Las relaciones entre Bucarest y Chisináu en año electoral
La temperatura de las relaciones entre la República de Moldavia y la Rumanía vecina se ve afectada por el envite electoral del Estado exsoviético, con mayoría de rumanohablantes.
Bogdan Matei, 12.02.2020, 15:04
Candidato este año a la reelección, el presidente socialista filorruso Igor Dodon ha hecho algunas declaraciones contradictorias. Este martes, en una reunión con los embajadores acreditados en el exterior, Dodon ha declarado que la aplicación del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea firmado en 2014 por el antiguo Gobierno prooccidental sigue siendo una de las prioridades de política exterior de la República de Moldavia. Después de hablar sobre el fortalecimiento de las relaciones con la UE, el presidente ha insistido en la importancia de las relaciones bilaterales con Moscú y Bucarest. Él ha recordado que el próximo mes de abril se cumplirán 10 años de la firma del acuerdo de asociación y cooperación estratégica entre la República de Moldavia y Rumanía y ha apreciado que actualmente no hay temas difíciles y contradictorios con Bucarest.
Mucho más prudente, el jefe de la diplomacia rumana, Bogdan Aurescu, ha dicho a sus homólogos de los países miembros que las acciones de la República de Moldavia sobre la implementación de las obligaciones asumidas en las relaciones con la UE deben estar atenta y estrictamente monitorizadas. Los expertos de Chisináu, citados por los corresponsales de Radio Rumanía, precisan que las autoridades socialistas no hacen más que fingir la implementación del Acuerdo con Bruselas porque las declaraciones no están acompañadas por las reformas necesarias. El analista político Ion Tăbîrţa añade que la denominada política exterior equilibrada que Chisináu pretende promover no es más que la reorientación de su vector y la subordinación de los intereses de Moscú. Un ejemplo en este sentido señalado por la prensa es la reciente declaración del ministro de Exteriores, Aureliu Ciocoi, sobre el papel supuestamente pacificador del ejército ruso en el conflicto armado de 1992 saldado con la salida de la autoridad de Chisináu de la región separatista secesionista prorrusa de Transnistria. En la cumbre de la OSCE de Estambul de 1999, Rusia se comprometió a retirar las municiones y las fuerzas armadas del territorio de la República de Moldavia, pero hasta ahora sólo ha cumplido una parte ínfima de los compromisos asumidos.
El mes pasado, también la Academia Rumana reaccionó en el festival de declaraciones de Chisináu. El foro científico más alto de Bucarest solicita a las autoridades de la República de Moldavia que sigan utilizando oficialmente las nociones correctas y consagradas de “lengua rumana” e “historia de los rumanos”. La Academia se muestra preocupada por el intento del poder de Chisináu de volver a introducir la noción de “lengua moldava”, inventada por la propaganda soviética y argumenta que el idioma moldavo no existe. Sólo existe el rumano y algunos dialectos suyos entre los cuales figura el moldavo. Los conceptos de lengua y pueblo moldavos fueron patentados por la Moscú estalinista para justificar la anexión en 1940, tras un ultimátum, de los territorios rumanos orientales en los que fue creada también la actual República de Moldavia. Según el más reciente sondeo, un 34% de los ciudadanos moldavos se pronuncia a favor de la reunificación con Rumanía.