Domingo 21 de marzo
-Primero, amigos, os quiero decir que por aquí tuvimos una semana muy lluviosa en buena parte de Rumanía, incluida la capital Bucarest. Además, los días 16 y 17 de marzo, el área de los Cárpatos Meridionales y de Curbura estuvo bajo alerta naranja por nevadas, fuerte viento y ventisca.
Victoria Sepciu, 21.03.2021, 04:37
-Primero, amigos, os quiero decir que por aquí tuvimos una semana muy lluviosa en buena parte de Rumanía, incluida la capital Bucarest. Además, los días 16 y 17 de marzo, el área de los Cárpatos Meridionales y de Curbura estuvo bajo alerta naranja por nevadas, fuerte viento y ventisca.
Luego, como muchos de vosotros ya sabréis, Europa se enfrenta a la tercera ola de la pandemia de COVID-19, un año después de que la Organización Mundial de la Salud declarara pandemia a la epidemia de coronavirus. En el este del continente aumenta el número de casos de infección, lo que presiona a los sistemas sanitarios. Estos días, Rumanía ha alcanzado el pico registrado durante los últimos tres meses respecto a los casos nuevos de COVID-19. Los representantes del Ministerio de Sanidad han conversado con los directores de hospitales para encontrar nuevos lugares para tratar a los pacientes infectados por SARS-CoV-2, después de haberse anunciado que fueron instaladas algunas unidades móviles en tres hospitales en Bucarest. Próximamente, los centros sanitarios informarán al Ministerio de Sanidad sobre las posibilidades que hay para seguir incrementando el número de camas. Los expertos en salud pública han afirmado que es posible que el aumento del número de infecciones se deba también a la aparición de las cepas mutantes, cada una de ellas con características distintas de transmisión y de contaminación, y con formas de manifestaciones clínicas distintas y más graves que la cepa nativa. Los países vecinos de Rumanía se enfrentan también a la tercera ola de la pandemia.
Y, finalmente, una buena noticia: El documental “Colectiv, dirigido por Alexander Nanau, se ha convertido en la primera película rumana nominada a los premios Óscar y competirá en la edición número 93 de la gala en las categorías de mejor documental y mejor largometraje, según las plataformas en línea de la Academia de Cine estadounidense. La película, coproducción Rumanía-Luxemburgo, presenta los esfuerzos comunes de los médicos, responsables gubernamentales y periodistas de investigación que luchan contra la corrupción y descubren un fraude enorme en el sistema sanitario de Bucarest después del incendio ocurrido en la discoteca Colectiv, el 30 de octubre de 2015. Además, “Colectiv fue designado el pasado mes de diciembre el mejor documental en los Premios de la Academia de Cine Europeo y está nominado al Premio Lux del Público Europeo que será anunciado el 28 de abril de 2021. Obtuvo también el título de mejor documental en el marco de varios festivales internacionales de cine de Brasil, EE. UU., Israel, Suiza o Luxemburgo. Ahora, por el premio Óscar concedido a una película en un idioma extranjero, “Colectiv compite contra »The Man Who Sold His Skin» de Túnez, Another Round de Dinamarca, Better Days de Hong Kong y Quo Vadis, Aida? de Bosnia y Herzegovina, una coproducción con participación rumana. En su crónica para la película de Alexander Nanau, The Hollywood Reporter califica la producción de “expresión dura y escandalosa de la indignación colectiva.
Con esto, queridos amigos, paso a contestar la correspondencia de hoy.
Recibimos, de nuevo, más cartas atrasadas enviadas por José Moacir Portera de Melo desde Pontes e Lacerda/Brasil. Esta vez están fechadas en diciembre de 2020 y enero de 2021. El año 2020 no fue uno de los mejores, escribe este amigo, debido a la pandemia del COVID-19 se cerraron las clases, los comercios, las iglesias. Se perdieron muchos puestos de trabajo, aumentando la pobreza en mi país. Ahora, comenzó la segunda ola y al menos una ciudad de Brasil, Manaos, la capital del Amazonas, está en el caos. Tuvimos pocas fiestas de fin de año. En 25 años fue la primera vez que no viajé a casa de mis hermanos en Sao Paulo. No era recomendable. Pasé las fiestas de Navidad y Año Nuevo acá con unos amigos, sin aglomeraciones, la familia con cuatro miembros, un bebé y yo con todos los cuidados que requieren las circunstancias. Espero y deseo que en 2021 RRI siga con nosotros, con todos estos programas y toda la información que ofrecen. Y también que nuestra vida vuelva a la normalidad lo más rápido posible.
-Yo también lo espero, José, igual que todo el mundo. Lamento muchísimo la situación en la que está tu país y espero que que todo esto acabe pronto. Muchas gracias por este nuevo envío y por seguir colaborando con nosotros. Recibe José, un muy afectuoso saludo en la distancia junto con mis mejores votos ¡Hasta la próxima!
