Domingo 26 de julio
Primero, queridos amigos, os quiero decir que por aquí la semana ha sido muy similar a las últimas o sea se ha caracterizado por inestabilidad atmosférica, lluvias y tormentas. En Bucarest las máximas han alcanzado los 32 grados centígrados.
Victoria Sepciu, 26.07.2020, 05:32
Primero, queridos amigos, os quiero decir que por aquí la semana ha sido muy similar a las últimas o sea se ha caracterizado por inestabilidad atmosférica, lluvias y tormentas. En Bucarest las máximas han alcanzado los 32 grados centígrados.
Mientras tanto, ha entrado en vigencia la nueva ley sobre cuarentena y aislamiento, aprobada la semana pasada por el Parlamento en Bucarest. Vehemente desafiada por una parte de la sociedad civil, que cree que, en base a este acto normativo, todos los rumanos se transforman en sospechosos, la ley es defendida por el actual poder político, que invoca su necesidad dado el creciente número de infecciones con el nuevo coronavirus. Actualmente, en una población de aproximadamente 19 millones, más de 42.000 personas han sido diagnosticadas con COVID-19 en cinco meses, más de 2.150 han muerto y más de 25.000 han sido curadas.
El lunes, en Rumanía, país con mayoría de cristianos ortodoxos, se celebró la fiesta de San Elías (Ilie, en rumano) que, según la Biblia, fue un profeta hebreo que vivió en el siglo IX a. C. Elías era oriundo de Tishbé, en la región de Galaad. Según la tradición popular, San Elías es el que trae la lluvia en tiempos de sequía. San Elías y sus demonios fueron invertidos por el pueblo con los atributos de los dioses de los relámpagos y los truenos. Al igual que los dioses, San Elías conduce un carro de fuego durante las tormentas y envía relámpagos a los pecadores y a los demonios. San Elías corre a través de las nubes y desde allí envía truenos y relámpagos. Según la tradición, durante la tormenta, las ventanas y puertas de las casas deben estar cerradas, para que ningún espíritu maligno pueda entrar y para que la casa no resulte afectada por los relámpagos y truenos.
Veamos ya qué nos cuentan los amigos que se han puesto en contacto con nosotros. Reapareciendo, es el título del mensaje que nos envió Hugo Longhi desde Rosario, Argentina. Hace tiempo que no aparezco por la pantalla de tu ordenador, escribe Hugo, y se debe a varios factores, el más importante es que no logro escuchar por aire a RRI y eso me frustra un poco. Sucede que este mes de Julio cumplo 30 años ininterrumpidos en la escucha de emisoras internacionales y me pareció importante compartirlo contigo ya que conduces programas elaborados con materia prima de la audiencia, precisamente. Además he tenido la oportunidad de conocerte personalmente al igual que a varios de tus compañeros de la Sección Española.
Y también he conocido enormidad de cosas de Rumanía gracias a estas 3 décadas siguiéndolos. Desde aquellos comienzos en que encontré un país en pleno cambio a este que lucha día a día contra este inesperado visitante llamado Covid-19. En el medio millones de imágenes y recuerdos.
Apenas un discreto festejo pero no quería dejarte afuera al momento del brindis. Es todo.
-Bueno Hugo, primero te quiero felicitar por esta larga e intensa actividad dedicada a la radio y por haber colaborado continuamente con nosotros a lo largo de estos años. Luego, me alegra que hayas reanudado el contacto con nosotros para compartir esta gran celebración. Recibe, además, un fuerte abrazo y mis mejores deseos desde la ciudad que ya visitaste en dos oportunidades. ¡Hasta la próxima!
De nuevo les escribo para enviarles mis informes de recepción del mes de junio, la señal la mayoría de las veces aceptable pero hubo algún día que no alcanzó ese nivel, informa José Luis Corcuera desde Vitoria-España.
Las medidas que se tomaron por el coronavirus se relajan y las cosas no vuelven a la normalidad es lo que ahora llaman la nueva normalidad, que en realidad no tiene nada de normal, pero así le llaman.
La mascarilla es obligatoria en lugares cerrados y en los espacios abiertos se debe llevar cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad y por supuesto están prohibidos los actos multitudinarios, así el fútbol es ahora sin espectadores en el campo, los espectáculos musicales no se celebran y las fiestas populares que tanto abundan por nuestra geografía en verano están canceladas.
Yo retomé algunas de las cosas que se suspendieron por la pandemia, por ejemplo, el primer día que se decretó el confinamiento yo debía hacer unos cursillos de transporte que son necesarios para mi trabajo y deben realizarse cada 5 años. Las autoridades prorrogaron la validez de la antigua titulación por medio año más porque no había posibilidad de hacer cursos de renovación, pero ahora ya se han vuelto a realizar cursillos y me mantendrán de nuevo dos fines de semana confinados en el aula. El motivo por el que se hacen los fines de semana es por tratarse de un curso para transportistas y muchos de ellos pasan la semana fuera de casa realizando viajes largos.
