Problemas ambientales en Bucarest
Bucarest no es la capital europea más contaminada, pero tiene un nivel de contaminación mucho más alto de lo normal, lo que pone en peligro la salud de sus habitantes.
Christine Leșcu, 17.08.2022, 09:40
Bucarest no es la capital europea más contaminada, pero tiene un nivel de contaminación mucho más alto de lo normal, lo que pone en peligro la salud de sus habitantes. Además, en los últimos años se ha observado el siguiente fenómeno: la calidad del aire en Bucarest varía, especialmente según la estación. De esta manera, en invierno, y más recientemente también en otoño, se registran mayores valores en los indicadores de calidad del aire, debido a que se hacen más fuegos. Estas conclusiones, junto con otras, se pueden encontrar en el Informe de investigación sobre la calidad del medio ambiente en Bucarest, lanzado recientemente a petición de la Fundación Comunitaria de Bucarest. El informe también es la base de la Plataforma Ambiental creada también por esta organización no gubernamental, una plataforma donde se invita a colaborar a activistas cívicos y representantes de las administraciones locales. Los problemas ambientales en Bucarest, que son numerosos y han sido ignorados durante muchos años, ahora requieren una combinación de esfuerzos para encontrar soluciones. Y este es el motivo del lanzamiento de esta plataforma. Pero cualquier enfoque debe partir del análisis detallado de la situación y esto lo ha hecho el profesor universitario Cristian Iojă, autor del informe de investigación, analizando las fuentes de contaminación en Bucarest. Esto es lo que ha encontrado, en resumen.
“Bucarest tiene problemas con las partículas en suspensión, tiene problemas con los óxidos de nitrógeno, tiene problemas con el benceno, tiene problemas con muchas más categorías de contaminantes. Todo se relaciona, en gran parte, con la forma en que elegimos movernos por la ciudad, porque la principal fuente de contaminación del aire viene del tráfico. La mayoría de los ciudadanos de la ciudad eligen el coche para desplazarse dentro de la ciudad. Asimismo, Bucarest tiene una tasa bastante baja de ciudadanos que utilizan el transporte público, por ejemplo. Pero, ¿qué significa este tipo de movilidad? Esta movilidad significa ocupar el espacio público. Nos sorprende el aumento del número de vehículos matriculados en Bucarest en los últimos años. Pero esto se traduce en la ocupación de los espacios públicos, porque vemos que la mayoría de las aceras están ocupadas por coches. Y esto supone problemas en el saneamiento de la ciudad porque, si las instituciones quieren limpiar la ciudad, es un esfuerzo realmente fabuloso apartar todos los coches para lavar una calle. También, en lo referente a los espacios verdes, las autoridades nos muestran unas cifras y nos dicen que estamos muy cerca del objetivo de espacios verdes de la legislación. Pero si nos fijamos en lo que existe en realidad, vemos que nuestros principales espacios verdes están abarrotados, quizás de coches.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? Al combinar ciertos intereses económicos y la negligencia de la gente de Bucarest, considera el profesor Cristian Iojă.
“Yo creo que en este momento lo que hay que entender a nivel de la ciudad es que, a partir de un ambiente contaminado, del aire contaminado, de la mala calidad del agua, del déficit de espacios verdes, de la mala gestión de los residuos y de nuestro consumo desmedido, algunos ganan. Así que básicamente estamos hablando en estos momentos de una economía que se orienta hacia un modelo de consumo de Bucarest donde no se toma conciencia o no se tienen tanto en cuenta los problemas ambientales generados. Sin embargo, también creo que uno de los principales problemas de los que derivan también los problemas ambientales que tiene la ciudad viene del hecho de que todavía hay un apego muy bajo a la ciudad. Hay un bajísimo apego a la ciudad y diríamos una bajísima sensibilidad sobre lo que pasa después como resultado de nuestros gestos individuales. Si cogemos el coche todos los días y para cualquier cosa, debemos ser conscientes de que no tenemos forma de tener aire limpio. Si además tenemos un consumo excesivo de productos, no podemos tener una economía circular. Entonces, básicamente, estos gestos individuales multiplicados en la escala de la ciudad nos hacen tener la multitud de problemas a los que nos enfrentamos en este momento.
De hecho, la gestión de residuos se ha convertido en un problema grave en los últimos años, ya que la basura se ha multiplicado y las autoridades no han seguido el ritmo de la recogida selectiva, el reciclaje y el almacenamiento. Por eso, en las afueras de la capital han aparecido basureros improvisados y en los pueblos cercanos se practica la quema de desechos que libera en el aire sustancias extremadamente dañinas para la salud de los bucarestinos. Por el momento, la administración no parece poder hacer frente a la gran cantidad de fogatas y las intervenciones de la Guardia Ambiental son precarias frente a la magnitud del fenómeno. En general, la forma de actuar de las autoridades es torpe y está cargada de burocracia, tal y como observó el propio alcalde del sector 2 al tomar posesión. Radu Mihaiu.
“La policía local vino a decirnos que deberíamos multar a los de Aguas Rumanas por no limpiar sus aguas. Tenemos un montón de lagos en el noreste de Bucarest y tuvimos una discusión con Aguas Rumanas, quienes dijeron que ellos también podían multarnos porque los ciudadanos del sector 2 tiraban basura en las aguas de la ciudad. Creo que definió la forma en que las autoridades se informaban sobre la gestión de residuos en ese momento: cómo multarnos unos a otros. Nos sentamos a la mesa con el director de Aguas Rumanas y nos propusimos hacer algo en común. Firmamos un protocolo que tardó unos tres meses en formularse, porque, aunque había voluntad política, esta es la burocracia rumana. Nos tomó tres meses firmar un protocolo por el cual Aguas Rumanas aportaba equipos y el ayuntamiento del sector 2 retiraba estos residuos del agua y los llevaba al vertedero. Y sacamos más de 10 000 toneladas de desechos de la orilla de los lagos en Bucarest, lo que demuestra el estado de contaminación que nos han traído los últimos 30 años. La basura no desaparece. Aunque una empresa se haga cargo, no significa que vaya a desaparecer. Muchas veces llega al campo, llega al agua y muchas, muchas veces llega a las estufas de la gente. Esta es una realidad. Muchas veces se queman cosas en Bucarest y se queman en las estufas de las personas. Deberíamos controlar esto. La colaboración con la sociedad civil nos ayuda mucho.
Precisamente la colaboración entre la sociedad civil y las autoridades es el objetivo de la Plataforma Ambiental lanzada recientemente por la Fundación Comunitaria de Bucarest, que, sin embargo, es plenamente consciente de que esta colaboración debe prolongarse durante mucho tiempo para dar frutos y reducir la contaminación.