Juan Carlos Gil Mongio nos mandó esta carta desde Zaragoza/España:
Queridos amigos, tengo el placer de ponerme en contacto con vosotros para enviar un informe de escucha, correspondiente a los meses de julio a diciembre de 2020. Agradezco a RRI su permanencia en la onda corta en estos tiempos de crisis económica en que las circunstancias han retirado a muchas otras emisoras de las ondas. Además, hay que agradecer el magnífico trabajo realizado a diario por los profesionales de RRI tanto en lo relativo a contenidos como a la calidad técnica de las emisiones. En particular quiero dar las gracias por la emisión de mi colaboración para el programa dedicado al Día de la Radio, fue emocionante escuchar mi texto. Disfruté mucho del escrito “Érase una vez una carta de Ramón Bauset, me vi totalmente identificado. Pocas cosas hay comparables a abrir el buzón y ver una carta de un amigo (o de una radio, que es lo mismo). Si, además, lleva puestos unos sellos de correo coloridos que muestran un trocito del país de origen, la sensación que se experimenta es ya insuperable. Por otro lado, quiero decir que disfruto especialmente de los programas culturales y aquellos que hablan de tradiciones y de cómo es la vida cotidiana de los rumanos. Agradezco vuestra última carta con QSLs por mi carta anterior y por los sellos del sobre, son preciosos y de gran valor para mí.
-Muchas gracias a ti, Juan Carlos, por apoyarnos continuamente y por escuchar nuestros programas. Gracias también por la bonita foto. Recibe un afectuoso saludo en la distancia y quedo a la espera de tus noticias. ¡Hasta la próxima!
A continuación, Miguel Ramón Bauset de Alboraya-Valencia-España, comparte un nuevo material: EL JUSTIFICANTE
Cuántas veces, muchos de nosotros, hemos tenido que recurrir en nuestra época gloriosa de estudiante, en sus diferentes etapas, a pedir un justificante en casa porque esa mañana, tarde o día completo, incluso alguno más, no podíamos ir a clase, por el motivo que fuera. Y allí, a mano, en un modesto papel, quedaba reflejada el motivo de la ausencia para el profesor o el director.
La respuesta en la inmensa mayoría por no decir todas, era más de una, porque aunque el interés en ir el día a día es máximo, siempre ocurren circunstancias que lo impiden, que van desde una simple enfermedad pasajera de corta duración a un motivo inesperado de esos que se presentan en la vida y que son imprescindibles.
No quiero entrar ni en la veracidad de la causa, ni quien ha firmado aquello que teóricamente correspondía a un familiar directo, porque eso también ha podido ocurrir indiscutiblemente.
Aquella nota escrita en un pequeño papel, a veces mal cortado incluso, con bolígrafos que podían ser de varios colores y a veces con tinta muy escasa, se entregaban al maestro cuando se podía, de una forma personal, y este además de preguntarle el motivo para ver cuál era la reacción en persona y si aquella caligrafía coincidía con la de sus progenitores, buscaba al alumno en la lista de faltas de asistencia, le ponía una cruz como que la había entregado y mandaba al alumno a sentarse en su sitio, para comenzar la clase del día. Siempre en esos momentos, había alguien a quien escuchar, alguien que tenía que contarle algo al profe sobre el por qué no vine ayer o los veinte mil motivos de excusa, a veces ciertos, de no haber podido hacer los deberes del día por esto o aquello.
Los papelitos en cuestión se guardaban en una carpeta, uno encima del otro, por si alguien los reclamaba, o quería verlos en algún momento. Al final del año escolar se archivaban con el mismo fin.
Pero, en ocasiones, el profesor los incluía dentro de algún libro que tenía encima de la mesa porque tenía prisa por comenzar, confiando en que algún momento lo pasaría junto a los demás a la carpeta.
Y a partir de aquí podían sucederse las mil y una historias curiosas de en qué momento pasan junto a los demás a formar parte de la colección anual de justificantes.
Son historias reducidas a un par de frases de las que podía escribirse un buen libro anónimo cuyo contenido mostraría el acontecer de la vida diaria, que nos trae a veces situaciones no previstas y a las que hay que hacerles frente.
Lo que no suele ser habitual en esta serie de anécdotas de los justificantes, es que un profe acuda a un libro de consulta de su extensa biblioteca y se dé cuenta de que entre dos de sus páginas se encuentre una nota manuscrita de un justificante escolar de hace…treinta y cinco años, ni más ni menos, firmada por un padre que justificaba que su hijo no había podido asistir esa tarde al cole.
Es más que creíble que ese maestro habría recurrido a consultar ese libro para preparar sus clases infinidad de veces, algunas habría visto el papelito, pero a buen seguro nunca se había parado a leerlo con detalle.
La nota manuscrita se conservaba en perfecto estado, hasta el punto de que el papel ni estaba amarillento con el paso de los años.
La noticia, verídica, tuvo un final más que feliz. La justificación fue entregada a aquel chavalín que no pudo ir a clase esa tarde, y este, emocionado al ver la firma de su padre enmarcó el justificante y lo tiene como un auténtico tesoro guardado en el mejor lugar de su biblioteca.
En ocasiones las pequeñas cosas pueden desembocar en una bonita historia, y no precisamente de un día para otro.
Hay que disfrutar del día a día, del momento a momento, porque ante tantas peripecias que nos toca vivir a veces sin buscarlas, aparecen otras pequeñas cosas como esta que nos hacen engrandecer y ver la vida de otra manera. Una nota escrita en un papel minúsculo que tuvo un papel importante en su día explicando que no había podido ir a clase, tuvo una doble validez treinta y pico de años después con la alegría añadida.
Hoy ya nada es igual, también en este campo todo ha cambiado, y ¡vaya cómo ha cambiado! Las ausencias se justifican vía internet con las plataformas de los colegios…pero que bonito es recordar aquellas justificaciones de antaño, que como en este caso tienen continuidad más que feliz, muchos años después.
-Muchas gracias, Miguel, por haber compartido otra de tus amenas historias. Un fuerte abrazo, amigo, y ¡Hasta el próximo domingo!