Sobre la identidad y la cultura nacional en el año del Centenario
El año en que se celebra el Centenario de la Gran Unión el Barómetro de Consumo Cultural se centra normalmente en las percepciones de los rumanos respecto a la identidad y la valoración del patrimonio.
România Internațional, 24.10.2018, 07:50
El año en que se celebra el Centenario de la Gran Unión del 1 de diciembre de 1918, pero también el Año Europeo del Patrimonio, el Barómetro de Consumo Cultural se centra normalmente en las percepciones de los rumanos respecto a la identidad y la valoración del patrimonio, así como en las prácticas culturales corrientes. Realizado al igual que los años precedentes por el Instituto Nacional para la Investigación y la Formación Cultural (INCFC, por sus siglas en rumano), el estudio ofrece tal vez sorpresas a las personas que esperaban un mayor nivel de conocimientos sobre el significado del Centenario, según considera Carmen Croitoru, gestora del INCFC :
“Las cifras sobre la percepción de la población respecto a los dos acontecimientos no son lo que se esperaba. El hecho de que más de la mitad de los rumanos no se podían orientar o conexionar con el tema del Centenario no es sorprendente, sino que muestra el nivel de un horizonte de expectativas desapercibido. Para nosotros es evidente que las cifras son una consecuencia, por ello nunca consideraremos culpables a los rumanos que no leen, a aquellos que no conocen las fiestas y tampoco a las personas culturalmente desorientadas. Para nosotros está claro que la falta de dirección conceptual y estratégica no se puede convertir en tendencias positivas.
Realizando la encuesta para el barómetro cultural de este año, los investigadores han registrado las respuestas espontáneas ofrecidas a la pregunta: “¿Qué es lo primero que le viene a la mente al escuchar el sintagma Centenario de la Gran Unión? un 47% de los encuestados han contestado “No sé, un 8% han elegido no contestar, y un 45% han expresado varias opiniones, la mayoría de ellas sobre la unión de Transilvania con el reino de Rumanía el 1 de diciembre de 1918. Por lo tanto, “no hay una imagen muy clara en la conciencia pública sobre el significado de la celebración de este acontecimiento, han afirmado los autores de este estudio. En estas condiciones, ¿qué papel tiene el Centenario, como símbolo, en la manera en que la gente construye su identidad local o nacional? Anda Becuţ Marinescu, directora de investigación en el INCFC:
“En este contexto, el Centenario es relevante en la medida en que su celebración está relacionada con algunos acontecimientos que fueron relevantes para una comunidad u otra. Por ejemplo, los monumentos de los héroes que cayeron en la guerra en varias localidades. Es un tipo de monumento del patrimonio bastante frecuente en el territorio del país. En la medida en que con motivo del Centenario se organizan acontecimientos relacionados con este tipo de monumentos del patrimonio, es posible que esto tenga más impacto en la comunidad local. Puede ser un acontecimiento festivo, porque en ciertos casos estos acontecimientos ocupan el primer lugar en la clasificación de las preferencias. Pueden ser también acontecimientos conmemorativos.
Por lo demás, la valoración de las comunidades locales es otra sorpresa del Barómetro de Consumo Cultural de este año: un 65% de los rumanos se identifican en primer lugar mediante la pertenencia a la aldea o la ciudad en la que viven. La referencia al país en el que viven, como punto de referencia para la propia identidad, está en el tercer lugar. Y esta es una grata sorpresa, según el antropólogo Vintilă Mihăilescu:
“En este caso ha sido interesante la autoidentificación: qué es lo que es primero, ¿rumano, ciudadano de la región de Oltenia o de tal aldea? La mayoría de las respuestas se pueden resumir así: soy la persona de este lugar. También está la identificación como europeo: un 6% o un 7%, que no había en las investigaciones anteriores. Pero para mí el renacimiento de lo local es algo muy importante. Se trata de una revaloración de lo que es local y de las particularidades locales. Es algo alentador.
En estas condiciones, se espera que el patrimonio material local sea una prioridad para los rumanos. Y así es: un 82% de los encuestados consideran que el patrimonio cultural es importante para ellos personalmente, y un 78% opinan que es importante para la comunidad local. Sin embargo, sólo un 31% de los encuestados a nivel nacional han declarado que han visitado al menos una vez al año un lugar patrimonial. Y a la pregunta de quiénes son de hecho los visitantes de los lugares del patrimonio inmóvil, el barómetro cultural ha contestado mediante un perfil esquemático: el visitante medio es del género femenino, con edades de entre 50 y 64 años, de un nivel de educación media y cuyo ingreso por vivienda supera el nivel medio neto.
Pero las contradicciones más evidentes están en el caso de las percepciones sobre el patrimonio inmaterial, es decir sobre las tradiciones populares. Un 90% de los rumanos consideran que las tradiciones y las costumbres ocupan un lugar importante en la sociedad rumana, un 82% opinan que el hecho de respetarlas ayuda a construirlas, pero un 50% opinan también que ellas impiden el desarrollo de la sociedad. Es la tensión entre lo antiguo y lo nuevo, entre la necesidad de conservar y la de modernizar, según opina Anda Becuţ-Marinescu. Y Vintilă Mihăilescu ha añadido lo siguiente:
“Esta es de hecho la realidad. Tenemos un culto bien merecido de las tradiciones, pero el culto de la modernidad supera de hecho al culto de las tradiciones. Lo que es absolutamente normal. No esperen que si van a una aldea y desean hacer las tradiciones locales reflorecer, todo el mundo se muestre entusiasmada. La gente será posiblemente cortés, pero jurará para sus adentros y no hará nada en este sentido. El culto de la modernización y de las tradiciones están un poco opuestos. Con el tiempo, en el futuro, ellos pueden converger. Pero hay que ser conscientes de la premisa apoyada por los datos de este barómetro.
Asimismo, las políticas culturales, pero también las estrategias públicas de comunicación deben tener en cuenta este retrato genérico de los rumanos cien años después de la Gran Unión.