Es probable que hayan oído hablar de estadísticas en las que los ciudadanos rumanos están a la cola en las clasificaciones europeas en cuanto a hábitos de lectura.
El 2020 fue un año atípico y muy difícil, que supuso muchos retos para las empresas, lo que provocó conmociones tanto en el mercado laboral como en la forma en que las personas percibían su trabajo y su evolución profesional.
Si bien hace un año, al comienzo de la pandemia, el teletrabajo parecía la solución ideal para evitar los contagios, a la vez que seguíamos trabajando desde casa, ahora esa percepción ha cambiado.
Como ya se sabe, la pandemia y las consiguientes restricciones han afectado todavía más a grupos que ya eran vulnerables como, por ejemplo, los adultos y niños de zonas rurales desfavorecidas.
En Rumanía, el 27 % de los niños y adolescentes afirman que, en un día de clase corriente, pasan más de seis horas conectados o revisan constantemente el dispositivo en el que navegan.
Los bosques rumanos son, desde hace siglos, un hogar acogedor para los osos pardos.
Para la sensibilización sobre problemas individuales, aunque también para su resolución, el arte siempre ha demostrado ser muy eficaz.
¿Vivimos ya en «un mundo feliz», como imaginó Aldous Huxley a principios del siglo pasado, o nos dirigimos hacia él?
En el contexto del desarrollo de internet y las redes sociales sin precedentes que se ha dado en los últimos años, ha aumentado a su vez el número de fuentes de información, creíbles o no.
Debido a las graves consecuencias socioeconómicas, la pandemia ha afectado duramente al sector cultural.
El Instituto Nacional de Estadística ha publicado recientemente algunos datos alarmantes: de los casi 200 000 nacimientos registrados en 2019, más de 700 madres fueron niñas menores de quince años y casi 18 000 tenían de quince a diecinueve años.
El emprendimiento social consiste en la satisfacción de una necesidad social por medio de una empresa que genera beneficios y estos beneficios se reinvierten para conseguir el objetivo social principal.
La eficacia de un sistema escolar saludable se mide en la capacidad de mantener a los estudiantes dentro el mayor tiempo posible.
El aislamiento y las restricciones impuestas por la pandemia, que trasladó las clases presenciales a la docencia en línea, obligaron a los niños a pasar más tiempo de lo habitual en Internet.
Tal como se ve la escuela hoy, así será el país mañana, dijo Spiru Haret, quien, en el siglo XIX, sentó las bases de la educación moderna en Rumanía.