Rumanía apoya las reformas de la República de Moldavia
El primer ministro de la República de Moldavia (exsoviética, donde la mayoría de la población habla el rumano), Pavel Filip ha explicado en una declaración para Radio Rumanía la importancia del apoyo de Bucarest para la administración de Chisináu.
Bogdan Matei, 27.06.2017, 14:52
Todavía dramáticamente dividida entre los nostálgicos de la época soviética por un lado, y los partidarios de los valores de occidente por el otro, la sociedad de la República de Moldavia tiene unos vectores políticos correspondientes. Las elecciones conllevaron una difícil cohabitación entre un presidente socialista filoruso, Igor Dodon, y un gobierno de coalición heterogéneo, declarado proeuropeo y liderado por el demócrata Pavel Filip. Después de la investidura, Dodon fue a Rusia tres veces en menos de medio año. Filip se siente mucho mejor en Bucarest, Bruselas o Estrasburgo. El hecho de firmar en 2014 los acuerdos de asociación y libre comercio entre la República de Moldavia y la Unión Europea irritó a Moscú, que puso bajo embargo las mercancías exportadas por Chisináu. Los colaboradores de occidente tampoco digirieron fácilmente la corrupción de allí, que conllevó la alucinante desaparición de 1.000 millones de dolares, el equivalente a casi un 15% del PIB, del sistema bancario de la república. Por temor a tirar su dinero a un agujero negro, la UE, el FMI o el Banco Mundial cortaron temporalmente las líneas de crédito para Chisináu. Rumanía fue entonces la única dispuesta a conceder al Estado vecino un préstamo de 150 millones de euros por cuatro años y medio, con un tipo de interés preferencial del 1,45%. Presente este lunes en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, el primer ministro de la República de Moldavia ha declarado al enviado de Radio Rumanía a Estrasburgo cuán importante es el apoyo de Bucarest para la administración de Chisináu. Pavel Filip:
“El apoyo de Rumanía para nosotros es muy importante y quiero enviar toda la gratitud, también por esta vía, a nuestros amigos de Bucarest, porque lo sentimos no solo aquí, en el Consejo de Europa, sino que sentimos este apoyo cada día. Cuando la República de Moldavia pasó por los momentos más difíciles, estoy hablando incluso del año pasado, cuando no teníamos las financiaciones desbloqueadas, Rumanía nos ofreció el primer préstamo que necesitamos para asegurar nuestra vuelta a una situación normal de las cosas en Chisináu. Sin hablar de muchos otros apoyos que Rumanía concede a la República de Moldavia, por ejemplo la renovación y la construcción de centenares de guarderías, el hecho de ofrecer autobuses para los estudiantes. Pero creo que lo más importante para nosotros es el constante apoyo que Rumanía nos ofrece en nuestro camino europeo.”
Este apoyo es, por lo demás, algo constante de la política de Bucarest. Creada en una parte de los territorios rumanos del este anexionados en 1940 por el Moscú de Stalin, tras un ultimátum, la República de Moldavia proclamó su independencia el 27 de agosto de 1991, junto a la disolución del imperio soviético. Rumanía fue el primer país del mundo que reconoció el mismo día el carácter de Estado de su nuevo vecino. Y desde entonces, indiferentemente del color político de sus gobiernos, fue el abogado y partidario más consecuente de la independencia, la integridad territorial y la integración europea de la República de Moldavia.