Lo que la humanidad ha aprendido de la guerra en Ucrania
Hoy hablamos de bondad, compasión y empatía en el marco de la guerra en Ucrania, cuyo único punto positivo es que ha logrado despertar una emoción colectiva extraordinaria.
Luiza Moldovan, 06.04.2022, 19:00
Hoy hablamos de bondad, compasión y empatía en el marco de la guerra en Ucrania, cuyo único punto positivo es que ha logrado despertar una emoción colectiva extraordinaria. Los impresionantes esfuerzos realizados por propia voluntad por los rumanos, pero también por el resto de Europa, han puesto de manifiesto una capacidad fundamental humana, que es la de ponerse en el lugar del otro, de reaccionar con urgencia para conseguir sacarlo del callejón sin salida en el que se encuentre. Esta cualidad es específica solo del ser humano y muestra las insospechadas capacidades empáticas de nuestra especie, una apertura profunda y total al prójimo. Si algo tiene de bueno esta guerra es, como mencionábamos antes, el descubrimiento de que la bondad ha existido y existe en el ser humano, que la empatía es real y completa. Quizás ahora, más que nunca, debamos meditar más sobre estas cualidades que nos diferencian de otros mamíferos.
Hablamos con Elena Maria Dumitrescu, psicoterapeuta especializada en terapia cognitivo-conductual, sobre la enorme muestra de empatía de todo el mundo ante el drama ucraniano. En primer lugar, le preguntamos cómo explicar nuestra bondad desde el punto de vista psicológico. Aquí está la respuesta:
Cada uno de nosotros forma parte de un todo que llamamos vida, universo, energía fundamental, creación o divinidad. Pondría la bondad junto con la compasión, con el hecho de que me importan y que estoy dispuesto a ayudar a mis semejantes. Además, esta necesidad influye tanto a nivel individual como colectivo y tenemos ejemplos a este respecto en la naturaleza. La hormiga de fuego vive en las marismas a lo largo de los lechos de los ríos, y cuando el agua sube, sabe que no tiene ninguna posibilidad estando sola. Entonces todas las hormigas se enganchan entre sí y forman un gran bote. Se mantienen juntas, flotando en la superficie hasta que las aguas retroceden y así se salva la hormiga, el hormiguero y, sobre todo, la especie. Tanto la religión como Darwin, quien puso en entredicho la naturaleza divina del hombre, nos han demostrado que toda especie viene equipada para sobrevivir. Nosotros, a nuestra vez, tenemos algo que dar tanto a los demás como a nosotros mismos para vivir, porque parece que a la naturaleza no le importa si una especie sobrevive o no, y esta es la que debe demostrar que vivir vale la pena.
Amistad. La forma más alta y pura de expresión humana. Los rumanos han provocado admiración en todo el mundo con la fantástica ayuda que han ofrecido a los ucranianos que huían de la guerra. ¿Salva la amistad a la especie humana? Elena María Dumitrescu:
“Somos amigos del pueblo ucraniano, y la amistad es la forma más elevada de comunicación entre las personas, tanto energética como psicológica y espiritualmente. Debido a que todavía estamos en el contexto de la Cuaresma, tenemos el ejemplo bíblico en el que Jesús llama amigos tanto a sus apóstoles como a las mujeres puritanas. Muchas veces nos habla de la importancia y el poder sanador de la amistad, tanto a nivel físico como emocional. Desde un punto de vista psicológico las cosas son iguales, porque las relaciones de amistad son uno de los recursos más importantes para nuestra salud. Me gustaría recalcar que la empatía, esa capacidad humana de comprender al otro como si estuviéramos en su lugar, no presupone que tengamos que conocer a esa persona o personas. La empatía, la compasión y la bondad son la tríada que aporta un valor añadido a nuestras reacciones de todo tipo. Necesitamos solidaridad porque, como decía, la solidaridad es lo que nos sostiene como individuo y como especie. Para ello es necesario superar la autosuficiencia, la superficialidad y el autocompadecimiento, que, personalmente, creo que son nuestros mayores enemigos, y entender que cada uno puede hacer lo que tiene dentro de sí mismo.
¿Hay límites para la empatía o no? La psicóloga Elena Maria Dumitrescu explica sus límites y peligros e insta a la medida correcta:
“La vida trata del equilibrio energético y espiritual de cada uno de nosotros y del sistema del que formamos parte. La empatía es la posición de equilibrio en el ámbito relacional. A menudo sucede que nuestra necesidad de ayudar es mayor que nuestra necesidad de ayuda. Así, nuestra ayuda es la que imaginamos, por diversos motivos: para sobrecompensar algunos aspectos de nuestra vida, para paliar el sentimiento de culpa, el afán de perfeccionismo, el deseo de vernos de una determinada manera, por las normas o muchos otros aspectos. Muchas veces, cuando sobrepasamos el límite de la empatía, nos identificamos con la situación de la persona en dificultad y así asumimos el rol de salvador, ofreciendo y enfatizando al otro la posición de víctima más de lo que la situación lo requiere. Prestaremos más atención a nuestras necesidades que a las necesidades reales de los demás. Esto implica un consumo innecesario de recursos a nivel biológico, fisiológico y energético y, en la mayoría de los casos, daña las relaciones entre las personas, porque ya no representa el contexto real. Cualquier cosa que exceda la posición de equilibrio y lleve a los extremos no es beneficiosa. Porque todo lo que es demasiado sobra y todo lo que es demasiado poco no es suficiente.