Los indigentes y sus historias
Los indigentes, muy frecuentes especialmente en la capital, son tratados por la llamada gente normal, o integrada desde el punto de vista de social, con desdén o con caridad y compasión.
Christine Leșcu, 20.12.2017, 16:42
En general son percibidos como un grupo aunque en realidad difieren entre sí como todos nosotros. El sociólogo Ciprian Voicila acaba de publicar su libro titulado “Los adultos de la calle. 15 biografías sin domicilio inspirado en las historias individuales de estos indigentes. El libro, que contiene 15 entrevistas con 15 sintecho, no es una mera encuesta sociológica sino una invitacion a empatizar con esta gente. Escuchemos al autor del libro, Ciprian Voicila:
“La mayoría de las personas que yo he entrevistado tiene entre 45 y 50 años de edad, y en general lleva en la calle entre 6 y 25 años. Durante este período casi todas han llegado a ser adictas al alcohol. En general son antiguos empleados de las fabricas comunistas, en el presente víctimas colaterales del proceso de desindustrialización. Una vez cerradas sus empresas, antiguas profesiones como por ejemplo la de cerrajero mecánico ya no eran solicitadas, y como nadie estuvo interesado en la recapacitación profesional de estos obreros, desprovistos de un ingreso material, llegaron a la calle.
Conforme a un estudio efectuado en 2010 por el Servicio de Ayuda Móvil de Urgencia Social, Samusocial Rumanía, sólo en Bucarest había alrededor de 5000 personas sin techo. El mismo servicio realizó una lista de las causas que conducen a esta situación: el divorcio o los conflictos en la familia, el paro, la imposibilidad de pagar los gastos y el alquiler. Otras causas son la dependencia del alcohol, de los juegos de azar, y también, el hecho de que muchos de los indigentes proceden de orfanatos. Además, muchas de estas personas han sido víctimas de accidentes a raíz de los cuales se han visto en la imposibilidad de sustentarse. Algunos de ellos logran reintegrarse en la sociedad pero muchos permanecen en la calle. Estos son los sin hogar crónicos.
“Cuando una persona se acostumbra a vivir en la calle las posibilidades de reinserción socioprofesional disminuyen. Imagínense cómo sería vivir en un medio peligroso, sin verte obligado a pagar las facturas, sin jefes, y la posibilidad de recorrer la ciudad cuando te de la gana. Por ello, cuando logran conseguir un lugar de trabajo estas personas no se acostumbran a quedarse en un espacio cerrado más de un par de horas. Samusocial ha registrado muchos casos en los que personas que viven en la calle han podido empezar de nuevo, pero por varias razones, como el deseo de libertad absoluta sin subordinación alguna, muchas de estas personas abandonan el trabajo conseguido.
A través de la organización Samusocial hemos podido hablar con algunas de estas personas sin techo. Niculescu Calin Niculae, de 60 años de edad, vive desde hace 13 años en la calle porque se quedó sin vivienda a raíz del divorcio. Escuchémosle:
“Soy ingeniero metalúrgico de profesión, seguí también unos cursos postuniversitarios de marketing-management, pero cada vez que encontraba un lugar de trabajo me rechazaban por mi edad.
Calin Niculescu ha logrado sobrevivir en la calle pero todavía tiene sus motivos de enfado:
“La gente nos mira con odio porque nos toma por drogadictos. Hay una diferencia entre un joven que sale de un canal tras inhalar sustancias químicas que son una alternativa a las drogas, y un hombre normal como yo. Porque no soy adicto a las drogas y me considero una persona normal.
Cristian llegó a Bucarest desde Tulcea a los 17 años de edad. En el presente tiene 27, y es uno de los casos solucionados con éxito por el servicio Samusocial. Escuchémosle:
“Vine aquí porque había oído que había la posibilidad de encontrar un lugar de trabajo. Al principio fue difícil porque estaba solo y no conocía a nadie. Pasé un tiempo viviendo en la calle. Trataba de albergarme en las escaleras de los bloques de viviendas pero los propietarios me echaban. Dormía a ratos.
Gracias a las organizaciones no gubernamentales pero tambien a su propio deseo de llevar una vida decente, en el presente Cristian se beneficia de un lugar de trabajo y de una vivienda.
“Muchas de las personas que viven en la calle me decían que era mejor robar que ser correcto. Yo les decía que hay también ricos deseosos de ayudarnos. Con ayuda del servicio Samusocial mi vida ha cambiado para bien. Otros indigentes me habían robado los documentos de identidad pero Samusocial me ayudó a obtener unos documentos nuevos y a emplearme en una ONG cuya actividad se basa en la recuperación del papel.
Esperamos que este buen comienzo se transforme en algo permanente.