¿Libertad religiosa durante la pandemia?
¿El Estado que restringe los derechos y libertades fundamentales en nombre de la lucha contra la pandemia, o los que dicen que en todo hay una línea roja que no se debe cruzar?
România Internațional, 02.12.2020, 18:13
Con la aparición, también en Rumanía, del nuevo coronavirus y de las medidas anticrisis de las autoridades, se han radicalizado las opiniones a favor o en contra de la Iglesia ortodoxa mayoritaria, a favor o en contra de los creyentes y su libertad religiosa. ¿Quién tiene razón? ¿El Estado que restringe los derechos y libertades fundamentales en nombre de la lucha contra la pandemia, o los que dicen que en todo hay una línea roja que no se debe cruzar?
Cătălin Raiu es el representante de Rumanía en el panel de expertos sobre libertad religiosa de la OSCE y el presidente de FoRB Rumanía, una asociación para la promoción de la libertad religiosa. Le preguntamos si la libertad religiosa ha sido violada en Rumanía durante los diez meses de restricciones impuestas para combatir la epidemia de coronavirus:
“La libertad religiosa ha sido violada en todas partes durante la pandemia, porque todos los Estados han tomado medidas abruptas fuera de los estándares internacionales que brindan la forma precisa en que el Estado puede intervenir en situaciones de crisis, a fin de regular democráticamente la restricción de la vida religiosa. La diferencia entre Rumanía y lo ocurrido, a grandes rasgos, en Occidente, es que en nuestro país no se ha respetado ninguna de las normas que rigen este tipo de situaciones. Se ha comunicado de manera muy abrupta, se han anunciado restricciones en lugar de, por ejemplo, iniciar asociaciones con las organizaciones religiosas que, en situaciones de crisis, juegan un papel importante en la sociedad, y se han utilizado términos fuera de lugar que tendrán consecuencias negativas a largo plazo. Se ha señalado con el dedo acusador a prácticas religiosas que existen desde hace siglos y que, a juicio de las autoridades, deberían haberse detenido casi por completo para contener los efectos nocivos de la pandemia. Esto está absolutamente prohibido por las normas internacionales de libertad religiosa, porque así se ejerce presión sobre la sociedad, se enfrenta a los creyentes contra los no creyentes, crea burbujas sociales y estas tensiones se quedan grabadas en la memoria de la sociedad durante mucho tiempo».
En un informe de la OSCE sobre la limitación de los derechos humanos durante las emergencias en los 57 Estados miembros, Rumanía se encuentra entre los que han restringido severamente la libertad religiosa. Durante mucho tiempo, los servicios en las iglesias rumanas se llevaron a cabo a puerta cerrada, por lo que los fieles no pudieron participar en la vida religiosa de la comunidad ni siquiera en Semana Santa. Luego, se decidió que el acceso a las peregrinaciones debería permitirse solo a las personas que residen en esa localidad y quedaron prohibidas las procesiones religiosas. La policía entró en las iglesias y repartió multas entre los participantes en las misas.
