Tradición y vanguardia en el arte de la Rumanía moderna
Monica Chiorpec, 26.05.2019, 20:46
Creado
durante la Tercera República Francesa, el período conocido como la Belle Époque se caracteriza por la paz
regional y la prosperidad económica, el florecimiento de los imperios
coloniales e innovaciones tecnológicas, científicas y culturales. En Rumanía
también se manifestaba el espíritu europeo de este período, antes de la Primera
Guerra Mundial. En 1900 la Exposición Universal de París representó un lugar
donde la geopolítica se manifestaba a nivel cultural. Al mismo tiempo, este
importante acontecimiento ofrecía imágenes que en general contradecían lo que
en realidad se suponía que representaba a los respectivos países.
Posteriormente, la vanguardia de entreguerras derrocaría las formas de arte ya establecidas,
con la proclamación de un nuevo elemento artístico.
El
historiador del arte Erwin Kessler ha participado en la serie de debates
titulada Ideas en el ágora, organizada por el Museo de Bucarest,
donde ha presentado la conferencia Tradición, modernización, vanguardia y
regreso: los avatares del arte rumano antes y después de la Primera Guerra Mundial.
En la Exposición Universal de París en 1900,
Rumanía organiza su participación de una manera caótica. Por un lado, hace un
pabellón nacional que se parece a una sonda de petróleo, como un paso adelante
hacia el futuro. Esta es la Rumanía industrial. Pero en el interior, se pueden
encontrar iconos, los căluşarii (n.a. practicantes del antiguo
baile rumano con función de ritual), las iile (la blusa tradicional rumana) y el
arte campesino, todos juntos. Rumanía se presenta de esta manera, mostrando que
somos un país que, dentro de un gran paraíso industrial, cuenta con un enorme
potencial tradicional campesino. Es una esquizofrenia totalmente justificada
por la realidad. Más de un 75% de la población vivía en zonas rurales. Más de
un 60% de la producción de Rumanía no era el crudo, sino productos agrícolas
.
El
historiador Sorin Antohi, organizador de la conferencia Ideas en el
ágora, ha hablado sobre cómo era la Rumanía rural en el momento de la
Exposición Universal en 1900, y también sobre la condición del campesino rumano
de esa época, en contraste con la forma idílica de representar el mundo de la
aldea que aparece en las obras del pintor Nicolae Grigorescu.
Los
viajeros extranjeros apuntan en sus diarios y en muchas ocasiones lamentan la
presencia humana. El campesino evanescente, crepuscular, oculto… Este campesino
evanescente está en el centro de una aparición impactante, como hemos visto
durante este período de tensiones sociales, de crisis económica, todas estas
cosas que conducen en el caso de Rumanía, a un aspecto típico, mientras la
monarquía celebra su jubileo (n.a. en 1906) y trabaja para realizar un equivalente
local para la gente del lugar, y también para los visitantes de una exposición
universal.
Se trata de una amplia «potemkiniada» (n.a. un
término de origen ruso que se refiere a un método de falsificación de la
realidad destacando la belleza), en el sentido de que el príncipe sabía que
Rumanía no era así.
La
insatisfacción de la nueva generación de artistas generada por el arte en esa
época hizo que, un año después, el 3 de diciembre de 1901, algunos de ellos se
reunieran en la Juventud Artística. Esta asociación elitista trajo el salón de
estilo europeo como una novedad para el arte rumano. Los jóvenes artistas que
iniciaron la Juventud Artística fueron Stefan Luchian, Gheorghe Petrascu y
Frederic Storck. Erwin Kessler nos
amplía detalles:.
La
Juventud Artística se integra rápidamente en el espacio occidental, de modo que
la Exposición de 1904 es la primera en recibir una crítica positiva en The
Studio, la revista de arte de Londres que todo el mundo leía, en la que aparece
esta frase «algunos artistas parecen aceptar nuevas teorías y fórmulas
artísticas».
Es algo relativo, pero por lo menos les da un poco
de ánimo.
En la tercera exposición organizada en 1904,
concebida por primera vez en un contexto internacional, la Juventud Artística
pretende como novedad absoluta, llevar al núcleo del arte rumano, de sus
exposiciones, a una serie de artistas de todo el mundo, principalmente de los
Balcanes.
Antes
del final de la primera década del siglo XX, Rumanía se convertiría en una
parte cada vez más importante del contexto cultural europeo. El lanzamiento de
la corriente futurista en la literatura tiene una conexión importante con los
poetas rumanos modernos.
En Rumanía, el iniciador del futurismo,
Filippo Tommaso Marinetti, era mucho más conocido que en otras partes de
Europa, incluso antes de febrero de 1909, cuando publicó el «Manifiesto futurista» en el
periódico francés Le Figaro. Era más conocido por razones de coyuntura. Desde
1905, cuando comienza a publicar la revista Poesia en Milán, su trabajo es una
revista que está abierta desde el principio a los escritores rumanos.Desde su inicio, Ovid Densuşianu destaca la revista y
también a Marinetti. En 1906, la revista Poesia publica algunos poemas de Elena
Văcărescu. En 1909, en el año en que se lanzó el «Manifiesto futurista»,
Alexandru Macedonski aparece en Poesia. Marinetti era un personaje conocido de
la escena cultural rumana .
Y
la vanguardia artística empieza a manifestarse, lo que marca el período de
entreguerras rumano. Más tarde, artistas conocidos crean una publicación que,
aunque apareció en solo cuatro números, ha sido una plataforma para el fenómeno
de vanguardia en Rumanía y en otros países. Erwin Kessler:
En
la primavera de 1912, aparece la revista Insula (La Isla) de Ion Minulescu, una
publicación meteórica, pero lo más importante es la primera edición en la que
aparece una manifestación de la vanguardia temprana, de abierta insatisfacción
con todo lo que significaba el sistema de la modernidad rumana en ese momento,
y una gran parte del personal editorial será reunido y continuado por un grupo
de jóvenes estudiantes de secundaria, que publican entre octubre y diciembre de
1912, una revista llamada Simbolul (El Símbolo), con la ilustración de Marcel
Iancu.
Marcel Iancu, que es el director artístico de la
revista, Ion Vinea y Samuel Rosenstock, el futuro Tristan Tzara, son los
editores de esta publicación.
En
1924, el grupo Contimporanul fue fundado por Victor Brauner, Marcel
Iancu, Miliţa Petrascu y Mattis Teutsch, que contaban con la colaboración del
escultor Constantin Brâncuşi y algunos artistas extranjeros. La primera
exposición tuvo lugar el 20 de noviembre de 1924, en la sala del Sindicato de
Bellas Artes, dirigido por Arthur Verona, Camil Ressu y Ion Theodorescu Sion.