Domingo 27 de enero
Cartas de la semana
Victoria Sepciu, 27.01.2019, 09:25
Lloviznas, lluvias, viento y temperaturas máximas de 4 grados centígrados, han sido las condiciones meteorológicas de esta semana por aquí.
En cuanto a lo demás, quisiera comentaros que el 24 de enero los rumanos celebramos el aniversario 160 desde que nuestro país ha alcanzado uno de los logros más importantes de nuestra historia: la Unión de los Principados Rumanos o la así llamada Unión Menor (la Gran Unión siendo la del 1º de Diciembre de 1918). Con la elección del coronel Alexandru Ioan Cuza como Príncipe de Moldavia (el 5 de enero de 1859) y de Valaquia (el 24 de enero de 1859) y la creación de los Principados Unidos, se ha cumplido el sueño de los intelectuales rumanos que participaron en la Revolución de 1848.
Con esto, queridos oyentes, paso a contestar las cartas y los mensajes de hoy: David Vallejos de Reconquista — Argentina nos mandó este mensaje de felicitación: Quería saludar a todos los que hacen Radio Rumania Internacional y que nos acompañan cada día con su programación. Espero que este año 2019 sea un escalón más para alcanzar la felicidad, y que se cumplan todos sus propósitos. Espero nos sigan acompañando por las ondas cortas como lo vienen haciendo hasta ahora. Un abrazo grande.
-Bueno, David, muchas gracias por haber pensado en nosotros en los días especiales de fin de año que pasamos rodeados por la gente que queremos. Espero, amigo, que lo hayas pasado bien en compañía de tus seres queridos y que este año os traiga salud, alegrías y prosperidad. ¡Hasta la próxima! ¡Hasta pronto!
Ceferino Peirano de Ingeniero Maschwitz-Buenos Aires-Argentina,nos manda una bonita tarjeta navideña para felicitarnos y desearnos que tengamos un año mejor en el que sigamos transmitiendo nuestros programas vía onda corta. Acá, siempre escuchándolos, escribe Ceferino, reflecxionando sobre los temas que tratan, disfrutando de la rueda de amigos que me acercaron al dial.
-Muchas gracias, Ceferino, por tus votos y por haber pensado en nosotros en estos días especiales. Espero, amigo, que este año te traiga salud y prosperidad, más alegrías y momentos imborrables. ¡Un gran abrazo y hasta la próxima!
Osmany Cabrera Herrera de Holguín-Cuba,vuelve a contactar con nosotros para enviarnos sus cordiales saludos y sus últimos informes de recepción. Siempre que puedo les escucho, pues disfruto conocer lo que sucede en su país, escribe este amigo.
-Muchas gracias, Osmany, por haber colaborado una vez más con nosotros, y por mantener intacto tu interés por nuestros programas. Recibe un muy cordial saludo a la distancia y mis mejores deseos para ti y tus seres queridos. ¡Hasta la próxima!
Miguel Ramón Bauset desde Alboraya, Valencia, España, quiso compartir un nuevo material de su serie de artículos reunidos bajo el título de “ESTAMPAS DE LA VIDA”, su título es: CAMINO DE LA COMPRA
Como cada mañana Amelia salía de casa para hacer la compra antes de preparar la comida. Eran cinco, y le gustaba comprar las cosas frescas y lo más recientes para cocinar y que todo el mundo le felicitara por sus ideas y platos exquisitos que no le costaban apenas tiempo.
Vivía en un barrio mediano, pero con la crisis apenas quedaban comercios. El mercado le resultaba un tanto lejos, así que optaba por acercarse al super del barrio donde había casi de todo y podía así satisfacer sus necesidades de compra.
A fin de no llevar muchas bolsas, y más ahora que hay que evitarlas por la defensa del medio ambiente, solía coger un carro verde que le regaló su sobrina y que le acompañaba siempre como una fiel mascota.
Su viaje, por una calle adornada con macetones de plantas que comenzaban su círculo floral diverso y apenas coches, duraba teóricamente diez minutos a buen paso. Pero no era difícil hacer frente a algún patinete circulando por donde no debiera, el cruce con otra calle, alguien descargando paquetes domiciliarios con prisa, una finca en construcción bien adelantada con todo lo que ello supone, o encontrarse con alguien conocido e iniciar conversación.
Había temas de todo tipo, pero se hablaba a veces en grupos de dos o tres personas y en ocasiones en demasía. Que si cuanto tiempo sin vernos, cómo está tu hija, que bonito carro llevas, o te voy a enseñar las fotos de mi nieto en este móvil que solo gasto para lo imprescindible. Todo, absolutamente todo, tenía cabida en esos plantones de voz de las aceras de aquella simpática ciudad de camino a la montaña o playa cercanos.
