Las paradojas de la reducción de la pobreza en Rumanía
Diez años después de la adhesión de Rumanía a la UE, el balance continúa. Según las estadísticas, Rumanía ha hecho progresos significativos respecto a la reducción de la pobreza.
România Internațional, 09.08.2017, 12:50
Si en 2007, un 47% de los rumanos vivían por debajo del umbral de la pobreza, en 2015, el porcentaje había bajado hasta el 37%. Estos datos se calculan según un indicador estadístico denominado AROPE, que mide tanto los ingresos anuales como los bienes que tiene una persona. En el caso de los rumanos, esto significa que en los últimos años, más rumanos se han permitido comprar aparatos eléctricos, electrodomésticos y teléfonos móviles, así como tener una comida con carne cada dos días o ir de vacaciones una semana al año. La filial de Rumanía de la Fundación “Friedrich Stiftung”, mediante el proyecto “El monitor social” (“Monitorul social”), ha analizado las cifras recogidas en los años que han pasado desde la adhesión y ha obtenido sus propias conclusiones sobre la pobreza. Victoria Stoiciu ha proporcionado más información:
“A simple vista se nota que mucha más gente tiene hoy teléfono móvil y tele en color que en 2007. Por otro lado, estos bienes son más baratos, y ha ocurrido también la posibilidad de tomar un crédito de consumo mucho más fácilmente. Es decir que si miramos este indicador, se puede ver que la pobreza se ha reducido considerablemente de 2007 a 2015. Y los rumanos viven mejor.”
Por otro lado, de los datos interpretados por “El monitor social” se desprende una conclusión paradójica: aunque la falta de recursos en su conjunto ha disminuido, en ciertos casos, realmente ha aumentado. Si analizamos solo los ingresos, es decir el dinero que tienen las personas, tendremos la sorpresa de comprobar que ha aumentado la pobreza. Es decir que ha aumentado el número de las personas con ingresos un 60% más bajos frente al ingreso medio nacional. En 2015, éstos alcanzaban casi un 25% del total de la población, mientras que en 2007, el porcentaje era del 18%. Nuevamente al micrófono Victoria Stoiciu:
“El 10% más pobre de los rumanos siguen encontrándose en el entorno rural y son en general las personas que se dedican a la agricultura de subsistencia. En este aspecto, no se ha registrado ningún progreso. En 2007, el 10% más pobre de los rumanos tenían unos 556 euros al año. Me refiero a los ingresos, no a los salarios, sino a los ingresos que se pueden obtener también de la venta de la pequeña producción casera: huevos, queso, etc. En 2015, los ingresos de las personas más pobres alcanzaba los 714 euros al año, es decir una mejora poco significativa. Aproximadamente 2.000.000 de rumanos viven de 714 euros al año.”
Iulian Angheluţă ha hablado sobre la falta de recursos que tiene la gente en las aldeas, sobre todo aquellos que viven en zonas montañosas. Mediante su fundación, “Free Mioriţa”, han asumido desde hace unos años un proyecto difícil: llevar la luz a las zonas de Rumanía donde no hay electricidad. Estas zonas son todavía numerosas en Rumanía, y la falta de la electricidad se siente más en las partes más aisladas: las aldeas o las viviendas de las montañas. Iulian Angheluţă ha contado cómo vive allí la gente:
“Allí hay caminos forestales. Hay fuentes de agua, como los manantiales de las montañas. Pero no hay electricidad. La electricidad no ha llegado a la mayoría de las zonas de los montes Apuseni, a la parte montañosa de Hunedoara, de Maramureş, de Bistriţei Năsăud. Hay planes y los llamados “estudios de viabilidad”. Además, en muchos sitios faltan totalmente los puntos de referencia obligatorios para una existencia civilizada, como la escuela o el dispensario. Viven practicando la agricultura de subsistencia. Casi todos tienen animales en el patio, sobre todo ovejas y vacas. El bosque se usa para procurar la madera que ayuda a calentar, pero también para conseguir varias frutas, setas, que la gente suelen recoger.”
La electricidad representa para estas personas una comodidad mínima, pero también la posibilidad de salir del aislamiento. Así, la luz ha llegado a algunos de ellos bajo la forma de los paneles fotovoltaicos o solares gracias a las donaciones de Iulian Angheluţă y sus compañeros de “Free Mioriţa”. Primero pensaron en los niños que viven en estas comunidades aisladas. Iulian Angheluţă:
“Cualquier vivienda necesita gente para trabajar. Nos guste o no, los niños trabajan en la casa. Suelen llevar las ovejas a la montaña o ayudan a sus padres de otra forma. Su vida es muy dura. La educación se queda en un segundo plano. Por ello, la electricidad me parece importante. Es importante para los niños que quieren hacer sus deberes y también es importante para conseguir información y para la educación en general. Uno tiene acceso a la radio, al teléfono, para acceder a unos servicios de emergencia como la ambulancia.”
A la espera de que se solucionen estos desniveles mediante las políticas públicas de protección social, las iniciativas que nacen del ámbito de la sociedad civil intentan sustituirlas. Por ejemplo, en el último año, “Free Mioriţa” ha conseguido entregar paneles solares o fotovoltaicos a unas 78 viviendas de 15 distritos. De esta manera, en el último año, ha contribuido a que cuatro escuelas y dos iglesias tengan electricidad.