Viaje a Transfăgărășan, pasando por Brașov, Sibiu y Sighișoara
Les voy a contar cómo pasé un fin de semana en la montaña. Claro, por ahora es un poco complicado viajar, pero siempre se puede emprender un viaje imaginario a través de las ondas radio.
Valeriu Radulian, 26.01.2022, 06:55
Ésta es una edición un poco atípica, ya que no me voy a limitar a presentarles un destino turístico de Rumanía o las experiencias por tierras rumanas de uno de mis invitados, sino que de locutor pasaré a ser turista en mi propio país. Para mí es una manera nueva de enfocar las cosas, pero espero que disfruten igual o más de estos momentos en mi compañía.
Les voy a contar cómo pasé un fin de semana en la montaña, por si se quieren inspirar y vivir en algún momento esta experiencia que en mi opinión vale la pena vivir. Claro, por ahora es un poco complicado viajar, pero siempre se puede emprender un viaje imaginario a través de las ondas radio.
A veces, muchos de nosotros mostramos más interés por destinos del extranjero, fascinados por la cultura de otros países y no logramos conocer las bellezas de nuestro propio país. Debo confesarles que lo mismo me pasó a mí.
Todo empezó una tarde de verano, cuando quedé con unos amigos, en una terraza de Bucarest, para tomar un café. Empezamos a hablar de viajes, vacaciones y cuantas más cosas haríamos pero que no se podían hacer por el momento a causa de la pandemia de COVID-19. Uno de mis amigos mencionó la célebre carretera de Transfagarasan, que cruza los Cárpatos y que fue construida antes de 1989 con la ayuda del Ejército. Yo le dije que era uno de los objetivos turísticos que me gustaría conocer, ya que no había tenido la oportunidad de verlo más que en fotos. Entonces, mi amigo me dijo: ¿Mira, y por qué no vamos el próximo fin de semana? Así aprovechamos para visitar estos parajes antes de que los cierren en invierno. Cabe mencionar que en invierno las autoridades prohíben el acceso a causa de la nieve y la multitud de curvas que lo transforman en un lugar bastante peligroso.
Me encantó la idea y empezamos a planear todo el viaje.
Salimos el siguiente sábado muy temprano. Hacía buen tiempo, pero en el camino decidimos no limitarnos a conocer únicamente la famosa carretera de Transfagarasan, sino visitar también varios objetivos turísticos que quedaban de paso.
La primera noche paramos en Brasov. Es una ciudad muy bonita que queda a más o menos 3 horas de viaje en coche desde la capital. La historia de esta ciudad se remonta en el siglo XII cuando fue fundada por los colonos alemanes y sajones. Mi amigo conocía una pensión muy acogedora. En esta época del año una noche en Brasov puede costar unos 200 lei, esto es unos 40 euros, la habitación doble. Pero hay alojamiento para todos los bolsillos. En la ciudad hay muchos objetivos turísticos. Se pueden visitar la iglesia Negra, el edificio del Ayuntamiento, construido en el siglo XIII, el Museo de Historia, Piata Sfatului, la plaza principal donde uno puede encontrar muchos sitios para beber y comer. También se puede visitar el Mirador del Monte Tampa, que ofrece un panorama extraordinario sobre la ciudad.
Foto: La Iglesia Negra de Brasov.
A tan solo 14 kilómetros de distancia está Poiana Brasov, el lugar ideal para quienes aman el perfume de los bosques de abetos, los paseos por las sendas de los montes, los baños de sol y el deporte.
A nosotros no nos dio tiempo de hacer un alto en Rasnov, a unos 15 minutos en coche desde Brasov y en el castillo e Bran, conocido como el castillo de Drácula, a unos 53 kilómetros de distancia, más o menos 30 minutos en coche. Si Uds. disponen de más tiempo vale la pena visitar también estos objetivos turísticos.
La ciudadela de Rasnov fue un destino que presenté hace poco en una de las ediciones anteriores de “Vale la pena visitar Rumanía. Nada más les recuerdo que la historia de este asentamiento empieza 2000 años atrás, cuando en la zona vivían los dacios. La localidad aparece por primera vez mencionada en un documento en el año 1331, bajo el nombre de Rosnou.
El castillo de Bran también fue presentado en este programa turístico cuando hablamos del Conde Drácula y seguramente volveré a enfocar aquellos parajes en una de las ediciones futuras de este programa turístico.
Foto: Sibiu
Continuamos nuestro periplo por Transilvania. Al día siguiente salimos temprano rumbo a Sibiu, capital europea de la cultura en 2007. El viaje de Brasov a Sibiu dura dos horas en coche. Encontramos alojamiento cerca de la Plaza Mayor. Pagamos unos 35 euros por la habitación doble.
