Transnistria, un conflicto congelado
La situación de la región secesionista prorrusa de Transnistria, en el este de la República de Moldavia (ex soviética, donde la mayoría de sus habitantes habla el rumano), ha vuelto a figurar en la agenda de los debates de la ONU.
Bogdan Matei, 30.09.2014, 16:32
Según opinan los analistas, la crisis ucraniana de este año no es más que una reedición de los juegos geopolíticos y de guerra puestos en marcha por Rusia hace 25 años. Lo que ha sucedido esta primavera en Crimea y este verano en Donbas ocurrió a comienzos de los años 90 en Transnitria. La región forzó su independencia de Chisinau antes de que desintegrara la ex Unión Soviética. Lo hizo bajo el pretexo injustificado de que la República de Moldavia pudiera volver a unirse con Rumanía, país al que perteneció hasta la anexión estalinista de 1940. Los secesionistas alcanzaron su objetivo en 1992 cuando Chisinau tuvo que aceptar su derrota tras un conflicto armado saldado con centenares de muertos.
Presentada inicialmente como una operación puntual, la presencia de las tropas rusas en Transnistria se convirtió, con el tiempo, en una operación permamente. Se han cumplido ya 15 años desde que en la cumbre de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) celebrada en Estambul, Rusia, dirigida en aquel entonces por el antiguo presidente Boris Yeltsin, se comprometía a retirar sus tropas y el arsenal del este de la República de Moldavia. Bajo el liderazgo de Vladimir Putin, a estas tropas sólo se les ha cambiado el nombre – fuerzas para mantener la paz.
La semana pasada, desde la tribuna de la Junta General de las Naciones Unidas, la ministra de Exteriores de la República de Moldavia, Natalia Gherman, volvió a pedir que estas fuerzas fueran reemplazadas por una misión civil internacional. La presencia de las tropas rusas en Transnistria crea más obstáculos en el camino del proceso de paz — ha destacado la señora Gherman al referirse a los debates sin fin entre el llamado formato 5+2 en el que Chisinau, los separatistas, Rusia, Ucrania y la OSCE son las partes en las negociaciones y la UE y los EEUU desempeñan papeles de observadores.
También en Nueva York, en la víspera de la Junta General, el jefe de la diplomacia de Bucarest, Titus Corlatean, ha reiterado la importancia prioritaria que Rumanía concede a la solución del conflicto congelado de la República de Moldavia. La realización de un acuerdo político basado en el respeto por la soberanía y la integridad territorial y de un estatuto político especial para la región de Transnistria representan el objetivo del Gobierno pro-occidental de Chisinau y de sus socios de Bucarest, Bruselas y Washington. Sin embargo, todo el mundo es consciente de que en Transnistria nada puede pasar sin el acuerdo de Moscú y del comanditario de los secesionistas.