El monasterio de Sihla
Hoy les presentamos otro templo religioso de suma belleza.
Valeriu Radulian, 25.09.2013, 18:28
Para llegar a Sihla tienes que subir la Montaña. Uno tarda unos 20 ó 30 minutos, en coche, pero aún así es bastante difícil llegar a la puerta del monasterio. De costumbre, los turistas dejan los coches en un aparcamiento y continúan subiendo a pie, pero todo este esfuerzo queda bien recompensado cuando empieza a vislumbrarse el monasterio. Las celdas de los monjes, por el blanco de la cal, parecen nuevas, pero la iglesia, de dimensiones reducidas es muy antigua. Fue construida por orden de los Cantacuceno en 1741. En 1813, el cura encargado decide modernizar la construcción.
Uno puede visitar el monasterio, sin pagar tasas como en el caso de otros edificios religiosos. Podríamos pensar que esto fue todo, pero no, recien ahora empieza lo más interesante de nuestro viaje imaginario de hoy. Desde este punto, subes dos o tres peldaños de cemento y llegas a un claro, donde se puede vislumbrar también otra iglesia, esta vez se trata de una iglesia de madera, que está al amparo de unas peñas gigantescas. Esta iglesia fue erigida también por orden de un representante de la familia Cantacuceno, en 1763. Tiene forma de barco, sin torre o campanario y de alto no supera la altura de una persona. Si uno continúa por la misma senda por la que llego a este pedacito que parece desprendido del cielo, llega a la cueva de Santa Teodora, también escondida entre las peñas enormes. Este es el lugar donde reza la leyenda que vivía Santa Teodora, conocida también como la protectora de los Montes Cárpatos. Para que este lugar pueda ser considerado perfecto, un poco más arriba, hay un arroyo, un manantial…
De Sihla a Varatec, hay dos opciones, sea continuamos el viaje por el bosque, lo que se puede hacer en verano, sea volvemos un poco hacia Tg. Neamt. Esta segunda variante parece mejor. Del camino que lleva a Piatra Neamt, se desprende una carretera rumbo a la aldea de Agapia, y que finalmente lleva al monasterio, al que logras ver solamente cuando estes a sus pies. Ubicado en las faldas de Muncel, rodeado por el arroyo Agapia, el monasterio es vigilado por los angeles. Es un lugar donde reinan la paz y la tranquilidad, esta zona es un verdadero remedio del alma y la vista, porque las flores de todos los colores parecen una alfombra. Cuando vas rumbo al monasterio, las casas blancas, que también tiene flores en las ventanas, te anuncian que estás por llegar. Pero cuando pisas el umbral del monasterio, por debajo del campanario alto, tu espíritu esta a sus anchas.
El elemento principal que sigue despertando el interés de los turistas desde hace ya tantos siglos es la pintura interior del monasterio, realizada en el período 1858-1862 por el célebre pintor Nicolae Grigorescu.