Los conflictos congelados en la República de Moldavia
Sincronizados perfectamente, los secesionistas de Transnistria (en la parte oriental de la República de Moldavia) y de Gagauzia (en el sur), la oposición comunista y la embajada rusa en Chisináu tratan de bloquear el acercamiento de la República de Moldav
Bogdan Matei, 16.01.2014, 18:24
La República de Moldavia no tiene tiempo para disfrutar de los resultados de su opción europea. Ni siquiera tres meses después de que el gobierno de Chisináu haya firmado, durante la cumbre comunitaria celebrada en Vilna, los acuerdos de asociación y de libre cambio con la Unión Europea, ya que ahora está sometido a presiones sincronizadas destinadas a frustrar sus esfuerzos. En Gagauzia, las autoridades locales preparan para el próximo 2 de febrero un referéndum a doble apuesta.
Por un lado, dicho referéndum contempla la adhesión de Chisináu a la union aduanera Rusia — Belarrus — Kazajistán, una supuesta alternativa a la UE. Por otro lado, prepara la salida de Gagauzia — región con población de habla mayoritariamente turca, de rito cristiano ortodoxo — de la República de Moldavia, en el caso de que Moldavia perdiera su independencia por una estrictamente hipotética unión con Rumanía. “Este referéndum ilegal no tiene nada que ver con los problemas de los ciudadanos y puede generar más tensión en la república” — ha advertido el primer ministro moldavo, Iurie Leancă, recordando que el plebiscito viola tanto la Constitución, como también otras leyes. En efecto, la preparación del referéndum había sido suspendida por el tribunal, y la fiscalía general de Chisináu decidió iniciar el seguimiento penal contra los organizadores.
En cambio, el Partido de los Comunistas de Chisináu, líder de la oposición filorrusa, no vacila en instigar a la violación de la ley. Los comunistas piden a los gagauces que participen en el referéndum y que se pronuncien a favor. También en Chisináu, el embajador ruso anuncia que Gagauzia gozará de especial atención por parte de Moscú. Simultáneamente a esta guerra de declaraciones, en la parte oriental de la república, los líderes separatistas anuncian la aplicación de la legislación rusa en territorio de Transnistria — otra región prorrusa — con el fin de facilitar su integración en la Federación Rusa. Transnistria salió, de facto, del control de la República de Moldavia en 1992, tras una breve guerra que se saldó con centenares de muertos, a la cual le puso fin la intervención de las tropas rusas de parte de los separatistas.
Casi simultáneamente, sin recurrir a la rebelión armada, pero también bajo la protección de Moscú, Chisináu otorgó a Gagauzia una amplia autonomía. Ha pasado ya casi un cuarto de siglo sin que dichos conflictos congelados fueran solucionados. Las diversas fórmulas propuestas por la OSCE o la fórmula de las negociaciones en las cuales, además de Chisináu y los separatistas, participaron también Rusia, Ucrania, la UE y EEUU, se mostraron ineficientes. Según los analistas, las dos regiones secesionistas son ases en la manga a las que Moscú nunca renunciará. Su utilidad estratégica fue demostrada tanto en los años ’90, cuando hicieron ineficiente la independencia proclamada de Chisinúa, como ahora, cuando impiden el camino de Moldavia hacia Europa y la separación de su pasado soviético.