Capsa, el café literario más famoso de Bucarest
România Internațional, 03.08.2019, 14:28
Nos vemos para el swartz en Capsa,
ésta era la fórmula con la que los escritores y los artistas se daban una cita
en los años 30 del siglo pasado, los años de gloria del café literario Capsa.
La Casa Capsa es un lugar legendario de
Bucarest. Situada en la Avenida Victoria de la capital, su historia se
relaciona con el destino de la familia arrumana de los Capsa, que se había
refugiado en Bucarest tras la destrucción de la ciudad de Moskopole. A mediados
del siglo XIX, cuatro hermanos, Vasile, Anton, Constantin y Aron fundaron la
pastelería Capsa donde al principio los postres y el chocolate eran traídos
directamente de París para que paulatinamente los Capsa empezaran a formar al
personal a su cargo en materia de pastelería.
Al final del siglo XIX y comienzo del
siglo XX, la Casa Capsa era frecuentada por la alta sociedad rumana implicada
en la vida política de modo que se llegó a decirse que allí se hacían y
deshacían los gobiernos. Pronto, la pastelería se ganaría su merecida fama
internacional. En 1873 le fue otorgada
la Gran Medalla de la Exposición de Viena, en 1881 recibía la Medalla de Oro de
la Exposición de Bucarest y en 1889, la Gran Medalla de Oro de la Exposición
Universal. En 1882 se hicieron proveedores de la Casa Real de Rumanía, de la Casa del Príncipe Milán Obrenovici de
Serbia, y en 1908, de la Casa del príncipe Fernando de Bulgaria.
En 1886, la Casa Capsa se extendió con
la inauguración de un hotel y de un café y desde aquel entonces se
transformaría en el lugar oficial de encuentro para las personalidades de la
política, el periodismo, el arte y la
cultura
La principal consumición era el svart(Schwartz
Kaffee), o el café filtrado, un producto de origen alemán el más accesible para
el bolsillo de la bohemia literaria, que pronto se transformaría en el blasón
del gremio y en consigna democrática. No podemos pasar por alto una historia
relacionada con la Casa Capsa. A
invitación del rey Fernando y de la Reina Maria de Rumanía, en 1920, llegó a
Bucarest el célebre mariscal francés Joseph Jacques César Joffre, en cuyo honor
el gran confitero Grigore Capsa crearía un pastel de chocolate que sugería la
forma cilíndrica de los cascos militares franceses. El pastel recibió el nombre
del mariscal francés y llegó a ser famoso en el
mundo.
Entre las dos guerras mundiales
circulaba la idea de que para que uno llegara a ser considerado un auténtico
escritor tenía que recibir el bautismo de la Casa Capsa considerada la
redacción de todas las redacciones, el lugar donde se despachaban pasaportes
para la inmortalidad. No en balde se decía de Capsa que era el lugar con dos
salas, donde venían todos los señores, en
una se comían pasteles y en la segunda los escritores se comían unos a
otros.
Uno de los pilares del café y de los auténticos pilares de la
cultura rumana, el poeta y matemático Ion Barbu, era el primero en llegar a
Capsa desde las ocho de la mañana como a su propio despacho. Acudían luego el
crítico Serban Cioculescu, los novelistas Liviu Rebreanu, Ionel Teodoreanu,
Camil Petrescu, Zaharia Stancu, Ion Minulescu y muchos, muchos otros
Al final de la segunda guerra mundial,
miembros del Partido Liberal y del Partido Nacional Campesino transformarían la
Casa Capsa en un verdadero cuartel general en su intento de continuar la
resistencia política contra el comunismo que empezaba a abrirse paso. Fue en
vano porque en 1949, la casa fue nacionalizada. Es verdad que durante el
comunismo Capsa siguió siendo el café de los universitarios pero nunca volvería
a ser la de antes.
Después de
1989 se intentó resucitar el ambiente del período de entreguerras pero
sin lograr revivificar la gloria del
pasado cuando los umbrales de la Casa Capsa eran cruzados por artistas como
Sarah Bernard, Josephine Baker, George Enescu, Carusso, Pietro Mascagni y por
muchas personalidades políticas.