El parque Cismigiu
Cismigiu es uno de los más representativos jardines de la ciudad de Bucarest
Valeriu Radulian, 26.03.2014, 19:54
Cismigiu es uno de los más representativos jardines de la ciudad de Bucarest que todavía encanta por su belleza. Su gracia especial conquistó los corazones de los bucarestinos que pasearon por sus veredas a lo largo del tiempo.
La principal puerta de acceso a este jardín, que ocupa una superficie de casi 17 hectáreas, se encuentra en la avenida La Reina Elisabeta y es limitada por el imponente edificio del Ayuntamiento de la Capital rumana. A la izquierda hay otra avenida: Schitu Magureanu. En una de las esquinas, en el cruce de las dos avenidas, se encuentra el Colegio Nacional Gheorghe Lazar, viejo centro de cultura. Si uno recorre la avenida de Schitu Magureanu llega a la iglesia con el mismo nombre. Cabe mencionar que esta iglesia queda muy cerca de la entrada secreta en el subterráneo del parque. En la avenida de Stirbei Voda, pasando por delante del palacio Cretzulescu, el parque Cismigiu tiene otra puerta de acceso. Uno tiene que bajar unas cuantas escaleras de piedra para llegar al jardín.
En 1779, el vaivoda Alejandro Ipsilanti, quería tener una fuente con agua buena para beber. Es entonces cuando mandó construir dos manantiales. Hasta el principio del siglo XIX, Cismigiu era conocido como el jardín de Dura el Comerciante y ocupaba una superficie mayor que la de hoy en día. Aquí se hallaba un charco lleno de barro, con fuentes subterráneas que nunca secaban.
En 1830, el general Pavel Kiseleff ordenó al barón Borroczyn que secara el charco e hiciera un jardín público. Esto iba a ocurrir unos años más tarde, durante el reinado de Gheorghe Bibescu, gracias al arquitecto Carl Friederich Meyer. Este arquitecto utilizó este charco y lo transformó en un lago encantador. Todo esto fue posible merced a un alcantarillado que permitió vaciar y limpiar el lugar. En el centro del nuevo lago fue construido un pozo artesiano. Durante el invierno, el lago se suele transformar en un inmenso patinadero.
Para adornar este hermoso parque, que es considerado ser el paraíso en la tierra gracias a la vegetación abundante, fueron realizadas verdaderas alfombras florales y se construyeron varios puentes.
El arquitecto Mayer no planeaba permanecer por mucho tiempo en Bucarest, pero el destino decidió lo contrario. Hechizado por la belleza de la capital rumana y por la nobleza de la sociedad que le había recibido con mucho cariño, Mayer postpuso varias veces su partida. El joven arquitecto era visto muy a menudo en compañía de varias personalidades de la alta sociedad de aquel entonces. Así fue como conoció a su futura esposa, Elena Lazarescu, hija de un general de caballería. La muerte repentina de su hermana le provocó un gran dolor. A diferencia de dos semanas, a tan sólo 38 años de edad, muere él también. Sus restos mortales reposan muy cerca de este parque tan especial para él.
En el parque Cismigiu, hay una zona dedicada a los grandes escritores rumanos, restaurantes y otros lugares que encantan a cualquier amante de la naturaleza.”