Negocios «verdes» e implicación comunitaria
En 2020, en plena pandemia, cuando la idea de cambio de estilo de vida que fue impuesta inicialmente desde el exterior, empezaba a reflejarse también en el interior, se inauguró en Bucarest la primera tienda ecológica, sin plástico y sin químicos.
România Internațional, 19.01.2022, 12:13
En 2020, en plena pandemia, cuando la idea de cambio de estilo de vida que fue impuesta inicialmente desde el exterior, empezaba a reflejarse también en el interior, se inauguró en Bucarest la primera tienda ecológica, sin plástico y sin químicos. Concebida según el principio de «zero waste» (sin residuos ni basura), la tienda se abrió por iniciativa de Ana Maria Răducanu, quien también quería continuar con su vida sostenible en Bucarest. Ana Maria Răducanu.
“En 2018 regresé a Rumanía después de vivir unos años en ecoaldeas en el extranjero, en comunidades ecológicas internacionales que organizaban toda su vida según un estilo sostenible y respetuoso con la naturaleza. Cuando regresé aquí, la discrepancia era muy grande y me era imposible hacer la compra sin generar montañas de plástico y basura. Me costó mucho adaptarme a esta vida sabiendo que hay soluciones y que se puede vivir de otra manera. Entonces, en octubre de 2018, decidí que haría este espacio principalmente por esta necesidad que tenía. Sigue siendo el único lugar en Bucarest que ofrece tales soluciones de compra sin plástico y con el menor desperdicio posible”.
Siendo la primera y única tienda de este tipo en la capital, ¿cuán rápido se acostumbraron los residentes de Bucarest a este concepto y qué es lo que implica? Responde a esto Ana Maria Răducanu.
“La tienda de tipo «zero waste» (sin residuos o basura) es el lugar donde puedes hacer tus compras para eliminar por completo el plástico de un solo uso. Aquí también se fomenta la economía circular. En vez de venir a comprar productos en envases de plástico desechables o en cualquier otro tipo de envase, aquí vienes con tus propios recipientes. Por ejemplo, la gente viene con sus botes, bolsas o redes de algodón reutilizables y compra los productos que necesita. Los productos están disponibles a granel o en envases retornables, como por ejemplo, los tarros que recibimos y devolvemos al fabricante para que los rellenen. O en envases compostables y nos devuelven la materia orgánica de la que luego hacemos compost. Así garantizamos que todo lo que sale de nuestra tienda no tiene por qué acabar en el basurero”.
Aunque, desde hace muchos años, en Rumanía ideas como vivir de forma sostenible y ecológica, comer lo más natural posible y desalentar el uso del plástico están ganando cada vez más adeptos, siguen siendo conceptos minoritarios. Entonces, ¿quiénes son los clientes de Ana Maria Răducanu?
“Creo que los primeros que cruzaron nuestras puertas tenían ganas de encontrar un lugar así. Notamos, cuando entraron por la puerta, que sintieron una liberación, dieron un suspiro de alivio como si hubieran llegado a casa y muchos me dijeron que estaban felices de tener un lugar donde ya no los veían como bichos raros que vienen con sus propias bolsas y recipientes. Era un pequeño núcleo de gente que ya vivía con este estilo y no tenían un lugar donde hacer sus compras de un modo normal para ellos. Luego, por supuesto, están los que son muy curiosos que vienen a ver cómo es esto o a entender un poco el modelo. Desde que abrió la tienda, he descubierto que el número de compradores se mantiene constante —me refiero a ese primer núcleo—, pero siempre llega gente nueva. Están abiertos a visitar y muchos dicen que conocían la tienda desde hacía mucho tiempo, pero que no habían tenido la oportunidad de venir. Mi percepción es que todavía no nos conocemos y que somos más de lo que pensamos y de lo que parece. También necesitamos un espacio como este que funcione como un pequeño centro de conexiones. Los momentos en la tienda son mágicos cuando varias personas se encuentran y descubren que tienen intereses comunes y hacen proyectos conjuntos y dan consejos a los niños”.
Siendo todavía una tienda solitaria en Bucarest que representa solo a una clientela minoritaria —aunque, no obstante, en crecimiento—, los precios son un poco más elevados que en el caso del comercio convencional. De hecho, el coste de una vida sostenible es una de las razones por las que los productos orgánicos no tienen una gran demanda. Pero para Ana Maria Răducanu y para quienes se adhieren a la corriente del «zero waste», los costes a largo plazo de la basura actual pueden ser incluso mayores. Ana-Mari Răducanu.
“Estos productos tienen costes un poco más cercanos a los costes reales. Un producto en el supermercado que tiene una cadena de distribución masiva y que tiene acceso a unos recursos a otra escala puede tener un precio más bajo que el de una tienda como la nuestra, pequeña. No podemos permitirnos comprar 5 toneladas de garbanzos para tener un precio competitivo con un supermercado. Pero es importante al menos preguntarse por qué algunas cosas terminan siendo tan baratas, cuál es el precio real, de hecho, de los productos que consumimos y quién los paga. Actualmente tenemos esta economía de consumo muy barata porque no pagamos mucho de lo que realmente tendrán que pagar las generaciones futuras. Me refiero a que el coste ambiental no está incluido en los productos que ahora compramos muy baratos, pero la factura les llegará a las generaciones futuras que se quedarán sin recursos, que tendrán parte de sus aguas muy sucias y el aire muy contaminado. Cada vez les será más difícil hacer una huerta de la que alimentarse y en ese sentido me parece que es muy caro, de hecho, lo que compramos ahora. Es caro para nuestros hijos y nietos”.
En la tienda “zero waste” de Bucarest se pueden comprar alimentos básicos, como harina o arroz, especias, aceites, varios tipos de té o dulces sin muchos azúcares añadidos, todo a granel. Además, también se pueden comprar productos de cosmética ecológica y productos de higiene y limpieza a granel, es decir, todo lo que se puede encontrar en el supermercado, pero con un contenido mucho menor o nulo de contaminantes.