Lo único bueno es que ya tenemos cerca las vacaciones, en está ocasión serán distintas por lo anteriormente comentado, por ejemplo, las fiestas de la ciudad donde resido son en agosto y ya están suspendidas, tampoco te poder arriesgar a ir muy lejos y que un rebrote del virus te deje en cuarentena lejos de casa.
Creo que es todo por ahora con los mejores deseos se despide hasta el próximo mes.
-Muchas gracias, José Luis, por volver a colaborar con nosotros y por compartir lo tuyo. Espero que ya estés disfrutando de tus bien merecidas vacaciones, en la medida de lo posible en la nueva normalidad. Recibe un fortísimo abrazo en la distancia y mis mejores deseos para ti y los tuyos. ¡Hasta la próxima!
Seguimos con otro relato de viaje que lleva la firma de Juan Franco Crespo de Valls Tarragona/España. La propuesta de hoy: CARIBE, BARBADOS
Otro de esos puntos que quedan en la memoria por algo que no siempre viene a cuento. En mi caso fue el célebre derribo del avión de Cubana y, más reciente, por la escultural cantante Rihanna. ¡Qué treintañera más linda!, pero no era el punto en el que precisamente me había parado a pensar para mi viaje y, sin embargo, sucedió. Mereció la pena, aunque el sol tropical, incluso en pleno invierno, es de los que te descuidas y te hace un agujero en tu epidermis.
Se trata de una isla coralina que sigue manteniendo un genuino sabor británico, tiene unos 300.000 habitantes y un clima prácticamente estable durante todo el año. Entraba en la historia con la llegada de los españoles en 1519 aunque serían los ingleses los que la colonizarían en 1627 y le darían la independencia en 1966. Se ubica en el extremo este de lo que se conoce como las Pequeñas Antillas con apenas 431 km², como otras muchas, apenas hay sobresaltos en su orografía, su altura máxima la encontramos en el Monte Hillaby de sólo 320 metros pero que da lugar a una zona de gran belleza paisajística.
Un tercio de la población nos la encontraremos en su desparramada capital: Bridgetown, una mini-urbe tropical pero que se podría confundir con cualquier otra ciudad portuaria en el mismísimo Reino Unido si no fuera por sus gentes. La zona de los muelles y los yates de alta gama me hacían pensar en algunos lugares cercanos a los puertos de los acantilados de Dover por sus barquitos y la quietud que apenas se ve perturbada por algunos acontecimientos a lo largo del año; el punto álgido lo marcará el carnaval (en algunas islas de la región llegan a estar hasta un mes de farra) que aquí denominan Holetown Festival: se trata de una semana seguida en la que los lugareños aprovechan el momento del mes más corto del año para honrar la memoria de la llegada de los primeros colonos europeos a estas tierras y creemos es una buena ocasión para el viajero para poder disfrutar de la peculiar acogida que los lugareños suelen deparar a los huéspedes llegados desde los más apartados rincones del orbe.
Otra fecha que hay que marcar en la agenda es la de mediados de julio (en el 2018 el calor, me dijeron, fue realmente asfixiante, pero ideal para disfrutar de la vida al aire libre y la suave brisa, llegada la tarde, harán más digerible las toneladas de ron que, como bebida local por excelencia, se consumen durante en esas fechas. Curiosamente, apenas sudas, seguramente es la sequedad tropical y el tipo de comida lo que hace que una vez te colocas a la sombra, parece que uno tenga el aire acondicionado incorporado. De ahí que cualquier sombra que encuentras en tu camino da cobijo a infinidad de personas y el visitante acaba también buscando esa protección natural. Los que aman el surfing tienen un par de citas anuales en el calendario. Los aficionados dicen que la mejor zona es la de Soup Bowl-Bathsheba (cerca de los famosos jardines de Andrómeda en la costa Atlántica) y deberemos de hacerles caso puesto que ellos son los especialistas en esas acrobacias entre las olas.
Parte del interés por Barbados lo generó el nefasto Cardenal Richelieu [evidentemente el adjetivo es aplicable para los intereses españoles, el que quiera saber el por qué le aplico el mismo sólo tiene que investigar sobre el peculiar negocio que hizo otro lince llamado Pau Claris –no vale leerse la hagiografía que le hacen los estólidos que esconden el desastre por aquello de era uno de los nuestros-] que autorizó al capitán Belain dEsnambuc para que se instalara por aquí y fundó la Compañía de San Cristóbal el 31 de octubre de 1626, de esa manera se iniciaba la colonización de Saint Kitts y Barbados, consolidó el proyecto ante el descuido de los españoles que andaban por América Central y que cuando se dieron cuenta de lo que sucedía en la zona caribeña ya era demasiado tarde ante los hechos consumados. De hecho John Powell que viajaba hacia Brasil, fue el que tomó posesión de la isla en nombre de Jacobo I en 1625; un par de años después llegaría su hermano con un centenar de colonos que se instalaron en Jamestown (cerca de la actual Holetown).
Digamos que la Compañía francesa quebró en 1629 ante la avaricia de sus accionistas y el trilerismo de los que viajaban pensando hacer un gran negocio [extraordinario el relato de Juan Manuel de Prada en XLSemanal de febrero 2019 con algo parecido pero en Nueva Zelanda] y se encontraron con broncas descomunales de los gobernadores del momento que aprovechaban la coyuntura y a esquilmar se ha dicho. Algunas islas las acabará adquiriendo la Orden de Malta y quizá sea por eso que esas tierras presentan otra estructura urbana que ha sobrevivido a la historia.
