Domingo 6 de mayo
Cartas de la semana
Victoria Sepciu, 07.05.2018, 07:24
Por aquí, amigos, tuvimos una semana con buen tiempo y temperaturas altas que alcanzaron los 29 grdos centígrados.
El martes aquí también festejamos el Día del primero de Mayo, como el Día Internacional del Trabajador, una iniciativa que surgió en 1889 en Estados Unidos para conmemorar las víctimas de la huelga general de Chicago, que había tenido lugar tres años antes. En Rumanía, el régimen comunista instalado en 1945 y derribado en 1989, había confiscado esta fiesta con fines propagandísticos. Actualmente, el primero de Mayo es día feriado y abre oficialmente la temporada estival. Unos 80.000 turistas pasaron el puente de mayo en el litoral del mar Negro, sobre todo en Mamaia, un balneario considerado una Ibiza low cost. Casi 10.000 personas optaron por el Delta, donde disfrutaron del buen tiempo y exploraron esta zona única en Europa, incluida en el patrimonio de la UNESCO. En los Cárpatos Meridionales, en el Valle de Prahova, el lugar más buscado fue como de costumbre, Sinaia, con los castillos reales de Peleş y Pelişor.
Para la mayoría de los rumanos, hacer la barbacoa sigue siendo la celebración por excelencia durante la fiesta del 1 de mayo. Los más buscados fueron, como siempre, los mici, un símbolo de la gastronomía rumana, consistente en rollitos de carne picada que se asa a la parrilla. En muchos lugares, los hoteles y las pensiones registraron un nivel de ocupación de casi un 100%, un éxito para los operadores de turismo.
Con esto, queridos oyentes, paso a contestar la correspondencia de hoy y empiezo por agradecer los mensajes de felicitación que nos mandaron varios amigos oyentes con motivo de esta fiesta, entre ellos están Miguel Ángel Calderón de Esquel, Provincia de Chubut, Argentina y Miguel Ramón Bauset de Alboraya/Valencia,España.
Adriel Amaya Armas de Bolondrón-Matanzas-Cuba se puso de nuevo en contacto con nosotros para compartir sus vivencias y enviarnos sus saludos y sus últimos informes de recepción. En los primeros días del mes ocurrieron algunas lluvias, necesarias pues estamos en el período de seca hasta mayo, escribe Adriel. También se produjeron leves tormentas eléctricas propias de la época lluviosa que está cerca de comenzar. Adjunta este amigo su participación en el concurso que estamos organizando actualmente, dedicado a la ciudad de Alba Iulia. ¿Qué me motivó a participar? En primer lugar apoyar el trabajo de Radio Rumanía Internacional en la onda corta, me encantan los temas históricos y la manera en que la emisora nos los enseña. ¿Por qué escucho RRI? Pues, porque aprendo mucho junto a ustedes, Rumanía es un lindo misterio para mí que gracias a la emisora poco a poco voy conociendo. Todos los conductores hacen un excelente trabajo, me muestran las maravillas y desafíos del país. Sé que nunca podré ir a visitarlos (aprovecho para pedirles que de resultar ganador mi regalo no sea el viaje a Rumanía, pues ni en sueños puedo pagar los gastos) pero cada día viajo sin gastar un solo centavo gracias a sus programas, la programación de RRI abarca un gran abanico de temas atractivos, ¡gracias Radio Rumanía Internacional! Quiero resaltar que escucho la emisora 100% vía onda corta.
-Muchísimas gracias, Adriel, por todo le enviado y compartido. Quiero que sepas, querido amigo, que tu apoyo es muy importante para nosotros y te lo agradecemos de todo corazón. En cuanto a lo del viaje, yo creo que deberíamos ser más optimistas y tener más confianza en nosotros mismos y en la vida. Te lo digo por mi propia experiencia, ya que, hasta ahora, he logrado varios objetivos “imposibles. Bueno, me despido, por ahora con un fuerte abrazo y mis mejores deseos para ti y toda tu familia. Espero que tu mamá se recupere completamente cuanto antes. ¡Hasta la próxima, Adriel!
José Moacir Portera de Melo de Pontes e Lacerda-Brasil, nos escribe para informarnos que nos mandó sus últimos informes de recepción y para pedir que le envíe saludos y muchas felicidades a Osvaldo Gómez González, un oyente cubano que vive en Placetas, Villa Clara.
-Bueno, José, primero te agradezco el interés que mantienes por nuestros programas y el constante apoyo, luego me da gusto saludar de tu parte a Osvaldo y enviarnos nuestras sinceras felicidades por su cumple. Y como el día 4 de mayo fue el cumpleaños de nuestro amigo y colaborador Miguel Ramón Bauset de Alboraya/Valencia-España, aprovecho este momento para felicitarle a él también y mandarle un fuerte abrazo y nuestros mejores deseos. ¡Muchas felicidades, queridos amigos! Espero que hayáis disfrutado de ese día especial en compañía de vuestros seres queridos.
El mismo Miguel vuelve una vez más a compartir sus pensamientos a través de un nuevo material que escribió para este programa. Su título “NUESTRO AMIGO EL BUS.
¡Por fin llegó el autobús! En cuestión de segundos el libro volvió al bolso, el autobús abrió la puerta y la señora saludó al chófer. El banco manifestó su tristeza por la partida y esperó pacientemente una nueva persona que decidiera hacer un alto en el camino y descansar por un rato.
