ʺ¡Al dar, recibirás!ʺ
África central... En algún lugar muy lejano... En Ruanda... Los cristianos ortodoxos locales rezan con sus sacerdotes. Les anima el padre Nectarie, un monje misionero rumano.
Roxana Vasile, 21.12.2022, 13:57
África central… En algún lugar muy lejano… En Ruanda… Los cristianos ortodoxos locales rezan con sus sacerdotes. Les anima el padre Nectarie, un monje misionero rumano.
Del mismo Tulcea (sureste), el padre Nectarie, bautizado con el nombre de Alexandru Dima, tiene, con tan solo 30 años de edad, experiencias espirituales especiales. No fue casualidad que recibiera en el monasterio el nombre de Nectarie, como tampoco es fruto de la casualidad su presencia en el continente africano. El impulso de ir allí le llegó en el Monte Athos, por parte del padre Damaschin Grigoriatul, del monasterio de Grigoriu:
“Llegué a África, a Burundi, el 11 de septiembre de 2019, a la Metropolía (n. tr.: diócesis de la Iglesia Ortodoxa Rumana) de Burundi y Ruanda. Así, mi arzobispo metropolitano es negro, es africano y pastorea dos países. Allí, sin saber ni swahili ni el idioma local kirundi, comencé a aprender swahili. El swahili se habla en unos 17 países del continente africano. El continente africano tiene 56 o 57 países, y el swahili se habla en las partes central, occidental y oriental. Es como una especie de inglés africano: como el inglés es para nosotros en Europa, el swahili es para África. Aprendí este idioma, doy la misa también en swahili, y así es como me las he arreglado cuando he viajado en África, por otros países. Después de un mes, el arzobispo metropolitano me llevó a Ruanda, me dijo «aquí te necesitan, porque en Burundi tenemos una catedral de los griegos», pero en Ruanda no teníamos nada. Dábamos la Santa Liturgia al aire libre, en carpas, en habitaciones alquiladas o en el campo. Y el metropolitano me dijo que me necesitaban aquí en Ruanda para, con la ayuda de Dios, si podía, construir una iglesiaʺ.
¡Y la construyó!
“La catedral que se construyó, el terreno lo compró mi metropolitano, Inochentios, y solo se habían puesto los cimientos, eso es todo lo que había podido hacer en el 2014, y de ahí hasta el 2020-2021 no se hizo nada. Me hice cargo de la obra y, con la ayuda de Dios, este año también tuve la consagración, el 30 de octubre. Trabajé día y noche en esta catedral. Durante un año y seis meses trabajé en ella: albañilería, enyesado, pintura. Traje a un pintor, un chico muy habilidoso de Iasi, Alexandru, para pintar la iglesia en tres meses; este muchacho trabajó todo el tiempo. Y las paredes, la madera, la escultura que se hizo en la pared, los bancos, el púlpito o ¿qué más se ha hecho?… el iconostasio, el atril… todo eso… Traje un chico del Congo, experto en el trabajo manual de carpintería. No tenemos las máquinas para trabajar muy rápido y perfectamente, pero lo intentamos a mano y, en la medida de lo posible, el resultado fue muy bueno.
La iglesia no es espaciosa para los ruandeses que pisan su umbral, por eso muchos todavía escuchan la misa en el patio. En los bancos, varias docenas de niños cantan, incluso en rumano. Si el padre Nectarie aprendió el idioma swahili, ¡ellos también aprendieron un poco de su lengua materna!
“Con el tiempo, he llevado y traído muchas cosas de Rumanía: vestimentas para los sacerdotes, me ocupo del vino de la comunión, las velas, de todo lo que incluye el servicio. Cuando llegué, los sacerdotes no tenían vino para la Sagrada Comunión y servían zumo. Compraban zumo en la tienda, el más barato, y hacían la Sagrada Comunión o, en vez de incienso, para que saliera humo del incensario, ponían un trozo de cera blanca de las iglesias católicas. Era un humo asfixiante como el de una locomotora de tren. ¡Son muy pobres! En Ruanda, la ortodoxia está presente desde 2012, pero se ha trabajado muy poco en esta parte. Cuando llegué, en 2019, me hice cargo de todo desde cero. Hasta ahora, tenemos dos pequeñas parroquias y la catedral que se construyó. Cuando llegamos, había como 2000 creyentes, bautizados por el metropolitano Inochentios, y este año —construimos un baptisterio en forma de cruz, con escaleras, hermoso, ponemos agua y bautizamos allí—, desde abril hasta ahora, recientemente, hemos bautizado a cerca de 3500 o 4000 personasʺ.
