El trigésimo aniversario de la Revolución rumana
Los rumanos continúan evocando la Revolución anticomunista de 1989 que cambió el destino de su país.
Bogdan Matei, 19.12.2019, 12:13
Instalada a finales de la Segunda Guerra Mundial por las tropas soviéticas de ocupación, la dictadura comunista de Rumanía continuó casi mitad de siglo, pero se hundió en una semana. Hartos de la austeridad extrema impuesta por el régimen de Nicolae Ceausescu, de hambre, frío y oscuridad, exasperados por la falta de las libertades elementares y alentados por la caída en serie de las dictaduras rojas del resto de países de Europa del Este, los rumanos decidieron salir a la calle. El 16 de diciembre de 1989, la protesta de algunas decenas de admiradores del pastor reformado rebelde de etnia húngara Lazslo Tokes, al que las autoridades querían deportarlo en Timisoara (en el oeste del país), se transformó en una verdadera rebelión. Decenas de miles de ciudadanos de Timisoara de diferentes etnias y confesiones se sumaron a los primeros manifestantes. Las fuerzas de represión recurrieron de inmediato a detenciones. Luego, el ejército, la securitate (policía política del régimen) y la milicia dispararon en contra de los manifestantes. Las fábricas y la Universidad se declararon en huelga, los trabajadores y los estudiantes se sumaron a los manifestantes y el ejército se fue a los cuarteles. El 20 de diciembre, Timisoara se convirtió en la primera ciudad rumana libre del comunismo. El 21 de diciembre, la Revolución se propagó también en otras ciudades grandes del oeste y centro del país y culminó en Bucarest con protestas masivas a las que los comunistas también intentaron responder con sangre. El 22 de diciembre, Ceausescu huyó de la sede del Comité Central del Partido Comunista asediado por centenares de miles de personas. Capturado, juzgado de manera superficial y fusilado el 25 de diciembre, Ceausescu dejó atrás un país arruinado y sangriento. Más de 1100 personas fallecieron entre el 16 y el 25 de diciembre de 1989, la mayoría de ellas después de la fuga de Ceausescu. En la época, estas personas fueron consideradas víctimas de los denominados terroristas, leales a la dictadura, cuya identidad aún se desconoce. Los fiscales militares que enviaron a los tribunales el Expediente de la Revolución acusan al líder político del cambio del régimen, el antiguo ministro de Ceausescu de los años 70, caído luego en la desgracia, Ion Iliescu, y a sus colaboradores por haber creado una verdadera psicosis terrorista que generó la pérdida de vidas humanas. La masacre destinada a legitimar el nuevo poder hizo su efecto. En mayo de 1990, en las primeras elecciones libres, Ion Iliescu ganó un 85% de los sufragios de la primera vuelta de los comicios presidenciales y su partido denominado el Frente de la Salvación Nacional se adjudicó dos tercios de los escaños en el recién creado Parlamento. Los fiscales también declaran que la agrupación de Iliescu se constituyó como “un grupo disidente cuyo objetivo fue apartar del poder al antiguo presidente Ceausescu Nicolae, pero al mismo tiempo mantener Rumanía en la esfera de influencia de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas.
Miembro en el presente de la Unión Europea y la OTAN y profundamente dedicado a los valores democráticos occidentales, el propio país ha demostrado que el plan de los complotistas prorrusos fracasó.