La Miscelánea
Rumanía podría inscribir dos Paisajes Culturales en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO
Brigitta Pana, 13.11.2017, 12:07
Rumanía cuenta actualmente con los siguientes lugares declarados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: las iglesias pintadas del norte de Moldavia, las iglesias de madera de Maramures, las iglesias fortificadas de Transilvania, las fortalezas dacias de los Montes Orastiei, el Delta del Danubio, el monasterio de Horezu y la ciudadela de Sighişoara. Además, en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad están inscritas la danza ritual Calusul, la doina (un canto lírico solemne), la cerámica de Horezu, la danza de muchachos y la artesanía tradicional de tapices murales. Cabe precisar que el Delta del Danubio, los Montes Retezat y la Reserva Petrosu de los Montes Rodnei figuran en la lista de las Reservas de la Biosfera de la UNESCO mientras que la red global de la UNESCO de parques geológicos incluye el parque geológico de los Dinosaurios de Ţara Haţegului.
Otro tipo de zonas protegidas, probablemente el más complejo, es el Paisaje Cultural donde Rumanía no ha inscrito nada todavía aunque dicha red de la UNESCO ya cuenta con 88 lugares, algunos de ellos transfronterizos, incluso de países cercanos a Rumanía tales como Hungría, Polonia o Ucrania. Según la UNESCO, el paisaje cultural es una realidad compleja, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo identifica como tal, por ello debe abordarse desde diferentes perspectivas. Estos paisajes pueden ser aldeas, jardines, pastos, caminos, espacios sagrados, lugares con biodiversidad notable o donde se conserva la vida tradicional, artesanías ancestrales o técnicas agrícolas antiguas que aún se pueden practicar. En base a estos criterios, Rumanía podría inscribir en la UNESCO dos Paisajes culturales: Ţara Maramureşului y Meseta Târnavelor, lugares que conoceremos en breve en los minutos siguientes.
En el noroeste de Rumanía se encuentra Maramures o Tierra de la Madera. Es una región fronteriza con Ucrania que, debido a su aislamiento secular, conserva muchas peculiaridades que hacen de ella una de las zonas más pintorescas y genuinas del país. Ţara Maramureşului representa desde el punto de vista de la vida tradicional, el territorio mejor conservado de la UE. Bien delimitado por las montañas que rodean la depresión de 3400 kilómetros cuadrados, con 220.000 habitantes y más de 60 localidades, esta zona se unió durante el régimen comunista a Chioarul, Codrul, Lăpuşul y partes de Sătmarului para formar un nuevo distrito, el de Maramureş, que hasta hoy en día no ha logrado formar un todo unitario o tener un carácter común hecho por el cual la huella del Paisaje Cultural abarca la antigua zona etnográfica conocida como Tara Maramuresului. La mayoría de los habitantes de la zona son rumanos, pero hay también un gran número de personas que habla el ucraniano, así como varias comunidades pequeñas de húngaros, gitanos, alemanes y judíos. Los aldeanos crearon a partir del siglo XIV una cultura agrícola pastoril compleja con particularidades únicas, muchas reminiscencias medievales siendo perpetuadas hasta hoy en día tales como elementos de la arquitectura civil y eclesiástica, partes del traje popular, tipos de adornos, una serie de artes, elementos de folclore, etc.
Maramureş ha sido denominado “Tierra de la madera porque en el pasado todo estaba hecho de madera, desde iglesias hasta casas, puertas y establos, utensilios u objetos. Hoy en día la madera es menos importante, sin embargo en esta región hay 80 iglesias antiguas de madera y algunos miles de casas y puertas monumentales de madera. Prácticamente, todo el territorio de Maramures está utilizado por los practicantes del modo de vida tradicional. Los pueblos o más bien asentamientos, son puñados de casas que se distinguen del resto del campo por un cierto aumento en la densidad de las edificaciones. Fuera de la carretera principal, en vez de calles hay caminos de cabras y riachuelos que separan fincas con masías, cobertizos y establos, decorados con espectaculares pórticos de madera tallados a mano. Conviene precisar que Maramures cuenta con una de las más altas biodiversidades de Europa, con 11.000 especies de plantas y animales, un paraíso de flores salvajes, mariposas y aves cantoras, así como bosques que albergan carnívoros grandes tales como osos, lobos o linces. En la región existen centenares de fuentes minerales y lagos salados. La capital de esta región es la ciudad de Baia Mare. Otras ciudades importantes son Satu Mare o Viseu de Sus.
(foto: Adevarul)
Famoso por las iglesias fortificadas de los sajones y por un patrimonio natural y antrópico bien guardado, la Meseta Târnavelor (en el centro de Rumanía) está ubicada entre los ríos Târnava y Olt, cubriendo unos 400 km cuadrados y 150 pueblos con 100.000 habitantes. 5 de las 7 iglesias fortificadas protegidas por la UNESCO están ubicadas en esta zona. Se trata de Biertan, Valea Viilor, Saschiz, Prejmer y Viscri, así como la ciudad de Sighisoara cuyo caso viejo está incluido en el Patrimonio Mundial. Esta zona está habitada por rumanos, húngaros y sajones. La arquitectura de los asentamientos se ha mantenido intacta durante centenares de años: casas de ladrillo quemado, cubiertas de tejas cerámicas con formas y volúmenes unitarios y puertas altas. Casi en todos los pueblos hay iglesias medievales que para hacer frente a los ataques de los siglos XV-XVII fueron fortificadas, se le añadieron torres defensivas, graneros y múltiples estancias para dar cobijo a esta comunidad de agricultores, artesanos y comerciantes. El hábitat de la región es casi perfecto, siendo considerada la Meseta Târnavelor uno de los últimos paisajes medievales de Europa que prácticamente no ha cambiado nada en centenares de años. Una de las tradiciones sajonas más especiales es la de las Vecindades que representa una asociación entre vecinos. Así, todos los habitantes mayores de edad de una calle forman parte de una vecindad cuyo objetivo es ofrecer ayuda y apoyo recíprocos. Otras costumbres tradicionales son el Fasching, la versión transilvana del carnaval occidental, el Kronfest de la zona de Rupea que celebra el comienzo del verano o el desfile de Lolelor – personajes disfrazados, grotescos cuyo papel era proteger a las vecindades.
Claro que el expediente de la Meseta Târnavelor también incluye otros datos bien estructurados que deberían determinar a la Comisión de la UNESCO que aceptara esta posible candidatura. Además de estos dos Paisajes Culturales que acabo de presentarles muy en breve, en las listas del organismo cultural internacional también podría figurar el País Székely, aquel sector de los Montes Banatului donde se practica la agricultura pretecnológica, los paisajes vitícolas de algunos sectores de los Subcárpatos, la simbiosis hombre naturaleza de los Montes Poiana Ruscă o Trascău. Si nuestro país decide presentar estas dos candidaturas, además de la implicación obligatoria de la Comisión Nacional de Rumanía para la UNESCO, del Instituto Nacional del Patrimonio y del Ministerio de Cultura, también las fundaciones no lucrativas que desarrollan su actividad en las dos regiones deberían colaborar. Con el apoyo de las instituciones culturales públicas y privadas y de los especialistas independientes, seguramente este objetivo podrá ser alcanzado. Rumanía merece y debe dar este paso importante cuanto antes y de una manera muy profesional.