Domingo 15 de abril
Cartas de la semana
Victoria Sepciu, 19.04.2018, 12:03
Graciela Mastrogiacomo de Buenos Aires-Argentina reanuda el contacto con nosotros para enviarnos sus saludos y compartir lo suyo. Por aquí, en otoño, mi estación preferida por el clima templado y los colores amarillo y ocre del paisaje, escribe esta amiga.
Hace un mes comencé a trabajar; será un año difícil por las reformas educativas que se están implementando en todos los niveles (primario, secundario y superior) y que afectan a alumnos y docentes
Como siempre escucho y visito diariamente la página web de la emisora, la cual me mantiene actualizada acerca de los acontecimientos de Rumania y los internacionales.
Te envío estas breves líneas para desearte ¡Feliz Pascua! a ti, a tus seres queridos y a todos los integrantes y oyentes de la emisora.
Muchas gracias, amiga, por reanudar el contacto con nosotros, por tus votos y tu amistad. Espero que disfrutes de tu estación preferida y que tu trabajo te traiga muchas satisfacciones. Un gran abrazo, Graciela, y ¡hasta la próxima!
Miguel Ramón Bauset de Alboraya/Valencia, antiguo amigo oyente y constante colaborador de nuestra emisora, nos mandó un nuevo material para este programa. Se titula “Un poco de felicidad”.
Un excelente amigo mío, políglota donde los haya, me pidió hace unas semanas que le diera mi opinión sobre la felicidad ya que se había trasladado a vivir ocasionalmente a un país donde notaba la gente triste, y temía que ese ambiente le contagiara a él.
Es cierto que ver a una persona sonriente levanta el ánimo y a veces hasta contagia a cuantos vas encontrando, que van caminando día tras otro llenos de problemas y no son capaces ni de saludar con lo bonita que es esta acción gratuita. Es más, alguno de ellos parece que vayan buscando algún tesoro por los suelos en vez de contemplar el paisaje o a la gente que ves, con la cabeza bien alta.
Para mí la felicidad es un estado de ánimo fuera de serie, espectacular, que siempre se debe de llevar detrás, para hacer ver a los demás que la vida está aquí y hay que disfrutarla, sembrando el bien y en muchas ocasiones recogiendo sus abundantes frutos. Los posibles problemas, que todos tenemos, ya irán apareciendo sin llamarlos, pero mientras tanto sonríe y sé feliz, y si de paso haces feliz a quien te rodea, mejor que mejor. ¡Ojalá consigamos cada vez más un mundo mejor, donde la alegría y la sonrisa, sean nuestras protagonistas del vivir de cada jornada! Tiene razón mi amigo, en muchos lugares, el estrés de esas jornadas de 24 horas en un mundo en el que quien encuentra trabajo es un gran afortunado y tiene una auténtica lotería, hay vecinos que ni se conocen, cada uno va a su objetivo de la forma más rápida posible, incluso pidiéndole al tiempo que amplíe sus horas si no tiene bastantes, leyendo bien poco, dominados por las máquinas hasta en las comidas y ofreciendo muy pocos momentos de felicidad.
Pero aun así, con esas tareas concatenadas, hay que buscar esa vuelta al antaño donde se veía más ambientes alegres y tranquilos a nuestro alrededor y difundirlos a los cuatro puntos cardinales. Una acción que no requiere mucho sacrificio, es fácil de hacer y sería extremadamente positivo.
Jamás terminaré de agradecer a aquel Padre Jesuita de la televisión en blanco y negro de mi infancia, que en su programa sabatino juvenil sonreía siempre, en cada uno de los treinta minutos de emisión. Don Jesús Urteaga, que así se llamaba, terminaba sus acertadas reflexiones con una frase que ha sido mi lema a lo largo de toda mi existencia: SIEMPRE ALEGRE PARA HACER FELICES A LOS DEMÁS.
No quiero ser feliz solamente yo, sino quiero que el mayor número de personas a mí alrededor también lo sea. Una frase que me sigue allá donde voy sonriente, que procuro sea siempre, que forma parte de mi correo electrónico, cuando silbo melodías conocidas sin cesar a veces durante un largo tiempo, o cuando no abandono la alegría que procuro irradiar.
Una felicidad contagiosa que luego va dando sus frutos y que te va animando incluso a ampliarla tú mismo porque un mundo triste, lleno de prisas, no conduce a parte alguna, ni a ninguna parte.
Que palabra más bonita, los humanos la manifiestan de muy diversas maneras con sus diferentes acciones, los animales domésticos se alegran al vernos, las plantas mejoran su imagen cuando las arreglamos o regamos. Son diversas formas de hacer partícipes esa forma de ver la vida de otra manera, de la más positiva, de la que más nos interesa.
Es también cierto que hay civilizaciones, países o lugares más abiertos que otros, que sonríen a la vida de una forma distinta, o que saben sonreír muy pocas veces. Y eso es notorio cuando los conocemos o formamos parte de su sociedad o ellos de la nuestra de igual forma. Ello no tiene que significar un cambio de nuestra forma de ser porque ellos sean más apagados o tristes según nuestro punto de vista. Respetando sus costumbres, hay que seguir irradiando felicidad por doquier, más discretamente tal vez. Pero no quitarse la idea de la mente de ser felices. Esa debe ser nuestra meta primordial, hacer la vida más alegre, minimizando los problemas e intentando dejarlos en un segundo plano, sin olvidar, claro está, encontrarles solución lo antes posible.
Felicidad, palabra mágica donde las haya, palabra que desemboca en ver la vida mejor, con esa carrera de obstáculos superándolos poco a poco, con esa imagen de que llegar a la cima aunque no es tarea fácil sí se puede, y con alegría mucho mejor… y nunca olviden aquella frase que lo resume todo: “SIEMPRE ALEGRE, PARA HACER FELICES A LOS DEMÁS “
¡LA REVEDERE, AMIGOS DE RRI!
MIGUEL RAMÓN BAUSET / 4 12.04.18
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