Sociedad: «Sustenlandia», sobre el futuro que se ha convertido en presente
En «Sustenlandia», conferencia organizada en Bucarest por la asociación Embajada de la Sostenibilidad en Rumanía, se habló de cómo el capitalismo a la antigua usanza, ha acabado con su existencia.
Iulia Hau, 16.10.2024, 13:09
En «Sustenlandia», conferencia organizada en Bucarest por la asociación Embajada de la Sostenibilidad en Rumanía, se habló de cómo el capitalismo a la antigua usanza, que rinde culto al beneficio por considerarlo el único elemento justificador del espíritu empresarial – la razón de ser de cualquier empresa -, ha acabado con su existencia, y quienes se nieguen a adaptarse a las nuevas normas quedarán fuera. Los oradores afirmaron que, a causa de la crisis climática actual, con temperaturas cada vez más extremas y efectos palpables en la vida cotidiana, las empresas deben asumir responsabilidades que vayan más allá del departamento financiero. Responsabilidades que se extienden al bien de las comunidades humanas a las que sirven y al medio ambiente afectado.
Junto con representantes de algunas de las mayores empresas de Rumanía, subieron al escenario tres voces de renombre mundial en materia de sostenibilidad. John Elkington es una de ellas. Apodado «el padrino de la sostenibilidad», es una autoridad en responsabilidad corporativa. Ha escrito más de 20 libros de referencia y cuenta con más de medio siglo de experiencia en este campo. Sobre la situación actual en Rumanía en cuanto a la sostenibilidad del funcionamiento de las empresas, el experto afirmó lo siguiente:
«En Rumanía, la explotación petrolífera es un tema que ha generado y sigue generando mucha conflictividad. La agricultura es otro ámbito en el que conviven quienes practican una agricultura intensiva con pesticidas y fertilizantes, y quienes se orientan hacia métodos ecológicos. Me resulta muy difícil generalizar, pero, por lo que he visto en el evento de hoy y por los debates a los que he asistido o en los que he participado, estoy sorprendido, realmente sorprendido, porque el nivel de debate, al menos en algunas de las redes que hay aquí, es mucho más avanzado de lo que imaginaba».
Para quienes no pertenecen al mundo de los negocios, el mercado empresarial rumano todavía parece basarse en una mentalidad de suma cero. A la pregunta de qué opina al respecto, John Elkington respondió:
«Es perfectamente comprensible que, en un país como Rumanía, con una economía como la suya, que ha salido de un periodo en el que se entendía de forma muy distinta lo que significaba el valor y cómo debía crearse, la gente se haya esforzado por demostrar que puede obtener beneficios que atraigan a los inversores y, en última instancia, al mundo. Pero creo que, si nos fijamos en otras partes del mundo, lo que despertó a la gente en las primeras etapas de la evolución de esta agenda de cambio fueron los desastres. Fueron las cosas que salieron mal. Fueron las emergencias. Y he trabajado muy a menudo con empresas que, o bien lo han sentido en carne propia, o bien han visto a otras empresas de su sector atravesar problemas realmente graves. Sin embargo, mientras tanto, las cosas han cambiado y es posible que también hayan cambiado en Rumanía. Las empresas, en lugar de considerar el cambio solo como una gestión del riesgo, empiezan a darse cuenta de que en realidad se trata de las oportunidades del futuro, de lo que querrán los mercados. ¿Cómo podemos adelantarnos a los demás? ¿Cómo podemos servir a nuevos tipos de consumidores, nuevos tipos de clientes, nuevos tipos de inversores, etc.? Pero no todo el mundo pensará o actuará así. Muchos de los que dirigen empresas tradicionales, puramente orientadas al beneficio, no cambiarán, sino que esperarán a jubilarse o a fallecer. Por lo tanto, la pregunta es: ¿cómo podemos acelerar el proceso para que los jóvenes ocupen puestos importantes y luego de liderazgo? Porque, en general, los jóvenes tienden a ser más conscientes del mundo que les rodea».
Los debates fueron moderados por Charlie Cox, fundador de una empresa británica que ayuda a los directivos a adoptar la mentalidad empresarial necesaria para hacer frente al cambio climático. A la pregunta de qué fuerzas están motivando a la gente a reformar el modo en que dirigen sus empresas, poniendo el medio ambiente en primer lugar de la lista de prioridades, Charlie Cox respondió:
«A menudo, cuando pensamos en el cambio, pensamos en cómo hacer las cosas, en términos de acción. También tenemos que considerar la motivación. La motivación es la primera de las tres y consiste en conectar con los valores inherentes e intrínsecos de las personas, su propósito, su sentido más profundo del propósito, podríamos decir su fibra moral. Hablamos de aprovechar esa parte que existía en las personas cuando tenían cuatro años y querían ser astronautas, ese sueño, esa pasión, ese sentimiento de querer rescatar a una mariquita de una hoja y liberarla. Esa parte de nosotros sigue viva, pero como adultos la hemos reprimido y es muy importante volver a acceder a ella. Sería idealista si no mencionara otras dos cosas: la rareza y la relevancia, que son casi dos caras de la misma moneda. Una de ellas es, y lo digo con cautela, activar el sentido del miedo, de la amenaza de que algo va a pasar si no haces un cambio. ¿Qué riesgo corre su empresa si se queda parada y no hace nada? Podemos hablar, por ejemplo, de esas viejas empresas de hace 30 años que pensábamos que iban a existir para siempre y que ahora están completamente obsoletas a causa de los cambios tecnológicos. Se trata, pues, de recordar a la gente que o se adapta a las nuevas exigencias o se quedará atrás. La otra cara de la misma moneda es la relevancia, es decir, ayudarles a sentir que seguirán siendo relevantes y formarán parte de un movimiento de cambio si ellos también deciden cambiar. Es la misma moneda porque, en lugar de quedarse atrás, tienen la oportunidad de unirse al cambio. Pero aquí necesitamos datos de tendencias; tenemos que decir a la gente: “No hagas algo fuera de lo común o inaudito a menos que quieras ser pionero. En realidad, formas parte de una ola de empresas que avanzan en la misma dirección”. Eso crea una sensación de seguridad, de pertenencia, de que no te van a despedir como director general porque, en realidad, te estás moviendo en la dirección en la que se mueven todos los demás y estás a salvo».
Wayne Visser, que forma parte de la lista de los 100 líderes del pensamiento en comportamiento empresarial digno de confianza de la Escuela de Harvard, fue el tercer invitado residente fuera de Rumanía. Visser cree firmemente que ningún hombre por sí solo puede cambiar el mundo, sino que cada hombre puede cambiar el mundo dentro de su esfera de influencia:
«Creo que aquí es donde la acción local puede ser extremadamente poderosa. Si nos fijamos en lo que han hecho algunos alcaldes a nivel municipal en materia de cambio climático, ha sido mucho más eficaz que lo que han hecho algunos gobiernos nacionales o algunas colaboraciones internacionales. Y con razón, porque ellos (los alcaldes) pueden ver el impacto a nivel local, a menudo tienen más poder para tomar decisiones y aplicar soluciones, y simplemente les resulta más fácil gestionar el problema y la solución. Aunque necesitamos actuar a todos los niveles y todos debemos trabajar juntos, no creo que debamos esperar a tener una legislación ideal y a que todo el mundo esté de acuerdo. Ya saben lo que se dice: no dejemos que la perfección sea una barrera para el cambio».
Versión en español: Victoria Sepciu