Los Días de Besarabia
Cada año, a finales del mes de marzo, en Rumanía, en la República de Moldavia (exsoviética con mayoría de rumanohablantes) o en las comunidades rumanas del extranjero se celebran los Días de Besarabia.
Bogdan Matei, 25.03.2016, 14:18
Hace 98 años, el 27 de marzo de 1918, a finales de la Primera Guerra Mundial, sobre el trasfondo de la disolución del Imperio Zarista, el Consejo del País (organismo legislativo de Besarabia) votó la unión de esta provincia mayoritaria rumana con lo que llamaban la Patria Madre. Fue la primera acción de la constitución del Estado nacional unitario rumano, proceso que, a finales del mismo año, finalizó con la unión de Bucovina , Transilvania, parte del Banato, Maramures y Crisana con Bucarest. Esta provincias pertenecían hasta aquel momento a Austro-Hungría. Lejos de ser eufóricas, las ceremonias dedicadas a Besarabia tienen un carácter más bien evocador y triste. La unión sólo duró 22 años. En verano de 1940, tras un ultimátum, Moscú anexionó tanto Besarabia como el norte de Bucovina, territorios que en el presente pertenecen a las antiguas repúblicas soviéticas de Moldavia y Ucrania.
Centenares de miles de habitantes de Besarabia se refugiaron entonces en Rumanía, otras decenas de miles fueron exiliadas a Siberia o Kazajistán y en su lugar los invasores trajeron colonos reclutados de todos los rincones del imperio. Independiente desde 1991, “la república de hoy no es la Besarabia de 1918, ni siquiera en cuanto a la composición nacional o al territorio y las fronteras”. La República de Moldavia está mucho más dividida desde el punto de vista político, administrativo, étnico, lingüístico, religioso que la Besarabia del año 1918”, según ha subrayado el embajador de Chisinau en Bucarest, Mihai Gribincea. El embajador ha advertido que la consecuencia más grave de la mitad del siglo de ocupación es que aunque la República de Moldavia salió de la Unión Soviética, sin embargo la Unión Soviética no salió de la República de Moldavia en cuanto a las mentalidades.
Prooccidental convencido, el embajador ha alentado a “realismo, sabiduría y madurez” en cuanto a una posible unión con Rumanía, insinuada cada vez más frecuentemente tanto por Bucarest como por Chisinau. Hace años, en ambos capitales, decenas de miles de personas participaron bajo el lema “Besarabia es Rumanía” en las así llamadas marchas unionistas. Estaban y siguen estando animadas por la convicción de que para la República de Moldavia, administrada por una clase política profundamente corrupta, fragilizada por el separatismo prorruso de Transnistria (en el este) y a la que todas las clasificaciones de especialidad califica de Estado más pobre de Europa, la única solución es la Unión con Rumanía, país miembro de la UE y la OTAN, un Estado de derecho funcional y cuyo PIB por habitante es, según opinan los expertos, 20 veces mayor. Sin estar animados por algún impulso expansionista, la Presidencia, el Gobierno, el Parlamento y el Ministerio de Exteriores de Rumanía continúan siendo el abogado más consecuente y enérgico de la soberanía e integridad del Estado vecino y de sus aspiraciones de integración europea.