Mientras conversaban, una grúa se llevaba a un coche no demasiado bien aparcado, no se veían niños porque las vacaciones habían terminado recientemente, un operario estaba arreglando un cable de fibra óptica a fin de dar servicio a una clientela constantemente en demanda, un gato pardo tomaba el sol a sus anchas, un perro alzaba su patita donde no debía mientras el dueño miraba las últimas conversaciones del wasap y casi se cae en un hoyo que había hecho un camión al descargar arena y se había marchado sin dejar rastro, el muchacho del quiosco de dos calles más allá iba repartiendo los últimos periódicos a sus abonados que siguen prefiriendo el olor a tinta a la invasión digital, un afilador de los pocos que quedan llamaba con silbidos de su trabajo a sus posibles clientes, la vecina de abajo saludando a distancia corre que vuela porque esperaba visita, en un rincón un estudiante de bellas artes se esmera en terminar su boceto de la torre del campanario que se asoma entre un par de lugares habitados altos, un coche de alguien conocido pita sin demasiados triunfos, un palomo se apea en la cúpula de un naranjo de adorno que acababa de podar el jardinero, en un banco casi recién pintado un treintañero lee con gran devoción un libro de la biblioteca ajeno a cuanto pasa, varias mujeres ya vuelven a casa con la compra hecha expuestas tal vez a nuevas charlas amigables, el camión del ayuntamiento pasaba cargado de enseres viejos depositados tal vez donde no se debiera camino del ecoparque, un músico marcha a su ensayo acompañado como de costumbre de su inseparable instrumento, un gorrión cortejea a su compañera de árbol en árbol con alguna escapada a tierra, el autobús con apenas pasajeros deja leer su última publicidad de la feria local a su paso, en las alturas el dominio del astro con alguna nube negruzca sin rumbo fijo , unos operarios con el bocadillo bajo el brazo buscan un buen lugar para devorarlo junto a una botella semiabierta de agua que acaban de comprar no hace mucho, un pescador a bordo de una bicicleta lleva una buena captura en su maletín delantero producto de un montón de horas pegado a la caña sin el mínimo ruido y entretenido con el ruido del mar y el jugueteo de las olas salinas espumosas pero hoy algo tranquilas, en el número 34 un pulimentador está acabando de retocar su obra de arte en madera afectada en parte por el último temporal de lluvias de la comarca, un repartidor de hojas publicitarias va terminando, casa por casa, su montoncito número 4 conocedor de que va a cobrar muy poco pero que lo acepta porque no tiene otra cosa, una señora entrada en años viene del médico donde ha guardado una eterna cola y se dispone a sacar las recetas de su bolso marrón que le tocó en un sorteo de verano para entrar en la cercana farmacia que hoy por inventario no abre por la tarde, el chaval con la pierna escayolada de un esguince trata de llegar con sus muletas al parque cercano y descansar un poco junto al verdor del jardín y el trinar de los pájaros, un distribuidor de vino intenta llevar su carga al bar dos calles más allá para deleite de futuros comensales que optan por esta bebida en sus comidas, una madre alegre y feliz pasea en su carro a sus dos gemelos de corta edad que duermen muy a gusto ajenos a lo que les rodea, un repartidor de pizzas serpentea con su agilidad motera en busca del domicilio de la pizza margarita sin necesidad del google maps… una ciudad con vida a esas horas del día!
Parece que doña Amelia ya se ha hecho el ánimo y despidiéndose de sus contactos, va adelantando camino. Estaba tan a gusto con ese último grupo parlamentario que no se había dado cuenta que el amigo reloj al que todavía le duraban las pilas recargadas en la relojería que cerró tras el verano, seguía su camino y las manecillas avanzaban a pasos de gigante con esa misión llamada tiempo que nada ni nadie puede detener.
A partir de ahora se limitaría al saludo rápido encontrase a quien encontrase, y una vez allí a una compra mínima y rápida, dejando lo demás para la tarde cuando los demás duerman un poco la siesta y no se pueda encontrar alguien en el camino.
Tuvo suerte porque no hubo gente comprando y volvió como un relámpago al hogar.
Le salió una señora ensalada, un guiso de cordero estupendo, degustaron una bandeja de quesos variados internacionales y como colofón una tarta de zanahoria de diez. El café colombiano de Juan Valdés y las infusiones de poleo y té pusieron la guinda a esta concentración en torno a la mesa del salón comedor adornado con cuadros artísticos de un pintor cercano. Agua de la sierra, vino de la tierra y un chupito de hierbas acompañaron el evento al que sucedió una agradable sobremesa sabatina, sin tecnologías, que casi olvidó la vuelta a la compra.
En el fondo Amelia se alegró que después de todo la aventura le saliera bordada y la felicitaran ¡Y no era para menos!
MIGUEL RAMÓN BAUSET ALBORAYA 02.01.19 / 17
-Muchas gracias, Miguel, por compartir, una vez más, tus bonitos materiales. Recibe un gran abrazo y un cariñoso saludo desde aquí y ¡Hasta pronto!