Por otro lado, la Iglesia ortodoxa ha apoyado al Estado tanto a través de los consejos dados a los creyentes para seguir las instrucciones de las autoridades como a través de las acciones caritativas emprendidas en apoyo de los hospitales, los niños, las personas mayores o desfavorecidas. La Iglesia ortodoxa rumana ofreció, solo durante el estado de emergencia, más de 4 millones de euros. ¿Por qué, entonces, tantas medidas contra la Iglesia, en las condiciones en que los lugares de culto nunca han sido, según las estadísticas, brotes de enfermedades? Cătălin Raiu, experto de la OSCE, tiene varias respuestas:
«La primera se refiere nuevamente a las normas internacionales sobre la restricción de la libertad religiosa, que requieren que las reglas sean generales, es decir, que no distingan entre espacios religiosos y seculares, precisamente para no dividir a la sociedad, para no crear tensiones entre religiosos y no religiosos. Esto conduce a una discriminación a largo plazo. Una segunda respuesta, visible también en otros países, es que las restricciones estaban dirigidas principalmente a categorías que se sabía que eran bastante silenciosas ante las autoridades. El primer derecho restringido fue el derecho a la salud. ¡Suena paradójico! Cuando los Estados se propusieron hacer esfuerzos constantes para combatir la pandemia, el primer derecho restringido fue a la salud, al dificultar, e incluso prohibir en algunos casos, que los pacientes accedan al sistema de salud para enfermedades no asociadas a la COVID. Algunos de ellos, lamentablemente, murieron. La segunda categoría cuyos derechos se han visto limitados, considerándose una categoría silenciosa, fueron los ancianos. Se les prohibió salir de casa a determinadas horas… Luego, se han limitado los derechos de los estudiantes y los creyentes. ”
¿Qué debería haber hecho el Gobierno de Bucarest para que la lucha contra la pandemia no afecte a la libertad religiosa? Cătălin Raiu:
“El primer paso es lo que hacen tradicionalmente Estados Unidos y Reino Unido, es decir, tener una plataforma de diálogo entre el Estado y los representantes de los cultos religiosos, que no esté politizada. Es necesario crear la posibilidad de diálogo entre miembros del Gobierno, representantes de la oposición, representantes de todas las organizaciones religiosas, académicos, las ONG, activistas de derechos humanos, expertos independientes y los medios de comunicación. La presencia de la prensa es muy importante, porque es la que lleva mensajes a la población… Después de crear esta plataforma, que se puede compilar incluso ahora, se podría elaborar, al igual que el Reino Unido, una guía consensuada para restringir la vida religiosa durante la pandemia, una guía con la que todos los actores involucrados estén de acuerdo o, al menos, comprendan el compromiso que tienen que hacer cuando se trata de restricciones. En ausencia de estos dos pasos, nos quedamos solo con el ruido en los medios. Se ha generado frustración entre las comunidades, frustración que permanecerá por mucho tiempo».
En un artículo reciente, el experto rumano de la OSCE, Cătălin Raiu, escribió que (citamos) “la relación Estado-Cultos parece haber sido dejada intencionalmente bajo la impronta de las tensiones. Está basada en la vigilancia y el control, así como en una violencia verbal excesiva de parte de las autoridades, y de algunos vectores de opinión, actitud que demuestra que los compromisos internacionales de Rumanía en el campo de la libertad religiosa sólo tienen valor metafórico”.
¿Por qué está pasando esto? Cătălin Raiu:
«Porque nosotros, después de 1990, cuando reanudamos la vida democrática, incluida la libertad religiosa como principio constitucional rector, lo dejamos inscrito en los textos legislativos, pero no hicimos políticas públicas para mantener la libertad religiosa como un derecho fundamental. Han surgido tensiones porque se mantiene este estado de confusión: la libertad religiosa en Rumanía se atribuye exclusivamente a la Iglesia aunque es mandato del Estado. Está incluida en la Constitución, en leyes o tratados internacionales pero el Estado no reflexiona sobre la libertad religiosa, no hace políticas públicas, ni siquiera interviene en el debate público y lo deja todo a la Iglesia. ¡Es por eso que a veces hay arrebatos públicos de la Iglesia y ha habido suficientes este año! Por eso hay también políticos, personas que ocupan temporalmente altos cargos públicos, que han expresado opiniones al respecto en términos fuera de lugar. El campo de los derechos humanos es un área en la que se ha estado construyendo algo bueno durante años y se puede perder todo con una simple declaración.”
Se acerca la Navidad y los rumanos no sabemos, a diferencia de los ciudadanos de otros países, si se nos permitirá ir a la iglesia o si podremos reunirnos con familia y amigos. Al ritmo que las autoridades han tomado medidas hasta ahora, es muy probable que nos enteremos con unos días de antelación.