Domingo, 08 de abril de 2018
La edición de esta semana del programa Club de Oyentes.
România Internațional, 08.04.2018, 08:19
-¡Muy buenas noches, queridos oyentes! Espero, amigos, que hayáis disfrutado plenamente de los días especiales ocasionados por las Pascuas de Resurrección en compañía de vuestras familias y demás seres queridos. Os envío a todos un fortísimo abrazo y espero que paséis unos ratos muy amenos en mi compañía.
Queridos oyentes, antes de pasar a los temas de hoy, quisiera deciros, en pocas palabras, cómo suelen celebrar los rumanos las Pascuas de Resurrección y luego recordaros algunas costumbres típicas de aquí. Pues bien, como ya os imaginaréis esta semana ha sido una semana especial por ser la Semana Santa que en rumano se llama “Saptamana Patimilor” (La Semana de la Pasión). Más allá de los ritos, estos días la gente suele finalizar la limpieza de primavera, hacer las compras, preparar los regalos para la familia y amigos, y, no en último lugar, los preparativos para la celebración de las Pascuas.
Muchos rumanos prefieren celebrar las Pascuas de Resurrección en familia, pero ya hay bastantes que optan por pasar estos días en los pueblos, en las pensiones, en alguna cabaña de las montañas o, más recientemente, en el extranjero. Según los datos oficiales, este año también la ciudad de Roma se convirtió en el principal destino de quienes optaron por pasar las Pascuas fuera del país.
Hay también bastante gente que ayuna para poder confesarse y recibir la comunión antes de la fiesta de la Pascua. Claro que eso se puede hacer en cualquier momento del año, pero se considera casi obligatorio hacerlo en este período por el significado tan especial que tiene esta gran fiesta cristiana.
En vísperas de las Pascuas de Resurrección, la gente va a misa que se celebra a medianoche, al final de la cual reciben trocitos de pan salpicados de vino, previamente bendecidos por el sacerdote, que se llaman “pasti” o sea “pascua”. Luego vuelve a casa donde se rompen huevos pasados por agua y teñidos de varios colores, sobre todo de rojo. Antes de hacerlo una de las personas, la que va a dar el golpecito en el huevo, dice “¡Jesús ha resucitado!” y la otra, que espera el golpecito con el huevo en la mano, contesta “¡En verdad ha resucitado!”. Gana la persona cuyo huevo ha quedado intacto tras el choque.
El plato principal de la mesa de este día tan especial lo constituye el asado de cordero y otros preparativos que se hacen a base de su carne. Por supuesto que no faltan los postres muy ricos y muy variados, el aguardiente, el vino y la cerveza.
Y para finalizar quisiera agregar que, igual que en muchos países de Europa y de Latinoamérica, en Rumanía también se asocia el huevo con la fertilidad y como la Pascua coincide con la estación primaveral, estación fértil por excelencia, el huevo ha llegado a ser el símbolo de la Pascua, pues se asemeja a la resurrección como un símbolo de vida nueva.
Además, en Rumanía se mantiene la costumbre de adornar huevos con teñidos y pintados, un arte al que se dedican muchas personas que tienen habilidad para realizar preciosos huevos pintados durante todo el año, muy apreciados por los turistas.
Pasando ya a la correspondencia de hoy, quisiera agradecer, primero, los mensajes especiales que varios amigos oyentes nos mandaron con motivo de las Pascuas de Resurrección. Entre ellos están: António Avelino da Silva de Caruaru-Pernambuco/Brasil, José Luis Corcuera de Vitoria-Álava-España, Davi Lucas Pinto de Sousa de Belo Horizonte/Brasil, Héctor Frías de Santiago/Chile, Andrea Tucci de Teramo-Italia, Joan Coba Femina de Valencia/España y Diego A. Muñoz Portell de Camagüey-Cuba.
-Muchísimas gracias, queridos amigos, por seguir con nosotros. Os mando un gran abrazo a la distancia junto con mis mejores votos. ¡Hasta siempre!
