El refugio que salva vidas
Los perros callejeros siguen siendo un problema que suscita el debate en Rumanía.
Monica Tarău, 22.09.2014, 13:15
Las autoridades han decidido que la eutanasia es la única solución a este asunto que se ha convertido en una verdadera guerra entre sus partidarios y sus opositores después de que un niño falleciera en un parque en septiembre de 2013 supuestamente a causa de las heridas provocadas por unos perros callejeros. Hoy conocerán a una persona que ha mostrado que también existen soluciones a la muerte de los perros callejeros.
Siempre le han gustado los animales. En septiembre del año pasado cuidaba ya a 30 perros. A estos se han añadido otros y ahora cuida a casi 100 perros en el “Refugio que salva vidas” situado a las afueras de Bucarest. Mona Semeniuc nos ha enseñado el sitio que está todavía en construcción gracias a ella y a otros voluntarios que la ayudan en su trabajo:
“Me apoyan mucho los voluntarios, personas sobre todo de Rumanía que suelen donar cuanto pueden, personas que no pueden hacer más, es decir adoptar perros o alquilar un sitio, y entonces eligen ayudarme a mí para cuidarlos. Al tener en cuenta todos los gastos, es decir el alquiler, la persona que los cuida, los gastos para un perro alcanzan 120 lei al mes. Hay personas que han adoptado a distancia por 80 lei al mes. Pueden venir a visitarlos, a jugar con ellos. Están incluidas las vacunas, la desparasitación. No es suficiente, pero nosotros añadimos lo que necesiten. Es normal que se solicite menos, porque la gente es pobre. Algunos han adoptado dos perros. Para mí, esto representa una ayuda concreta y no podría salir adelante sin estas personas.”
Le he preguntado a Mona Semeniuc si piensa que es posible solucionar este asunto sin usar la eutanasia. He aquí la respuesta:
“Si hay personas que colaboren, yo creo que es posible. Sea donando dinero o comida o materiales de construcción. No creo que sea la única que haya hecho esto. Creo que hay más personas que intentan construir refugios, y que tienen muy poco dinero. También creo que es importante esterilizar a los perros. Esto se debería haber hecho ya, pero se han gastado los fondos. Es importante esterilizarlos, cesar el abandono, castigar a las personas que los abandonan. En vez de gastar el dinero para la eutanasia, el estado debería ayudarnos a nosotros, los que podemos hacer algo, por lo menos con comida para los perros. Últimamente se ha promovido mucho el crimen. No se han encontrado soluciones civilizadas. Nosotros somos culpables de que los perros estén en la calle. Nadie más. No han venido solos, no han caído del cielo. No creo que este asunto se esté solucionando bien. Creo que en Rumanía esta situación no va a terminar pronto. La alternativa sería la honestidad y el deseo de dejar vivir a unos animales que están en esta situación por nuestra culpa. Ha habido una iniciativa de envenenar a los perros y he visto niños llorando de rodillas al lado del cadáver de un perro cerca de una escuela. Esto no es normal. Los niños no tienen la educación necesaria. En las escuelas se debería fomentar el amor a los animales, el deseo de protegerlos. Es verdad que no hay que dejar a los perros en la calle, pero esto no significa que deberíamos matarlos a todos, que los niños deberían odiar a los perros.”
Desde septiembre del pasado año, se han organizado numerosas manifestaciones contra la eutanasia de los perros callejeros. Le he preguntado también si las manifestaciones han tenido algún resultado y si las soluciones que se han encontrado son factibles:
“Las manifestaciones no han tenido resultado porque miles de personas anuncian que van a venir y al final suelen participar 70 o 100. Hay muchas personas que solo afirman que aman a los perros. No estoy exagerando cuando digo que no hay muchas personas que se dediquen a esto. Hay muchas personas que no desean la muerte de los perros, pero tampoco hacen nada para que termine esta desgracia. La eutanasia no es una solución para deshacernos de los perros. La gente todavía suele echarlos al campo, a los bosques. Hay normas demasiado duras respecto a la adopción. Todo esto supone mucho dinero. Hay jubilados que ya no podrán tener a sus perros en casa y tendrán que renunciar a ellos porque no se pueden permitir cumplir con las normas que el estado impone.”
También le he preguntado a Mona Semeniuc si piensa que los perros están felices en el refugio:
“No. Es una solución transitoria. No están felices aquí. La mejor solución es la adopción. No he enviado perros al extranjero porque no conozco la situación, no sé si está bien o mal. En Rumanía se adoptó más en septiembre u octubre del año pasado, cuando se inició la ley de la eutanasia. Desgraciadamente, ahora se adopta muy poco. Algunos han adoptado ya, otros tienen ya 5 o 6 perros en su casa, en su apartamento. La adopción va mal. No están felices aquí. A lo mejor están felices porque me tienen a mí, porque cada día paso muchas horas con ellos, porque suelo socializar con ellos y sienten el amor, pero están acostumbrados a estar libres y no se adaptan fácilmente a la vida en el refugio. Pero nosotros intentamos ofrecerles una buena vida.”
Como ella misma ha dicho, Mona Semeniuc trabaja con voluntarios. En nuestra visita al refugio, hemos conocido a Stela Mirea, una señora que suele venir a cuidar a los perros:
“En primer lugar socializamos con ellos, y esto es muy importante, porque si pasan todo el tiempo encerrados se hacen salvajes. Los dejamos pasear, los limpiamos. Hay perros que necesitan vitaminas hepatoprotectoras. Desde que vengo hasta que me voy, no tengo ni un minuto libre. Siempre hay algo que hacer. Es difícil, pero es agradable y al final uno se alegra de que todos estén contentos y sanos, y esto es lo más importante. En primer lugar, esto me relaja. Y alguien tiene que cuidarlos, no lo pueden hacer solos. Necesitan ayuda, y nosotros deseamos que se adopten más, que no se queden en el refugio. Esta no es vida, pero no sé cómo irán las adopciones. En Rumanía es más complicado, por la mentalidad de la gente. Muchos desean tener perros de raza, no quieren tener perros callejeros. Este es uno de los problemas, aunque los perros callejeros sean más cariñosos que los perros de raza.”
Mona Semeniuc y sus voluntarios muestran que existen también otras soluciones a la eutanasia de los perros callejeros. Siguen dedicándose al “Refugio que salva vidas” con mucho amor, y afirman que todo el esfuerzo vale la pena.