Las vencedoras de la violencia doméstica
La violencia psicológica es el tema principal de la obra de teatro Restart, escrita por Ozana Nicolau y puesta en escena también por ella, en el Centro Educativo Replika de Bucarest.
Christine Leșcu, 23.08.2023, 07:28
En el caso de la violencia doméstica o de género, los debates generalmente se centran en las marcas físicas o corporales que dejan los golpes de la pareja. Pero, estos golpes siempre van acompañados de efectos psicológicos. Menos se habla de la violencia psicológica a la que se ven sometidas cotidianamente las mujeres maltratadas, aunque se hace referencia a ella en los actos normativos y aunque quizás sea la causa principal del bloqueo que impide a las víctimas abandonar la relación nociva.
La violencia psicológica es el tema principal de la obra de teatro Restart, escrita por Ozana Nicolau y puesta en escena también por ella, en el Centro Educativo Replika de Bucarest. Inspirado en historias de víctimas que lograron liberarse de relaciones abusivas, el espectáculo Restart contó con la colaboración de organizaciones no gubernamentales como Aleg de Sibiu y Anais de Bucarest. Además, la autora Ozana Nicolau recordó situaciones de su infancia, cuando escuchaba que mujeres que conocía eran golpeadas por sus maridos o parejas y se sorprendía de que ningún adulto reaccionara para acudir en su ayuda o condenar la situación.
Ahora la legislación rumana permite la emisión de una orden de alejamiento temporal contra el atacante y la intervención de la policía, tras una simple llamada de emergencia. Aunque hoy en día la víctima recibe más ayuda de las autoridades y de las organizaciones no gubernamentales, el maltrato emocional aún la mantiene prisionera de la relación dañina por mucho tiempo.
Aprendemos a vencer este tipo de violencia con la obra Restart y con su directora Ozana Nicolau:
“La violencia física es la que se ve, es flagrante, está penada por la ley. Pero se vuelve posible porque hay una violencia emocional que no se ve y que la ley no sanciona. Es muy difícil de probar. Y de ahí surgió la idea: ver qué pasa por la mente de una mujer que, aunque sufre, todavía se siente culpable. A menudo la manipulan para que se sienta culpable o impotente, que sienta que no puede irse, que no tiene soluciones. Y pensé que era importante señalar que la mente puede jugarnos malas pasadas y, a veces, nos impide movernos. Por supuesto, cuando encontramos nuestra fuerza, es la mente la que nos ayuda a salir de ahí, a reconstruirlo todo.
En la obra solo hay dos personajes, interpretados por las actrices Mihaela Rădescu y Nicoleta Lefter. Esta última nos cuenta ahora qué la llevó a interpretar el papel de víctima primero, y luego de vencedora de la violencia de género.
Nicoleta Lefter: “En primer lugar, la oferta de Ozana. Tenía muchas ganas de trabajar con ella y con la actriz Mihaela Rădescu. Y el tema me atrajo, porque es un tema que debe tener voz. Y es cierto que en los teatros estatales apenas hay representaciones con un discurso así. Luego, las historias ciertamente me conmovieron y realmente, después de leerlas, conocí a algunas de esas mujeres, porque estaban en el espectáculo. Y sí, creo que es importante. Me parece que es un paso que hay que dar y apoyar. Y también asumes una gran responsabilidad, sabiendo que las historias son reales, que estas mujeres existen, que han venido al teatro. Te das cuenta de que tu gesto importa mucho en este momento. Cuando estás en el escenario contando su historia, sientes una energía que viene de la sala.
Es cierto que el espectáculo tiene el don de evocar la empatía de los espectadores por las tribulaciones de la víctima. Y Nicoleta Lefter, por su parte, se conmovió con ciertos hechos protagonizados en el escenario y vividos por algunas de las mujeres maltratadas.
“Me impresionaron los testimonios. Uno es el de la mujer que dice que después de producirse la separación o el divorcio, su exmarido la acosó durante años con demandas que interpuso contra ella, sus amigos que la ayudaron, sus padres y la policía. Es decir, no todo termina con una ruptura, con una separación. Esto me parece un calvario. Y lo peor es que el trauma no es solo de la mujer. Cuando hay niños de por medio, me parece mucho peor, porque ellos no saben cómo seguir. Tú, como adulto, de alguna manera te las arreglas para superar el momento, pero para un niño es bastante malo, porque puede dejar secuelas de por vida en ellos. Y, si las cosas no se discuten y no se resuelven correctamente, puede que el niño también se convierta en agresor o incluso en víctima.
Restart no es el primer espectáculo de Ozana Nicolau, inspirado en las realidades sociales. Hace algunos años puso en escena Foreplay, una obra que también escribió sobre las madres adolescentes, y que también presentó en el Centro Educativo Replika. Este tipo de teatro anclado socialmente es una forma de llamar la atención sobre problemas que son comunes en la vida cotidiana. ¿Cuál es el impacto?
Ozana Nicolau también nos responde:
“Creo que el impacto está ahí. Si soy sincera, la verdad es que es mucho más pequeño de lo que nos gustaría, porque una sala de teatro tiene unas decenas de butacas o unos cientos, si es una sala más grande. Pero el mensaje se propaga, porque la gente va y habla después con los compañeros de trabajo, con los amigos, con la familia. Y mira, el otro día recibí un feedback muy bueno de una espectadora que vino con su hijo de 14 años, que inicialmente no quería ir al teatro. Él tenía la impresión de que el teatro solo era teatro para niños o teatro de marionetas. Y luego vino, vio la obra Restart y dijo: «Si esto es el teatro, quiero más». Me pareció genial que viniera y lo disfrutara, aunque es un tema bastante difícil para su edad. Creo que la gente quiere ver temas relacionados con su vida cotidiana. Pienso que tal vez no encuentren en una obra de teatro la solución exacta a su problema, pero creo que pueden encontrar una dirección, una forma de ver las cosas o al menos un estímulo, la esperanza de que hay otra manera o saber que no están solos.
Otro mensaje de un espectador preadolescente de Restart fue para agradecer a su madre por traerlo al espectáculo, donde pudo ver aquello en lo que no querría convertirse: un esposo y un padre abusivos.