Miguel Ramón Bauset de Alboraya/Valencia, antiguo amigo y constante colaborador de nuestra emisora, que últimamente está de buena racha, escribió un material dedicado a la amistad. Se titula “UNA AMISTAD NON STOP”.
Caminaba la tarde hacia su ocaso a ritmo normal. Era un día de fiesta de esos que no se tiene tanta prisa como el resto. Un día en el que la gente se viste a veces de una manera más precisa, sale en busca de su paseo, su encuentro con amigos, y sus comidas familiares. Pocas cosas permanecen abiertas, solo las indispensables. Hay que disfrutar la jornada que acontece no demasiado con frecuencia, y valorar ese día como de lo más positivo que es lo importante.
Pero hay otros personajes de nuestro caminar diario que se mueven como si de otro día cualquiera se tratase, ya que ellos no notan nada diferente de su alrededor. Para ellos les da igual domingo, agosto o Navidad. Son los otros habitantes del planeta que vuelan, corretean, nadan, cantan o deambulan en busca de comida. Son los amigos de la naturaleza que soportando las inclemencias del tiempo, frio o calor, lluvia o buen tiempo, nos acompañan en mayor o menor grado cada jornada, y a veces incluso haciendo frente al día o la noche que dirigen tan majestuosamente el sol y su amiga la luna que se turnan por allá arriba para no desfallecer de tanto trabajo por los siglos de los siglos.
Tarde de lunes, pero festiva. Equivale en humor a una de domingo cualquiera, pero es indiferente porque la vida sigue y hay que levantar el ánimo.
Hacía tiempo que no me encontraba en mi paseo por las calles a mi buen amigo Heliodoro, un enamorado del mundo de la observación, de todo cuanto le rodea, que percibía a la perfección y lo convertía en adorables secuencias escritas de incalculable valor. Incluso había publicado algún que otro libro de indudable éxito. Su principal método cuando acababa su trabajo en el supermercado de horas y horas, era recorrer aceras, vías y calles en busca de esa imagen visual que tanto agrada a sus amigos lectores, y luego junto a su mesa y flexo dirigir el bolígrafo hacia su papel y darle vida.
Iba acompañado de su fiel perro Tomy que mostraba su inquietud juvenil saltando de alegría. La familia había quedado en el hogar con las últimas tareas del día, la mujer terminando la cena que él había iniciado, y los hijos acabando esos deberes que dejaron para el final, pues andaban inmersos en el corazón festivo de los días.
Dimos una vuelta por el jardín tan inmenso que daba el pulmón verde a la ciudad mientras el sr perro estiraba las piernas y amenizaba con algún que otro ladrido a paseantes y amantes del footing y otros deportes que ya empezaban a llegar empapados de sudor.
Le invito a tomar asiento para conversar en uno de los majestuosos bancos que había debajo de un centenario magnolio antes que la noche fuera nuestra nueva compañera. El trino de diferentes variedades de aves despidiendo el día correteando entre las hojas inmensas de aquel árbol tan grande, tronco incluido, sería el fondo de nuestra conversación.
Es que salgo poco, me dijo, trabajo mucho en la tienda, afortunadamente tengo una buena clientela, y llego agotado la verdad. No tengo tiempo ni ganas de nada.
¡Pero Heliodoro hace tiempo que no escribes, que no das vida a esa imaginación volante que transporta ideas y deja caer esos bellos pensamientos qua todos nos deja con la boca abierta! Tú siempre nos has dicho que hay tiempo para todo, de lo contrario hay que buscarlo. Y nos estás dejando huérfanos de esa facilidad literaria que te caracteriza.
Heliodoro observa los últimos rayos del sol mientras allá arriba la luna y alguna que otra estrella empiezan a sonreír al azulado firmamento y el avión de cada tarde rumbo a la capital empieza a gastar combustible y asusta a los pájaros por momentos, interrumpiendo melodías y canciones llenas de la más gozosa alegría. Lo sé, sé que no cultivo esa afición tan amena de compartir mis vivencias, y es una pena pero estoy sumido en una dejadez total. Lo del trabajo es una excusa, pero hoy por hoy no salgo del hundimiento. Venzo al cansancio adormilándome o mirando la tele que nunca me ha gustado. También ayudo en casa, eso sí, pero el tiempo que dedicaba a escribir ahora no levanto cabeza.