Para una estancia más o menos larga, el coste se dispara, los hoteles, ante la demanda, suelen ser caros pero pueden reservarse con tiempo y aprovechar al máximo cualquier hueco en el calendario del viajero para poder darse el gusto de disfrutar del paraíso sin tener que sufrir una depresión cuando nos presentan la factura; la web del turismo nacional pueden servir de gran ayuda para alquilar alguna casa a precio más que competitivo. En algunos casos, dependiendo de la ubicación, hay que pensar en alquilar un vehículo [recuerden que aquí, como en prácticamente todo el Caribe Británico, se conduce por la izquierda] o bien hacerse con los servicios de algún taxista de confianza para que vaya a recogernos. Como curiosidad, los establecimientos de categoría rechazan al viajero si no va con chaqueta y corbata a la hora de la cena. Ignoramos si tras el Brexit seguirán con esa rigidez tan británica que, por otra parte, también ofrece contrapartidas a la hora de las compras: si llevas el pasaporte y el billete de regreso a casa, los bienes están exentos de pagar impuestos y los amantes de los lujos no tendrán dificultad para ellos, especialmente en joyas de alta gama.
Bridgetown es una ciudad sumamente animada y un tráfico que se me antoja enloquecido para estas latitudes, sobre todo en las calles de doble dirección en las que el peatón suele verse sorprendido; si son de dirección única el paso es sencillo mirando en sentido contrario a como lo hacemos en España aunque eso sí, los conductores tienen mucha atención y cuidado, cuando ven que el peatón baja de la acera (no siempre hay) suelen cederle el paso.
Lo más importante, históricamente hablando, lo encontraremos en torno al célebre puente que da nombre a la capital. A pocos metros tenemos Trafalgar Square y la insustituible escultura dedicada a Nelson, la Asamblea y el Parlamento en la catedral de Saint Michael, ambas visitables si no hay sesiones en esos momentos, en el otro lado uno encuentra una gran plaza [Independence Square] y a pocos minutos su abigarrado y colorista mercado, a sus espaldas la gran estación de autobuses que te llevan a cualquier punto de la isla. Siendo madrugador podrás recorrerla con ellos pues debemos recordar que apenas tiene 36 kilómetros de largo y 25 de ancho. Un viaje circular se puede hacer en unas tres horas con alguna que otra paradita; hay infinidad de caminos para comunicar las correspondientes parroquias y tendremos que tener precaución de hacernos con un plano para poder orientarnos en la interminable retahíla de cruces que encontraremos a lo largo del camino.
Evidentemente, cada viajero sabe sus gustos. Personalmente recomendaría algunos lugares históricos como la célebre Abadía de San Nicolás, pasa por ser la casa más antigua de la isla, fue levantada en el XVII, la encontraremos en el nordeste. Como curiosidad podemos recomendar la visita al Observatorio Astronómico Harry Bayley, el único de su tipo en esta zona del Caribe, ubicado en Clapham-Parroquia de Saint Michael, relativamente cerca de la capital insular, fue inaugurado en 1963 y recibió una multimillonaria cantidad que le valió ser reconstruido prácticamente en su totalidad en 2013. Otra cosa interesante es la que denominan Experiencia Concorde, se trata de una visita al célebre avión, Barbados fue una de las cuatro escalas regulares de aquel rey de los cielos [las otras fueron Londres, París y Nueva York] ideal para los que aún le recuerdan, aquí volverán a soñar con su figura y sus viajes adelantándose al tiempo. Para los que aman la espeleología, y aunque nada tengan que ver con las de Postoljna (Eslovenia), aquí nos encontramos con las célebres Cuevas de Harrison que se localizan en el corazón de la isla y para los pequeños el Reino de los Animales y la Granja de Cerdos puede servir para que por unas horas los menudos no den la tabarra. Si quiere dejarse llevar entonces bastará dejarse atrapar por los Land Rover de Island Safari y no quedarán defraudados.
Y los que sienten la llamada de sus ancestros, recordemos que aquí llegaron varias familias sefardíes y esa comunidad judía de la Península Ibérica tuvo una gran importancia económica que aún perdura, el ejemplo lo tenemos en la bella Sinagoga Nidhe Israel [esta comunidad ayudó en la colonia norteamericana de las Carolinas en donde levantaron la célebre Kahad Kadosh Beth Elohim de la ciudad de uno de los estados del gigante norteamericano: Charleston].
Finalizaremos con la referencia de que una parte de la capital, cerca del Museo del Parlamento, es también Patrimonio de la UNESCO, si tiene tiempo, puede ser otra opción para recorrer lo que queda de su pasado colonial que tampoco es tan lejano.
-Muchas gracias, Juan, por haber compartido otro de tus amenos e interesantes relatos. Gracias también por los acertados consejos y las bonitas fotos que lo acompañan. Un gran abrazo y ¡Hasta pronto!