Ningún niño solo en el hospital
La incidencia del cáncer infantil ha venido aumentado en los últimos años en Rumanía.
România Internațional, 13.06.2018, 16:39
Los problemas oncológicos y también otras enfermedades graves son más difíciles de soportar en los niños que en los adultos y la tragedia es aún peor cuando la enfermedad se vive en soledad. En Rumanía hay pocos hospitales para niños y además están muy aglomerados y sirven de hogar para un gran número de bebés o niños abandonados que casi nunca reciben visitas de sus familiares o niños que permanecen durante meses en el hospital. Para un niño, pasar días o meses entre intubaciones, vendajes, inyecciones y operaciones puede ser una experiencia muy dura. A pesar de los esfuerzos del personal médico, a estos niños les falta el cariño de sus padres.
Para suplir las carencias afectivas, la asociación “El corazón de los niños” ha creado el proyecto “Ningún niño solo en el hospital”. La iniciativa pertenece a Adelina Toncean. Por ahora, el proyecto se está desarrollando en el Hospital Clínico de Urgencia Infantil ”Maria Sklodowska Curie” de Bucarest. Escuchemos a Adelina Toncean:
“Trabajo como voluntaria en la sección para recién nacidos, en el marco del hospital Marie Curie. He comenzado sola el voluntariado, ya que he tenido dos niños con enfermedades muy graves en cuidado temporal. Uno de ellos ha fallecido. El otro pasó un año y medio solo en el hospital. Aunque desde el punto de vista médico se ha recuperado, no ha superado el trauma provocado por la soledad. Siempre he dicho que algún día vamos a animar a más voluntarios, para ayudar a todos los niños, para que no estén solos en el hospital. Ahora contamos con 3200 personas que comparten el mismo deseo: quieren apoyar a los niños enfermos que se han quedado solos. Nuestro programa se llama ”Ningún niño solo en el hospital” precisamente porque intentamos crear un modelo que funcione y que se pueda aplicar en cualquier ámbito.”
Adelina Toncean ha cuidado a muchos niños, les ha dado de comer y les ha ayudado para que no se sintieran solos cuando estaban enfermos y hacían el tratamiento. Ha llegado a tenerles mucho cariño. Hemos hablado con ella en un momento muy difícil para uno de ellos. Adelina Toncean:
“Este es uno de los niños al que he alimentado todos los días. No he faltado ni un día con David. Primero, le daba la leche utilizando una jeringuilla, luego, el biberón… pero hoy he vuelto a verle. Y le pasó lo que siempre pasa con los niños solos: regresan a casa pero vuelven aquí porque se sienten mal. Ahora está intubado, se ha enfermado de sarampión. Hay otro niño que se está preparando para irse, por lo que hoy no es un buen día ni para los voluntarios, ni tampoco para el hospital.”
El programa ”Ningún niño solo en el hospital” ha recibido ya muchas solicitudes por parte de la gente que quiere ser voluntario. Se trata de personas de todas las edades: desde jóvenes de al menos 15 años hasta personas mayores que tienen nietos. Para ser aceptados en el programa, un voluntario tiene que cumplir algunos requisitos: no padecer enfermedades transmisibles y atender a un curso donde aprenden como pueden ayudar en el marco de la sección de terapia intensiva. Además, tienen que estar preparados a trabajar en un lugar donde el límite entre la vida y la muerte es muy estrecho. La preparación médica se hace con la ayuda de… Petruţa. ¿Quién es Petruţa? Adelina Toncean nos lo explica:
“Petruţa es un simulador médico. Tiene el aspecto de un muñeco con el mismo peso que un bebé recién nacido, pero también tiene columna vertebral, clavículas, y además tienes que sostenerle la cabecita… De hecho se trata de un juguete, que imita a los niños enfermos hospitalizados: está intubado, lleva cánulas, catéter, estomago gastrointestinal… De esta forma, los voluntarios pueden aprender sin miedo todas las maniobras, cómo y cuándo han de tocar al bebé, cuáles son los principales tipos de contacto físico y cómo deberían abrazar a un niño, ya que los niños necesitan ser abrazados. Esta es la normalidad aquí: un niño intubado en los brazos de alguien que le ayuda a dormir escuchando el latido de su corazón.”
Entre los que han ”aprendido” con Petruţa también figura Andrada Constantiniuc:
“Durante mucho tiempo me dediqué al voluntariado en otras ciudades y cuando llegué a Bucarest, busqué algo que fuera adecuado para mí. Leí un artículo sobre este proyecto, y me di cuenta de que ese era mi lugar. En el Marie Curie, en Terapia Intensiva, hay algunos niños que no tienen padres y siempre están solos, lo que retrasa su recuperación. Nuestro papel es estar con ellos, ayudar al personal médico que les da de comer, ya que en algunos casos tarda más de una hora en comer 100 mililitros, y en general, cuidarles. Un niño que siente el contacto físico se recupera mucho más pronto, su cerebro se desarrolla más rápido y quiere vivir, a diferencia de un bebé que al estar solo, dejará de luchar.”
Dado que hay muchos voluntarios que se han apuntado al programa “Ningún niño solo en el hospital”, cada uno trabaja 2 hasta 3 horas a la semana, en primer lugar durante los horarios de comida, lo suficiente para que ellos sientan que por su parte también reciben algo. Andrada Constantiniuc:
“En principio, no solo los niños se benefician del voluntariado, sino también nosotros, los voluntarios. Te hace tomar conciencia de las verdaderas prioridades en la vida y te ayuda a dejar de preocuparte por cosas que no son importantes.”