Nuevas posibilidades para las personas desfavorecidas
Inmersos en nuestros propios problemas diarios, muchas veces pasamos por la calle sin verlos. Nos referimos a las personas que viven en las calles de Bucarest y en otras ciudades del país.
Christine Leșcu, 30.11.2014, 11:49
Inmersos en nuestros propios problemas diarios, muchas veces pasamos por la calle sin verlos. Nos referimos a las personas que viven en las calles de Bucarest y en otras ciudades del país. A veces es la historia de un fracaso que puede ser de cualquiera y que se podría superar con la ayuda de los demás. Pero ¿qué tipo de ayuda se puede conceder a estas personas? He aquí lo que ha declarado Patrick Ouriaghli, el director ejecutivo de “Talleres sin frontera”:
“En 2009 creamos un taller de inserción laboral a través de la actividad económica, en colaboración con la Fundación “Samusocial”. Es decir que desde hace cinco años contratamos personas que están en una situación difícil y a las que la fundación “Samusocial”, la Agencia Antidroga o los centros de acogida nos los envían. Ellos tienen contacto con personas excluidas o marginalizadas por varias razones: no tienen hogar, son antiguos drogadictos, huérfanos, antiguos presos, etc. Son personas que no pueden encontrar trabajo en el mercado laboral convencional. Nosotros les ofrecemos contrato laboral y trabajan en nuestros talleres durante dos años. Mientras tanto les preparamos para adaptarse al mercado laboral convencional.”
En esta situación se encuentra Cătălin, quien trabajó para el Ejército hasta 1998 y después para algunos servicios privados de seguridad. Se ha quedado sin hogar a causa de los problemas familiares y profesionales:
“Hace un año vivía en un albergue en el barrio de Drumul Taberei con un compañero que también trabaja aquí. Pero ya no y es por esto que vine a los talleres: encontrar una mejor vivienda, ganarme la vida e integrarme profesionalmente.”
Lo mismo ha buscado otro empleado de los “Talleres sin frontera”, un antiguo electricista:
“He venido de un centro comunitario, “La Casa Ioana”, porque había vivido en una casa confiscada durante el régimen comunista y que se devolvió al propietario. Alquilé una vivienda, pero muchas veces no encontraba trabajo y otras veces no recibía el sueldo a tiempo. Necesito un trabajo seguro para cuidar de mi familia y de mis cuatro hijos. Mi esposa hace la limpieza en cuatro edificios. Ahora ya no vivimos en “La Casa Ioana” desde hace tres meses.”
Las personas desfavorecidas que trabajan con contrato laboral en los “Talleres sin fronteras” reciben inicialmente el salario mínimo por economía, comida y abono para el transporte público. Aquí reparan ordenadores antiguos y también están implicados en otro proyecto: el reciclaje de los carteles publicitarios que se convierten en bolsas y bolsos de moda. De esta manera, aprenden a hacer cosas que tal vez les ayude a trabajar después en otro sitio y aprenden también otro ritmo de vida y ritmo laboral, ambos necesarios para integrarse socialmente. Pero lo más importante es recuperar el respeto personal, según opina Patrick Ouriaghli:
“Lo más difícil es que confíen en que pueden escaparse de este estatuto de beneficiario, de carga social o de persona pobre, para volver a integrarse socialmente. Muchos de ellos han tenido familia y buenos sueldos, pero han perdido todo a causa del alcohol o por otras causas. Lo más difícil es que vuelvan a tener confianza. Usamos las actividades económicas como herramientas para ayudarles a recuperar su confianza. Por ejemplo, tenemos talleres de reparación de ordenadores. Aquí los reparan para donarlos a escuelas, centros de acogida u otras instituciones públicas del país entero. Así se sienten útiles y pueden volver a construir un futuro sobre una base sólida y dejar de ser inútiles, están haciendo algo y alguien se lo agradece.”
En el norte del país, en la pequeña localidad de Beclean del distrito de Bistriţa-Năsăud, las autoridades han encontrado una solución para ayudar a 10 personas sin hogar de la localidad. Se han implicado las iglesias de todas las confesiones, según nos ha contado el alcalde Nicolae Moldovan:
“Hemos construido un centro comunitario de ayuda social. Tenemos seis habitaciones, pero bastante grandes. Nadie tendrá habitación propia, vivirán dos o tres personas en una habitación. El ayuntamiento pagará el agua, la electricidad y el gas. Para la comida y la asesoría espiritual o moral tenemos una colaboración con las 12 iglesias de la ciudad. Cada una tiene una semana para ocuparse de estas personas, sea a través de las donaciones, sea a través de la asesoría espiritual. Recomiendo que también les aseguren una o tres comidas al día. Hemos firmado también una colaboración con el hospital local, subordinado al Consejo, para que reciban asesoría médica.”
Los ciudadanos de Beclean conocen a estas diez personas. Antes estaban integradas en la comunidad, y ahora necesitan ayuda para recuperar su estatuto. Nuevamente ante el micrófono el alcalde Nicolae Moldovan:
“Creo que poco a poco los podemos volver a integrar en la sociedad, después de que ellos también vean cómo reciben ayuda. Antes no tenían solución y a lo mejor se sintieron abandonados. Pero si ven que toda la comunidad los ayuda, creo que algunos se pueden recuperar.”
El apoyo de los demás, pero también la recuperación de su propia autonomía es la clave para que las personas sin hogar vuelvan a la normalidad, algo que puede ser difícil.