Sibiu es un conglomerado de etnias y por lo tanto en la ciudad podemos admirar iglesias católicas, evangélicas, catedrales ortodoxas y sinagogas. Desde el punto de vista eclesiástico, en Sibiu podemos encontrar todo lo que tenga que ver con el cristianismo y el judaísmo. Le aconsejaría visitar primero la Plaza Huet y la Plaza Menor. Pero resulta igual de interesante visitar las fortificaciones de Sibiu y me refiero a los muros que rodeaban la ciudad en la época medieval. Hoy en día se han convertido en puntos de atracción turística, pero antaño desempeñaban un papel sumamente importante para la defensa de la ciudadela, de modo especial entre los siglos XIII y XVI. Cabe mencionar que nadie pudo conquistar Sibiu. También le aconsejo que vaya a ver la Plaza Mayor, porque allí están los edificios más bonitos, entre ellos, el Palacio de Brukenthal.
Foto: Calle de Sibiu
En Sibiu se come exquisito. Cenamos rico y nos fuimos a dormir pronto porque al día siguiente continuábamos nuestro viaje hacia Sighisoara y Transfagarasan.
De Sibiu a Sighisoara no hay muchos kilómetros, pero no hay autopista, nada más una carretera bastante estrecha y por esto uno tarda en coche más de dos horas, pero les aseguro que vale la pena conocer estos parajes también.
Foto: La Torre de Sighisoara
Sighisoara está dividida en la Ciudad Alta y la Ciudad Baja. Los elementos aparte de la Ciudad Alta son, desde mi punto de vista, los edificios antiguos, que tienen una historia interesante. Los hay que datan desde hace 4, 5 o 6 siglos, y lo más interesante es que muchos de ellos están todavía habitados. Alrededor de 200 personas siguen viviendo en el perímetro fortificado de la ciudad, manteniendo un equilibrio. Hay, por ejemplo, pequeños negocios privados como las pensiones, cuyos propietarios viven allí mismo. Es un aspecto que se nota en el buen mantenimiento de las casas, desde las flores de las ventanas o de los jardines hasta el más mínimo detalle como la limpieza, el mantenimiento de los colores de las casas, etc. Después de estár en Sighisoara unas 3 horas, almorzamos, y salimos rumbo a Transfagarasan, nuestra última parada.
Foto: Casa de Sighisoara
Desde Sighisoara hasta Transfagarasan hay que recorrer unos 150 kilómetros. Con el paso de los años la inaccesibilidad y belleza de la Transfăgărășan se han convertido en legendarias… Y es que sólo es posible recorrerla durante unos pocos meses del año debido a las duras condiciones climatológicas de la zona: sus interminables curvas recorren la región más abrupta y dura de los Cárpatos rumanos. La construcción de la carretera se completó en apenas 4 años y medio y se inauguró el 30 de septiembre de 1974. Cabe mencionar que fueron necesarias 6 millones de kilos de dinamita y pérdida de 38 vidas durante su construcción. Inicialmente fue construida con fines militares. Era una vía de acceso rápido, atravesando las montañas. La Transfagarasan, sin duda, es la carretera más espectacular de Europa y la más alta de Rumania. Esta carretera atraviesa literalmente las agrestes montañas de Transilvania por un túnel de roca de casi 900m llamado Paltinu. En las cimas se puede ver el impresionante lago Balea.
Foto: Balea Lac
Luego continuamos nuestro viaje de regreso a Bucarest y porque había caído la noche no pudimos hacer un alto en Curtea de Arges. Curtea de Arges fue la primera capital de Valaquia y también aquí se encontraba la primera catedral metropolitana. En Curtea de Arges están enterrados los reyes de Rumanía, de manera que el lugar reviste un extraordinario valor histórico, religioso y cultural. Entre los monumentos de esta zona destaca la iglesia Principesca, una de las más importantes iglesias cristianas que ha conservado su vieja pintura del siglo XIV, muy interesante desde el punto de vista del mensaje de las representaciones iconográficas.
Parece que no fue una mera casualidad que los reyes de Rumanía eligieran como lugar de entierro a Curtea de Arges. Dicen que en la zona hay unas energías beneficiosas. El propio arquitecto que restauró la iglesia del Monasterio de Arges, Lecompte du Nouy, eligió ser enterrado allí. Este monasterio está vinculado a la leyenda del Maese Manole que reza que nada se puede hacer sin sacrificios (él tuvo que enterrar a su mujer en los muros del edificio, ya que todo lo que construía de día se derrumbaba de noche. Tuvo un sueño en que un arcángel le dijo que para que la construcción no se derrumbara de noche tenía que enterrar viva en los muros del monasterio a la primera mujer que se acercara al día siguiente para traer comida a los obreros. Parece que fue justo su mujer, Ana. Es una leyenda muy bonita que nos enseña que cuanto más desee uno hacer, mayor será el sacrificio.
Pero les prometo que haremos un alto allí también para ofrecerles más detalles en una de las futuras ediciones de “Vale la pena visitar Rumanía.
Les recuerdo que se pueden poner en contacto conmigo enviándome un mensaje a mi dirección de correo electrónico valeriuradulian@yahoo.es
¡Un abrazo y hasta la próxima semana!