagerar, que el segundo Carlos I de Rumanía fue Karl-An
Steliu Lambru, 25.11.2014, 16:47
La segunda mitad del siglo XIX se conoce como la época de Carlos I de Hohenzollern-Sigmaringen. Pero una de las personas que estuvo detrás de su reinado fue su padre, Karl-Anton. Se puede decir, sin exagerar, que el segundo Carlos I de Rumanía fue Karl-Anton de Hohenzollern-Sigmaringen.
Karl Anton Joachim Zephyrin Friedrich von Hohenzollern-Sigmaringen nació el 7 de septiembre de 1811 en Krauchenwies, en el actual Land de Baden-Württemberg y falleció el 2 de junio de 1885. Se casó con Josephine Friederike Luise de Baden, la hija de Karl, el Gran Duque de Baden, y tuvieron 6 hijos. El tercero de ellos sería el futuro rey de Rumanía, Carlos I. El cuarto hijo, Anton, murió en 1866, a los 25 años de edad, en la batalla de Königgrätz, durante la guerra austro-prusiana. Karl-Anton fue liberal, jefe de la casa de Hohenzollern-Sigmaringen y primer ministro de Prusia entre el 6 de noviembre de 1858 y el 12 de marzo de 1862.
Karl-Anton tuvo un papel muy importante en toda la carrera política del futuro Rey Carlos I de Rumanía y lo acompañó desde el principio. Estuvo a su lado en los momentos más difíciles: la gran crísis de 1870, la guerra de independencia de Rumanía entre 1877 y 1878, el reconocimiento internacional de Rumanía como estado soberano. Fue el que defendió la causa de Rumanía en Alemania, le aconsejó a Carlos cómo gestionar los intereses de las grandes potencias como Alemania, Rusia, el Imperio Otomano e Inglaterra. He aquí lo que el príncipe Karl-Anton le escribía a su hijo entre el 15 y el 27 de agosto de 1878, para aconsejarle aplicar una política sabia respecto a Rusia: “La reconciliación con Rusia debería ser el tema más importante. La enemistad duradera con este Estado vecino sería un continuo peligro y un obstáculo en el desarrollo interno. Cuanto más hostiles sean las opiniones respecto a Rusia, los verdaderos amigos de Rumanía le tienen que aconsejar que encuentre un modus vivendi soportable.”
El historiador Sorin Cristescu, el editor y traductor de las cartas personales del Rey Carlos a sus parientes y de los informes diplomáticos austrohúngaros y alemanes relacionados con la actividad del rey, nos ha explicado el papel de Karl-Anton:
“Desde el primer momento en el que se habló de la corona de los Principados Unidos Rumanos, Karl-Anton von Hohenzollern guió a su hijo. Había sido primer ministro de Prusia. Por supuesto, un primer ministro honorífico, lideraba un partido liberal que soñaba con la unificación de Alemania, ¿pero cómo? Prusia se debería convertir en el país de las libertades democráticas y del progreso técnico y científico, y los demás estados alemanes deberían desear la unificación. No era una solución realista, según lo muestra también el hecho de que la gobernación de Karl-Anton no duró mucho. Vino Bismarck y ofreció la solución de la época, “con hierro y sangre”. Karl-Anton guió a Carlos I durante los primeros 15 años y hasta que murió en 1885, y le mostró el siguiente elemento de gobernación: cómo ofrecer el poder a cada familia de boyardos, por turno. Fue el principal secreto de su gobernación. Por lo tanto, el Parlamento de Rumanía le otorgó a Karl-Anton el título de ciudadano honorífico de Rumanía en enero de 1867. Era un desafío contra las potencias extranjeras que decían que el reinante de Rumanía tenía que tener padres rumanos. Pues los tenía, porque su padre era rumano. Desde este punto de vista, está claro que Karl-Anton lideró el país junto a su hijo. Pero no era algo singular en aquella época. En 1887, a Bulgaria venía el príncipe Fernando de Saxa-Coburg-Koháry. Su madre, Klementine que era Orléans por nacimiento, estuvo al lado de su hijo y lo guió hasta que murió, en 1910. El padre tenía una relación muy estrecha con su hijo y, en ambos casos, los resultados fueron muy buenos.”
Cuando el padre y el hijo se vieron de nuevo entre el 4 y el 16 de agosto de 1880, después de 14 años desde la separación en 1866, el secretario del rey escribía en sus memorias: “El príncipe Karl-Anton está esperando a su hijo en su silla de ruedas. Durante mucho tiempo, a los dos les faltan las palabras para expresar sus sentimientos. El príncipe Carlos está notando con alegría que su padre no ha cambiado en absoluto, los años no le han afectado.” Y en la reunión pública del 22 de agosto dedicada al rey rumano, el secretario de las Memorias destacaba el ambiente triste, pero cálido de la acogida de Carlos I: “La ciudad natal ha recibido calurosamente a su Príncipe que, después de tantos años, volvía de un país lejano al que, a través de la lucha y de las victorias, había llevado a la independencia… En la plaza de Carlos, el Príncipe ha saludado a través de calurosas palabras y, en la puerta del castillo, el príncipe Karl-Anton, que llevaba por primera vez el Cordón de la Orden rumana, está esperando a su hijo que ha llevado muy lejos la fama y la gloria de su Casa. En esta acogida, aún más conmovedora con la presencia de su padre que se está levantando en la silla de ruedas, el Príncipe Carlos ha perdido la razón por un instante.”
Carlos I fue el líder providencial de Rumanía. Pero su padre, Karl-Anton von Hohenzollern-Sigmaringen, fue también una persona providencial en la historia de los rumanos.