Condenas en serie
Desde el comienzo de 2014, numerosos políticos rumanos han sido condenados en casos de corrupción. En general sonoros, sus nombres alcanzarían para formar un gobierno restringido.
Bogdan Matei, 31.01.2014, 15:59
Cuanto más turbulencias meteorológicas, mayor agitación política y judicial ha venido registrando este mes de enero en Rumanía. Casi todos los partidos políticos han pagado, desde el comienzo del año, tributo a la lucha anticorrupción iniciada por la justicia. Condenas en línea continua golpean sin discriminación alguna tanto al poder como la oposición. Adrian Năstase, ex primer ministro socialdemócrata, todopoderoso entre los años 2000 y 2004, que lideró destacadamente, años enteros, la clasificación de los políticos percibidos por la sociedad como los más corruptos, fue condenado a cuatro años de cárcel a principios de año. Los rigores del régimen cerrado no son ajenos a Năstase, porque este había sido puesto en libertad recientemente, antes del plazo, tras una condena de tres años en otro caso de corrupción.
La semana pasada, otros dos ex ministros fueron condenados definitivamente por delito de prevaricación. El líder Tudor Chiuariu recibió una condena condicional de tres años y seis meses y el representante de la Unión Demócrata de los Húngaros de Rumanía, Zsolt Nagy, recibió una condena condicional de cuatro años por haber aprobado y transferido la propiedad de un edificio situado en una zona céntrica de la capital de la compañía estatal de correos a propiedad privada.
Según de los fiscales, dicha transferencia, rubricada mediante decisión gubernamental, se hizo a través de engaños a un precio inferior al real, de 3.600 euros.
El pasado lunes, la diputada del PP-DD Monica Iacob Ridzi, ex titular por parte del PDL del Ministerio de Juventud y Deporte, fue condenada a cinco años de cárcel en régimen cerrado por un delito de prevaricación. Ridzi fue acusada de adjudicar contratos sin subasta a empresas privadas y de haber gastado una inmensa cantidad de dinero para organizar el Día de la Juventud, el 2 de mayo de 2009. Tras el inicio de las investigaciones, Ridzi podría haber intervenido en la eliminación del ordenador, de datos informáticos y ficheros relevantes para el conocimiento de la verdad.
El pasado jueves, la mala suerte le tocó al PNL.El ministro liberal de Transportes, el diputado Relu Fenechiu, fue condenado definitivamente a cinco años de cárcel en régimen cerrado por ser cómplice de un delito de prevaricación. Antes de ser miembro del gobierno, Fenechiu vendió, en calidad de accionista y administrador, transformadores y conmutadores usados, producidos en los años 70, al precio de equipos nuevos a una empresa estatal rumana del sector energético. También el pasado jueves, dos semanas después de ser detenido, el diputado del Partido Conservador Gheorghe Coman fue condenado a un año de cárcel en régimen cerrado en un caso de tráfico de influencias y apropiación de bienes. Ya sean transformadores usados o alcohol, cualquier motivo es suficiente para que un político arruine su fama y prestigio. Parece ser que gracias a la Justicia el oficio de político empieza a transformarse en una ocupación de alto riesgo, cuando se ejerce al límite de la ley.