Schengen, ducha fría de Holanda
El Parlamento de los Países Bajos pide al Ejecutivo de La Haya que no se apresure con respecto a la adhesión de Rumanía y Bulgaria a Schengen. Stefan Stoica nos amplía más detalles al respecto.
Ştefan Stoica, 21.10.2022, 13:36
Actualmente, hay cinco países miembros de la Unión Europea que no forman parte del espacio de Schengen. Rumanía se suma a Bulgaria, Croacia, Chipre e Irlanda. 15 años después de unirse a la Unión y 11 años después de la preconizada entrada en el espacio de libre circulación, Rumanía esperaba el visado para Schengen en diciembre. El optimismo iba en aumento, sobre todo porque países como Alemania y Francia habían superado sus reservas iniciales y afirmado su apoyo a este enfoque. Sin embargo, hace falta unanimidad y las posibilidades de que se cumpla disminuyeron después de la votación del jueves en el Parlamento de los Países Bajos. El Legislativo de La Haya adoptó una resolución pidiendo al Gobierno que sea cauteloso con respecto a la adhesión de Rumanía y Bulgaria al espacio de Schengen. El documento pide al Ejecutivo encabezado por Mark Rutte que no tome medidas irreversibles con respecto a la expansión, hasta que se realicen más investigaciones sobre la vigilancia de las fronteras por parte de los dos países.
Antes de la votación, el primer ministro Rutte había reafirmado, en el Parlamento, que no había objeciones de principio a la adhesión de Rumanía y Bulgaria al espacio de Schengen, pero que serían necesarias una actualización de la monitorización dentro del MCV, el Mecanismo de Verificación y Cooperación Judicial de la Unión Europea, y una ampliación de la misión de evaluación sobre Schengen.
Los dos países pueden unirse al espacio de libre circulación cuando estén listos, según dijo Rutte. A grandes rasgos, éste fue el mensaje que envió durante su reciente visita a Rumanía, que los periodistas, y no sólo ellos, vieron como liberador, que pondría fin a la larga oposición de los países a la aceptación de Rumanía. No fue así, y ni siquiera la reciente votación en el Parlamento Europeo, favorable por amplia mayoría a la entrada de Rumanía y Bulgaria en Schengen, iba a disipar las reticencias de las autoridades de La Haya.
Una parte de los eurodiputados holandeses se abstuvieron o votaron en contra, pero su número fue inferior al de los que votaron a favor. En el Parlamento nacional, sin embargo, las cosas son más complicadas, y la dependencia del frágil gabinete que dirige Rutte de los partidos euroescépticos y antiinmigrantes le obliga a ser cauteloso. Bucarest afirma que, desde el punto de vista técnico, ha sido elegible durante mucho tiempo para ingresar a Schengen. Además, la forma en que gestionó la crisis de los refugiados ucranianos perseguidos por la invasión rusa habría demostrado que Rumanía se comporta como un miembro de facto del área de libre circulación.
El primer ministro Nicolae Ciucă cree que en cuanto al estado de derecho y justicia, el Gobierno y la coalición que lo apoya han hecho sus deberes, en coordinación directa con la Comisión Europea, principalmente a través de la adopción de las Leyes de Justicia. Y respecto al crimen organizado, las instituciones competentes del Estado están bien consolidadas y hacen su trabajo, según dice el primer ministro. Todo el mundo reconoce que el único obstáculo que aún debe superarse en el camino hacia Schengen es el político. Y para eso se necesita credibilidad, esfuerzo diplomático y poder de persuasión. No todo está perdido, pero el tiempo que queda es corto.