¡Pero amigo Heliodoro, no me lo puedo creer!, debes hacer algo por ser el de antes, por compartir lo que escribes, que muchos te están esperando porque disfrutan leyéndote y tú vales mucho para eso. ¡Me ha venido bien encontrarte para sacar a flote el tema y ver si te animas hombre!
De momento no creo, he caído en un pasotismo literario del que me tendré que levantar porque a mí el escribir me da fuerzas para el día a día, y todo no tiene que ser trabajar.
Pues claro que si ami..
La conversación tan grata como reivindicativa es interrumpida por un sonido de campanas con mayor o menor intensidad que suenan a Gloria. Es el móvil que tiene un alma conversadora al otro lado.
Perdona, dice mi amigo, es un momento solo, pues hace algún tiempo que no sé nada de ella…
Pues claro, hombre, ¡faltaría más!
Mientras, jugueteo con Tomy que no para de hacerse el valiente. Además me divierto viendo como anochece casi del todo, las luces de led se encienden en las farolas, y los mosquitos acuden, cambiando el turno a las moscas, haciendo de las suyas. Bendita naturaleza llena de sorpresas que nunca acabaremos de descubrir!
Tras una veintena de minutos mi amigo finaliza su conversación con la interlocutora. El parque comienza su riego nocturno. Tomy se va un poco más lejos, y le pareció ver una luciérnaga alumbrando con su verde fosfi.
Quería comentarte, dice Heliodoro, que he estado hablando con mi amiga Amapola, una amiga casi de la infancia, que me llama de vez en cuando, cuando puede. Ella vive en Laponia, ya sabes donde el frio polar es siempre noticia. Además ella es receptora de mis escritos, que le entusiasman mucho y esta vez hemos hablado poco de las cosas de siempre. Ella, como tú, se ha dedicado toda la conversación a preguntarme qué es de mi obra literaria, por qué no escribo y todo relacionado con ese tema. Igual que has hecho tú desde que me has visto hoy. Yo le he agradecido ese lindo detalle de preocuparse por mí desde tan lejos, lo que demuestra lo valiosa que es una buena amistad. No sabía yo que los amigos, los buenos amigos, se interesan tanto por mí. Al final le dije que dado su interés me lo iba a pensar muy seriamente. ¿Qué piensas amigo?
Por supuesto que sí. ¿Qué día cercano nos darás una alegría de las buenas?
Caminamos a casa que era ya tarde, nos despedimos, le felicité por aquello de pensárselo y le dije adiós a Tomy. Había una majestuosa luna llena.
En pocos días Heliodoro, con gran premura, me llama para tomar un café en el bar de la plaza. Creo que ha sido el café que mejor me ha sentado de toda mi vida. Al final del mismo abre la carpeta y saca su primer artículo.
ERA Él de nuevo, con su arte y su magia en la pluma.
Sabes amigo mío, entre tú y Amapola me habéis animado a volver a mi gran pasión por la literatura, a ver que lo que escribo sirve para hacer más feliz al mundo, y esto ya no hay quien lo pare, porque la amistad es un gran tesoro, y aquí tenemos una gran prueba. Muchas gracias amigos, de verdad.
Ya lo puedes decir Heliodoro, ánimo con tus letras y con esa vida que das a las frases. BRAVOOO.
¡Qué bonita es la amistad!, una amistad que es capaz de hacer mucho, una amistad para siempre, que nunca cierra sus puertas, una AMISTAD NON STOP como hacen esas tiendecitas rumanas que siempre tienen abierto para atender a su público. VIVA LA AMISTAD Y LA LITERATURA.
MIGUEL RAMÓN BAUSET / 3 ALBORAYA 4.4.18.