Los exámenes internacionales y la educación de los rumanos
A finales del año pasado, mediante las evaluaciones PISA, la sociedad rumana tuvo la ocasión de comparar el nivel de preparación de los jóvenes de Rumanía con el de los alumnos de otros 64 estados de todo el mundo
Christine Leșcu, 31.01.2014, 16:21
El programa de evaluación internacional (Programme for International Student Assessment) o PISA, abreviado, se realiza desde el año 2000 cada tres años con el fin de medir la competencia de los estudiantes de 15 años de edad en tres competencias clave como son la lectora, la matemática y la científica. En la edición de 2012 del estudio PISA participaron los 34 países miembros de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico) y 31 países socios, representando más del 80% de la economía mundial. En cuanto a los rumanos, los resultados fueron poco alentadores, tanto para las autoridades como para los ciudadanos. Un 40% de los estudiantes obtuvieron malos resultados y solo el 3,2% obtuvieron resultados sobresalientes. Rumanía ocupó la 45ª posición del total de 65 estados participantes en dicha evaluación. He aquí lo que ha declarado al respecto el ministro rumano de educación, Remus Pricopie:
“Si quieren una opinión sencilla, entonces puedo decirle que los resultados son malos. Si quieren una explicación más elaborada, entonces comprobamos que seguiremos por debajo del promedio de la Unión Europea y que muchos niños, tras ocho años de escuela, no son capaces de superar unos exámenes de matemáticas, de ciencia y de lectura de nivel medio. Al mismo tiempo, para ser objetivos hay que reconocer que se ha registrado un pequeño progreso: en comparación con la evaluación PISA anterior, realizada en 2009, Rumanía obtuvo 4 puntos más en la clasificación general, y eso es alentador.”
Para explicar estos malos resultados, el ministro Remus Pricopie se refiere tanto a la modalidad en que los alumnos son evaluados en el sistema rumano de educación como a las nociones enseñadas.
“Hay dos explicaciones posibles. En primer lugar, en el aula no se hace lo que debería hacerse. La segunda explicación tiene que ver con la metodología del examen. Es muy fácil quejarse de la metodología cuando, en realidad, en el aula no se hace lo que debería hacerse. No comprobamos si los alumnos han aprendido las nociones enseñadas y, si lo hacemos, lo hacemos de forma superficial. Hay escuelas en que un alumno recibe una nota buena (un 9, cuando la nota máxima es un 10), pero en realidad su nota real debería ser un 6. Les decimos a los padres y a los alumnos que tienen buenos resultados, luego comprobamos en el examen que esta no es la verdad. Por eso, a partir de este año vamos a aplicar algunas previsiones incluidas ya en la Ley de la Educación, mediante las cuales se introducen evaluaciones a los alumnos del segundo, del cuarto y del sexto curso, precisamente para tener así unas radiografías para saber si su evolución es buena o no. Así podremos intervenir a tiempo para corregir los errores.”
Por eso, en el futuro, el ministerio pretende que los exámenes a los alumnos de Rumanía sean similares a los exámenes PISA, es decir, que haya evaluaciones interdisciplinarias, a las cuales los alumnos rumanos no están acostumbrados. Es más, el programa escolar también se cambiará, ya que se considera que el programa actual es el responsable de los malos resultados de los alumnos, según aclara Ciprian Ciucu, experto en educación del Centro Rumano de Políticas Europeas:
“Nuestro programa escolar no está al día. Está desfasado porque la ciencia progresa en todos los sectores, aunque se haya gastado dinero de los fondos europeos para cambiarlo. Un ciclo normal para cambiar el programa es cada dos generaciones, es decir, cada ocho años, más o menos. La última modificación del programa se realizó a finales de los años 90 y principios de los 2000. Fue solo una modificación parcial, porque entonces se hablaba de un cambio radical que iba a realizarse más tarde, lo que no ocurrió.”
Otro aspecto importante evidenciado por las evaluaciones PISA está vinculado a la motivación. Los alumnos rumanos tienen el nivel más bajo de motivación entre todos los países participantes en dicha evaluación. La pregunta evidente, en esta situación, es si no deberíamos buscar las razones de la falta de motivación de los alumnos también fuera del sistema de enseñanza. He aquí lo que opina el ministro Remus Pricopie:
“La motivación no tiene que ver solo con las clases, sino también con todas nuestras actividades diarias. Hay muchísimos niños que dejan de estudiar porque no le ven sentido a la escuela. En cuanto a los profesores, es verdad que existe una correlación entre los buenos resultados en la educación y el nivel de los salarios, así como el respeto a los docentes. No basta tener un salario atractivo, debe haber también cierta atmósfera en la escuela.”
Para Ciprian Ciucu, la falta de motivación de los alumnos refleja la falta de motivación de sus profesores que, a su vez, no se puede explicar sin analizar el sistema de educación en su conjunto:
“La enseñanza se vincula estrictamente a la motivación. En el caso de los niños, la motivación viene de fuera. Los profesores tienen que estimular el interés de sus alumnos. Por otra parte, los profesores también están desmotivados. El estatuto de los docentes ya no es el que era antaño. Ahora no es gran cosa ser profesor. En la educación, la selección es negativa. Eso significa que los mejores graduados no quieren trabajar en la educación, sino que emigran o trabajan en otros sectores del sistema público y privado. Por tanto, los mejores ya no llegan a trabajar en la enseñanza. Es un fenómeno que no es típico solo en Rumanía, sino también en otros países europeos.”
Por lo tanto, son necesarios cambios radicales, tanto desde la perspectiva de las autoridades gubernamentales como desde el punto de vista de la sociedad civil. Dichos cambios deberían modificar precisamente las bases del sistema, para que la enseñanza vuelva a tener el prestigio y la utilidad de que gozaba antaño.