Ante la inquietud de la tardanza, el conductor se refirió al tráfico, cada vez más intenso, y a un par de tractores agrícolas, uno cargado de cebollas, y otro de patatas que habían causado retenciones en la corta distancia.
Colocó su pase anual de jubilada en el soporte, y mientras le daba un resguardo en forma de papel, sonrió y le dijo que ella, que no suele perder el tiempo, lo había aprovechado esta vez leyendo un poco con su libro favorito que le había regalado una amiga para su reciente cumpleaños. ¡Eso de no saber qué hacer no va conmigo!
En el último instante también subió un joven que contribuyó a su viaje depositando un euro a través de veinte monedas de cinco céntimos que seguramente había recaudado de algunas compras recientes en el supermercado.
Una vez sentados el bus sigue su marcha a través de las calles del pueblo. Al poco tiempo, una pasajera se dirige a la señora del libro en tono amistoso y le cede el asiento. El autobús iba lleno, y ella aceptó gustosamente.
Los usuarios eran muy variados, y además muy alborotadores. Charlaban y charlaban entre ellos. Aquello parecía el mercado popular de los martes. Y curiosamente, entre ellos en una cesta, viajaba una gallina que iba a un corral en una casa en las afueras del pueblo. Su propietaria estaba preocupada porque en su casa, que no era muy soleada, el animalito no ponía demasiados huevos y estaba muy triste, y con su nuevo hábitat cobraría la felicidad.
Al fondo un joven rapero lleva la música a toda marcha dentro de sus cascos, y su acompañante teme que esa intensidad llegue a afectar a su pelo recién hecho de la peluquería Maribel que ese día tenía tarifa especial y ella había aprovechado.
Un matrimonio se contaba y recontaba las vivencias familiares de la cena de anoche en casa de su hijo. Parece que estuvo el ágape muy rico y el parlamento nocturno mejor. Se hicieron altas horas de la noche, como las once, antes de volver a casa, que hoy tenían que madrugar.
En la fila cuatro asiento dos, una joven sacaba de la pitillera un cigarro y se preparaba junto al mechero para su inminente parada, mientras le decía a su compañero de viaje que esto no podía ser que tenía que dejarlo, el vicio se había puesto muy caro, cinco euros por paquete ni más ni menos, y lo que era más importante, era muy perjudicial para la salud, motivos por los cuales fumar estaba cada vez muy mal visto. Ánimo, le contestaba, inténtalo en serio y veras como al final formará parte del pasado de tu vida.
Acaban de subir dos estudiantes con el propósito de repasar un poco de cara al examen de geografía que tienen a última hora en el instituto. Visto el panorama desisten del intento y se ponen a wasapear y escuchar música maquinera de gran sonoridad.
Pide parada cerca del ambulatorio el Tío Vicente, que va a curarse la herida que se hizo en la pierna de un reciente resbalón. Baja con cuidado y, a pesar de todo, emprende su andadura apoyado con su inseparable amigo el bastón. Saluda al dueño del taller de coches y se pierde en un momento en el horizonte.
Hasta arriba del bus que todavía mantiene la puerta abierta porque el semáforo se puso en rojo, llegan los aromas del bar cercano a tortillas recién hechas y magníficos cafés con sus croissants matutinos.
Por si fuera poco también nos acompañaba el carro de la compra, lleno a rebosar que descansa en el centro del bus junto a dos pasajeros, que no han tenido la suerte de encontrar asiento, aunque se les nota que no les importa hablar de pie.
Las calles estrechas por donde pasa, empiezan a cobrar vida, comercios abiertos, gente transitando y un poco, demasiado, tráfico.
Es curioso pero, el bus amarillo, refleja el mismo número de pasajeros casi siempre, pues suben y bajan por igual. Y la animación sigue y sigue. Atrás quedaron aquellos mensajes de NO MOLESTAR AL CONDUCTOR, pues de cuando en vez alguien sube y se queda a cotorrear con él y más si es conocido.
Nuestra amiga del banco, con lo observadora que es, asiste atónita a todo lo que le rodea, eso sí, amarrada a su bolso por si las moscas. No se atreve a sacar su libro porque no podría concentrarse y como consecuencia disfrutar de él.
Menos mal que tenía el bolso cogido, porque de repente se dio cuenta que merodeaba por allí un joven que iba todo ciego, con cara de pocos amigos, con mala pinta vamos, y afortunadamente solo duró tres paradas.
Que respiro, afirmaban, al bajarse y darse cuenta que iba de lado a lado. La tranquilidad volvió a reinar y el ambiente seguía animado, muy animado.
En todas las paradas había movimiento, no podía saltarse ni una. Así se imaginaba que había tardado tanto en llegar.
Era uno de los viajes más completos que hacía, pero también el que más anécdotas había recopilado. Anécdotas como el de un ciudadano alemán que había olvidado la dirección donde iba, y que, como nadie le entendía, tuvo que bajarse en la parada más cercana, o la señora que no había mirado el itinerario, había cogido el primero que vino y ahora debió volver a su punto de origen.
Unos minutos de parada técnica antes de proseguir el viaje a la playa. Es una zona llena de bares, no todos abiertos. Cinco minutos. El chófer baja a estirarse las piernas. Sonríe al pasaje. Algunos también lo hacen. Cinco minutos son cinco minutos.
En la mente de los que quedan arriba, una idea más que soñada: la playa nos espera en un abrir y cerrar de ojos, está ahí al lado.
MIGUEL RAMÓN BAUSET 1.05.18