Muchos de los ruandeses que acuden a la Iglesia Ortodoxa, sin embargo, lo hacen porque, además del apoyo espiritual, también reciben ayuda material. Cuando no da la misa, el Padre Nectarie… el rumano… recorre los caminos de Ruanda, para descubrir a los necesitados.
Los cristianos también vienen a la iglesia por motivos de pobreza, porque nosotros damos, y la Iglesia Ortodoxa realmente da. Yo pongo el alma para dar en cada liturgia todo lo que pueda, por pequeño que sea, pero doy de corazón: un bombón, un dulce, un trozo de pan, una caja de leche… Y en mi vida diaria, por la mañana… —hoy no he podido asistir— (n.ed. ¡¡¡por la entrevista!!!) hacemos maitines, y el sábado y domingo la Santa Liturgia. Después de los maitines, durante la semana, salgo fuera. Salgo por la mañana y me pilla la tarde cuando oscurece afuera, porque mucha gente me espera, mucha gente me escribe cartas… Padre, necesito una casa, padre, necesito ropa, ¡tengo niños enfermos! Me concentro en una situación y me encuentro con otras situaciones. Y no tengo adónde ir, sabéis, quiero correr, pero no puedo. Muchas veces he sentido que no podía más e incluso esta semana me he dicho que está más allá de mis fuerzas. ¡Pero no tengo otra opción! ʺ
Cuando viene a Rumania, el padre está ocupado llenando decenas de maletas, incluidas las donaciones recibidas de sus conciudadanos, que luego se lleva a Ruanda. Vino de comunión, ropa sacerdotal, candelabros, pinturas… y mucho más:
“Lo máximo que he llevado fueron 82 maletas, este año, en abril. ¡Eran muchas! Cuando salí de Bucarest, hice escala en Ámsterdam y de Ámsterdam directo al aeropuerto de Kigali, la capital de Ruanda. Y en Ámsterdam tuve escala de una hora y media. Entonces, os cuento, con las 82 maletas que teníamos, embarcamos al avión, pero el avión se retrasó otra hora y media y la azafata era muy divertida: decía todo el tiempo por teléfono, a través de la recepción, «nos disculpamos por el retraso, debido a la gran cantidad de equipaje». Yo no decía nada, ¿sabéis cómo estaba sentado allí en la silla? ¡Que todas las maletas eran mías!ʺ
¡Quien quiera, puede apoyar la misión ortodoxa en Ruanda! —apela el Padre Nectarie, recordando la exhortación de uno de los célebres clérigos de la Iglesia Ortodoxa Rumana, Nicolae Steinhardt, que decía que, “al dar, recibiremos, pero, paradójicamente, no de lo que nos sobra, sino, más bien, de lo que nos falta.
Y, como las celebraciones de Navidad están llamando a la puerta, el misionero Padre Nectarie también se dirige a nosotros con un deseo:
“Estoy a 8000 kilómetros de Rumanía. Creo que la distancia entre nosotros es bastante grande, pero de esta manera les agradezco desde el fondo de mi corazón poder hablar al público y transmitir a nuestros cristianos rumanos en todas partes, de Rumanía y en la diáspora, de todas partes, un buen pensamiento, es decir, desde el fondo de mi corazón: ¡que la celebración del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo llene sus almas de alegría! ¡Les deseo un bendecido año 2023, un año de plenitud espiritual y alegría, armonía y familia unida! ʺ
¡Y cómo podríamos concluir más apropiadamente que con un fragmento de un villancico rumano, interpretado —no podía ser de otra manera — por niños ruandeses!