Los niños institucionalizados de Rumanía
En Rumanía hay más de 200 instituciones de protección infantil con unas decenas de miles de niños, adolescentes y jóvenes que no tienen nada y a nadie.
România Internațional, 04.06.2015, 21:57
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En Rumanía hay más de 200
instituciones de protección infantil con unas decenas de miles de niños,
adolescentes y jóvenes que no tienen nada y a nadie. Anualmente se gastan
millones de euros para la financiación de estos centros, y las adopciones
pueden durar años. Muchos niños han llegado a los centros a causa de la
política demográfica del período comunista, mientras que otros fueron
abandonados en las maternidades o fueron encontrados en la calle. Cuando salen
de los centros, para muchos empieza la caída, porque no tienen ninguna
dirección en la vida. Otros han continuado su camino y han lanzado un reto
inesperado para la sociedad rumana. Han creado la Asociación de los Adultos de
los Orfanatos – Federeii (el apodo despreciativo de los niños que vivían en los
orfanatos durante el período comunista), para pedir la investigación de los
abusos en los antiguos orfanatos durante los últimos 50 años. El presidente de
la asociación es Daniel Rucăreanu, quien ha vivido en dos orfanatos, pero ha
sobrevivido el sistema. Tiene 37 años de edad, se ha graduado de la universidad
y desea ayudar a los niños abandonados:
Considero que el número
de personas que han vivido en estas instituciones es muy elevado y no tienen
una voz que las represente. Tenemos varios objetivos. El primero es la
recuperación de la memoria de las instituciones de acogida. Hasta ahora no ha
existido una decisión de crear un museo de las instituciones de acogida, de
publicar libros con las historias de las personas que han pasado por una
experiencia de este tipo. Asimismo, deseamos crear una red de adultos que han vivido
en instituciones de acogida, para que colaboren con las autoridades públicas responsables
de la protección de los niños separados de sus padres.
La institucionalización
tiene efectos desastrosos, según recuerda Daniel
Rucăreanu:
No es nada fácil vivir en una
institución de este tipo. Sobre todo porque todos aquellos que llegaban allí
entraban con un fuerte trauma causado por el abandono, por la separación de su
familia. Con el tiempo, empezaban otros traumas: la falta de cariño, los
traumas de la institucionalización, que son también muy agobiantes y que muchos
no consiguen superar. Viví 7 años en dos instituciones de este tipo: una de
ellas en Ploieşti y la otra en Buşteni.
Tuve suerte porque, cuando tenía 8 o 9 años, conocí a una familia de Buftea,
unos ancianos que me cogieron cariño y me apoyaron en la vida. No me adoptaron.
Me llevaban a vivir con ellos durante las vacaciones y así conseguí escaparme
de la institución, y también del fracaso en la vida. Muy pocos de estos niños
consiguen graduarse en el instituto y
después de la facultad. Aproximadamente un 2 o 3% de ellos. Sólo conocí a mi
madre. Nunca a mi padre. Fui víctima de los abusos en el ámbito familiar. Antes
de llegar a una institución de acogida, había vivido en la calle durante mucho
tiempo.
Según los objetivos
mencionados en la Estrategia de los derechos de los niños para el período 2014-2020,
Rumanía tiene que cerrar sus antiguos centros de acogida y encontrar soluciones
para reintegrar a los niños a la familia. La Fundación Hope and Homes for
Children Romania (HHC) está en Rumanía desde el año 2000 y sigue dando
esperanza a los niños más tristes del mundo – huérfanos, abandonados y
vulnerables – ayudándoles a crecer en una familia, teniendo la seguridad del
hogar. He aquí la declaración de Otto Sestak, administrador de los programas de
formación de la Fundación Hope and Homes for Children Romania:
Después de la revolución,
tanto la comunidad rumana, como la comunidad internacional empezaron a ver la
dimensión del problema de los niños institucionalizados y la terrible situación en la que vivían. Se
publicaron las primeras imágenes en reportajes televisivos. La reforma del
sistema de servicios para los niños que ya no viven con sus padres empezó en
Rumanía en 1996. La reforma es más compleja que sustituir a las antiguas
instituciones por las casas de tipo familiar. De hecho, se trata de cambiar el
paradigma de los servicios sociales, cambiar el tipo de oferta disponible para
los niños. ¿Qué pasaba antes? Antes, para cualquier situación de riesgo, para
cualquier problema que ocurría con el niño, con los padres en la familia, la
solución disponible y que ofrecían las autoridades era separar al niño de su
familia y enviarlo a un centro de acogida. Mucha gente pensaba que los más de
100.000 niños de Rumanía que estaban en las instituciones a principios de los
años 2000 eran huérfanos. En realidad, un 80-90% de los niños que estaban en
aquellas instituciones tenían padres. No eran huérfanos. Pero, en aquel
momento, no existía una solución
coherente para que ellos se quedaran con su familia.
A partir del año 2000,
desde que la Fundación HHC trabaja en Rumanía, más de 6.000 niños han sido sacados
de las instituciones, 21.000 niños han sido salvados del abandono, y 47
instituciones se han cerrado para siempre. En total, 30.000 niños tienen ahora
una vida mejor: algunos han sido ayudados a reintegrarse en sus familias
naturales o han sido enviados a familias de asistentes maternales, y para otros
se han construido casas de tipo familiar. Nuevamente ante el micrófono Otto
Sestak:
Creemos que cada niño merece una
casa y una familia. Nosotros deseamos ofrecer esto a cada niño, no queremos
construir casas de tipo familiar, porque entonces no cambiamos esencialmente el
tipo de cuidado. Deseamos acercar a los niños a las familias y a un ámbito de
tipo familiar. Esto es lo que haremos cerrando las antiguas instituciones y
desarrollando después servicios vinculados en la comunidad y orientados hacia
el apoyo familiar. Es verdad, parte de nuestra actividad representa también la
construcción de casas de tipo familiar. Ellas representan una alternativa
temporal para los niños que ya no pueden regresar a una familia. Por otro lado,
son niños con una familia inadecuada, tóxica. Son familias que están abusando
de los niños. Son niños que necesitan atención especializada durante mucho
tiempo. Entonces, para ellos es útil tener una serie de pequeños servicios de
residencia. Estos servicios están pensados como una solución temporal, y están orientados
a solucionar un problema, para que el niño pueda regresar a su familia natural
o a una familia que lo cuide.
La Fundación HHC se ha
implicado también en la integración social de los jóvenes que salen del sistema
de protección. Hasta ahora, la fundación ha ayudado a 456 jóvenes a encontrar
su camino en la vida.