Refugiadas ucranianas en Rumanía, un año después de la invasión rusa
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, casi 3,5 millones de ucranianos han entrado en Rumanía, de los cuales aproximadamente 100 000 se han establecido temporalmente en nuestro país.
Christine Leșcu, 08.03.2023, 09:52
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, casi 3,5 millones de ucranianos han entrado en Rumanía, de los cuales aproximadamente 100 000 se han establecido temporalmente en nuestro país. De los que se han decantado por esta opción, más de 5700 tienen un empleo con contrato de trabajo, según los últimos datos facilitados por el Ministerio de Trabajo.
Dado que la gran mayoría de las personas que han venido a Rumanía son mujeres con hijos en edad preescolar, se puede suponer que también una parte significativa de ellas ha encontrado trabajo aquí. Entre ellas se encuentran las beneficiarias de la Asociación Seneca, una organización benéfica no gubernamental que también dirige una librería. Anastasia Staicu, fundadora de la asociación, estuvo, además, durante los primeros días de la guerra, en la frontera entre Rumanía y Ucrania, para ayudar a los refugiados con servicios de traducción, ya que el ruso es su lengua materna. La ayuda inicial ofrecida en la frontera se amplió y, gradualmente, Anastasia Staicu llegó a ayudar a las madres, hijas y abuelas que llegaban a Bucarest a integrarse en la sociedad rumana.
La escuchamos: “Hay una comunidad de más de 200 personas que han aprendido rumano en Seneca Anticafe, en el curso intensivo de rumano. Se hacen amigos aquí, entre ellos o entre ellas, y nosotros nos hacemos amigos. Este año, de los once empleados de Seneca, tres son ucranianos. Y hemos adaptado especialmente una habitación para esto. Es como un aula con capacidad para 20 personas. Y, si no hubiéramos tenido con nosotros a una maestra perfecta, la Sra. Rodica Făguț, no habría salido nada. No solo hacemos un curso intensivo, sino también integración cultural y social. Van al teatro juntos, ven películas rumanas antiguas y nuevas juntos. Es una comunidad verdaderamente dedicada a la integración.
Anastasia Staicu ha logrado contratar a tres de los miembros de esta comunidad como libreros, después de que consiguieran dominar un nivel aceptable de comprensión del rumano. El empleo ayuda a estas mujeres a mantenerse económicamente, pero también a adaptarse a un país desconocido, mientras la guerra en Ucrania parece prolongarse.
Anastasia Staicu: “Antes de inscribirse en los cursos, también les pedimos que indiquen el motivo por el que aprenden rumano. Y si al principio de la guerra el motivo principal era «poder arreglármelas en la calle», «poder hablar con la gente que ya he conocido», ahora más del 50 % dicen querer conseguir un trabajo o permanecer aquí por más tiempo.
Siendo en su mayoría madres, la preocupación de estas mujeres son, obviamente, los niños. El Estado rumano les ha proporcionado varios centros escolares piloto, donde pueden continuar sus estudios. Sin embargo, no son suficientes, por lo que, a partir del próximo año escolar, se ha decidido integrar a los niños refugiados de Ucrania en las escuelas rumanas. Esta decisión, no obstante, plantea una serie de problemas, como también sabemos por Anastasia Staicu:
“Hay seis escuelas centrales que están abiertas en Bucarest. Hay más en el país. Y sé que, desde el comienzo del próximo año escolar, estos niños deberán integrarse en las escuelas rumanas. Desde un punto de vista legal, se supone que existe un curso preparatorio de lengua rumana. El hecho de que ahora simplemente estén matriculados en escuelas, sin este año preparatorio del idioma rumano, será otro trauma adicional. Quizás los más pequeños se adapten. Pero los adolescentes, los de 13 a 17 años, tendrán que aprender junto a los demás siguiendo un currículo que no es de los más sencillos. Sé que será difícil para ellos. Ahora más gente entiende que tal vez la guerra dure al menos dos años más. Las mujeres anteponen al niño, entienden bien que tienen que centrarse en los niños. Merecen recibir más apoyo, un apoyo más organizado, especialmente en el campo de la educación.
Entre las mujeres de Ucrania que dieron prioridad a los niños está Caterina, que vino a Rumanía hace un año con su hijo.
Escuchamos su historia: “Cuando llegué, tenía depresión, como todos los demás, porque no es fácil dejar atrás a tu familia, tu casa, cruzar la frontera a un lugar desconocido con tu hijo. Al poco tiempo entendí que no tenía otra opción más que recuperarme, porque yo soy la única responsable de mi hijo. Al principio encontré trabajo y me contrataron en un centro social donde ayudaba a madres que también venían con niños y necesitaban alojamiento, transporte y documentos. Después de eso, tuve la suerte de conseguir un trabajo aquí, en Seneca, donde tenemos un equipo amigable, donde nos ayudamos unos a otros y continuamos ayudando a los ciudadanos ucranianos. Toda mi familia se quedó en Ucrania, desde mis abuelos hasta mis padres y mi esposo. Nos mantenemos en contacto tanto como Internet nos lo permite, y todos esperamos la victoria.
Para Caterina, la Asociación Seneca la ayudó no solo a encontrar trabajo, sino también a formar una red de apoyo, compuesta principalmente por mujeres refugiadas de Ucrania, pero también por rumanos dispuestos a ayudar. De esta manera, supera con más facilidad este difícil período, tratando de mantener la sonrisa y el optimismo. También Tatiana, otra mujer que llegó hace un año desde Ucrania, con su hija de 12 años, tres gatos y un cachorro. Les ayudó un amigo ya establecido en Rumanía. Después de la angustia de dejar su país natal, la incertidumbre del camino y cruzar la frontera hacia un país desconocido, Tatiana se ha adaptado lentamente, aprendiendo rumano y convirtiéndose en librera. Además, incluso ha logrado conocer mejor Rumanía.
Escuchamos a Tatiana: “En los primeros 4-5 meses, descubrí Rumanía. El amigo por el que vine, hace kayak. Nos llevó a mí y a mi hija a todos sus viajes en kayak. Me encontró una vivienda, lo cual es muy difícil, teniendo en cuenta la gran cantidad de animales que tengo. Pero Rumanía ha sido un verdadero descubrimiento para mí. Ahora, por supuesto, es mucho más simple para mí. Durante el tiempo que he estado aquí, he empezado a aprender el idioma y eso lo cambia todo, porque ya no te sientes como un extraño. Por ahora no es seguro para mí y para mi hija regresar a Ucrania. Si hablamos de mi hija, para ella la adaptación es más difícil. Sin saber el idioma, es bastante difícil. Pero hay un ambiente agradable a su alrededor. Los compañeros de clase y los profesores son muy abiertos, y ella también sabe bien inglés, lo que la ayuda mucho. Sí, se adapta, pero es un proceso largo.
Parece que el período que estas mujeres pasarán en Rumanía también será largo. Pero como ellas ya han superado con su fuerza interior el momento más difícil de un refugiado, también tendrán el coraje necesario de enfrentarse a otros desafíos en el futuro.