Desde la agonía al éxtasis – Rumanía en 1918
Ocupada por los ejércitos de las Potencias Centrales, Rumanía luchaba, en otoño de 1918, para resolver de la mejor manera posible su desesperada situación.
Steliu Lambru, 04.12.2017, 16:15
Ocupada por los ejércitos de las Potencias Centrales, Rumanía luchaba, en otoño de 1918, para resolver de la mejor manera posible su desesperada situación. El cambio de proporción de fuerzas entre las Potencias Centrales y la Entente en otoño de 1918 hizo que a finales de la guerra Rumanía se encontrara en el lado de los vencedores. La recompensa fue la aparición de la Gran Rumanía a través de la unión de Bucovina y Transilvania con el antiguo Reino de Rumanía, pero no fue tan fácil. Hasta 1920, la élite política y la sociedad en su conjunto tuvieron que enfrentarse a los obstáculos del reconocimiento internacional del nuevo estado.
El historiador Ioan Scurtu nos cuenta cómo pasó Rumanía del éxtasis a la agonía en los años de guerra de 1916 a 1918:
“Teóricamente, Rumanía habría tenido que estar preparada porque entró en la guerra en 1916, es decir, 2 años tras el comienzo de la gran conflagración mundial. Durante estos dos años, normalmente tendría que haber preparado el ejército, el armamento y las reservas. Desafortunadamente no lo hizo. Tras el entusiasmo de la entrada en la guerra, después de unos 10 días vino el desastre de Turtucaia. Entonces a los oficiales rumanos se les cayó la venda de los ojos. Siguió en noviembre la retirada de Transilvania y a comienzos del mes de diciembre la ocupación de la capital, Bucarest. Luego la retirada de Iași donde, además de todas las dificultades generadas por una presencia tan numerosa, el cólera mató a miles de personas. Y como si todo esto no hubiera sido suficiente, se produjo un accidente de tren en el que más de 1.000 personas perdieron la vida cerca de la ciudad de Iași.
Sin embargo, en 1917 llegaron los momentos de gloria cuando el ejército rumano cesó el avance de las tropas alemanas y austro-húngaras en Mărăşeşti, Mărăşti y Oituz, pero la revolución bolchevique provocó la rendición de Rumanía y su ocupación por el enemigo. A pesar de haber perdido su tesoro en Rusia, de haber puesto fin a la guerra contra sus adversarios y de haberse enfrentado a las revoluciones bolcheviques de Rusia y Hungría, Rumanía fue capaz de superar todas estas dificultades gracias a una élite política visionaria, según piensa el historiador Ioan Scurtu:
“El éxito se debe a la clase política muy valiosa de Rumanía. Me refiero, ante todo, a Ion I. C. Brătianu, presidente del Partido Nacional Liberal, que se implicó en los acontecimientos y tuvo un papel importante en la realización de la gran Unión. Tanto los habitantes de Besarabia como los de Bucovina y Transilvania llegaron a Iași con emisarios, antes de la proclamación de la Unión, para debatir con el rey Fernando y otros políticos las modalidades de movilización para la Unión. Ion I. C. Brătianu dirigió la delegación de Rumanía en la Conferencia de Paz de París y allí se enfrentó a los grandes políticos, desde el presidente norteamericano Wilson hasta el primer ministro de Gran Bretaña. En conclusión, fue una victoria porque, a través de los tratados de paz de 1919-1920, se ratificaron los documentos de la Unión de Chisináu, Chernivtsi y Alba Iulia.
Sin embargo, los dos monarcas de Rumanía, Fernando I y María, movilizaron las energías de la nación. Escuchemos de nuevo a Ioan Scurtu:
“El Rey Fernando era alemán y fue oficial en el ejército alemán. Cuando en el Consejo de Corona se propuso la entrada de Rumanía en guerra contra su país, contra su familia, Fernando hizo un sacrificio personal, pero al mismo tiempo fue un sacrificio muy importante para Rumanía. Hubo un intercambio de opiniones con Petre P. Carp inmediatamente después del Consejo de la Corona. Carp le reprochó que se había olvidado de que era alemán y que no hubiera debido tomar semejante decisión. El rey respondió que sabía muy bien que era alemán. ‘Si los intereses de mi país hubieran concordado con los de Rumanía, afirmó el rey, con mucho gusto habría actuado de otra manera. Pero él se consideraba tanto rumano como alemán y actuó en interés del país que dirigía.
El sacrificio de la nación era también el sacrificio de su pareja real y los caracteres fuertes se ven en los momentos de máxima dificultad.
“La reina María estuvo desde el comienzo a favor de la entrada de Rumanía en guerra al lado de la Entente. Era inglesa y tuvo un papel importante en convencer a Fernando para que este hiciera este sacrificio personal en interés del pueblo rumano. El rey y la reina siempre estuvieron al lado de los rumanos, del ejército y de los principales líderes políticos. Cuando se propuso la retirada de las tropas de Iași a Odesa, en el territorio de Rusia, para que las tropas alemanas no ocuparan toda la región de Moldavia, el rey Fernando dijo que no pensaba abandonar el territorio de este país. Lo mismo hizo Ion I. C. Brătianu. Fue un gesto que movilizó la conciencia pública incluso la de algunos políticos que se habían marchado a Ucrania alojándose en ciudades lejos de las fronteras.
La Gran Rumanía fue el objetivo de la generación de comienzos del siglo XX. Un objetivo alcanzado por todos los que pensaron en él, siguiendo algunos modelos y principios, superando las emociones y las indecisiones a través de una voluntad fuerte.