LAS GENERACIONES JÓVENES Y LA POLÍTICA
Licenciado por el King's College de Londres, donde estudió Ciencias Políticas, y estudiante de máster en Políticas Públicas en el University College también de la capital británica, Răzvan Petri se preocupa igualmente por la participación cívica y polític
Christine Leșcu, 20.09.2023, 13:07
Licenciado por el Kings College de Londres, donde estudió Ciencias Políticas, y estudiante de máster en Políticas Públicas en el University College también de la capital británica, Răzvan Petri se preocupa igualmente por la participación cívica y política de los jóvenes de su país natal. Esta preocupación viene motivada por la falta de interés que muestra gran parte de su generación por estos temas. ¿Por qué? El propio Răzvan Petri lo explica:
«Creo que hay un cierto desinterés, pero no creo que sea necesariamente culpa de esta generación, es decir, de los jóvenes o de las personas que no se implican en la política y la acción cívica. Se trata de una confianza muy baja en los líderes políticos, en las instituciones políticas y, en general, en las instituciones estatales y europeas. Pero esta baja confianza se debe más a quienes se supone que nos dirigen y toman decisiones por nosotros que a una característica particular de los jóvenes de hoy. Están tan interesados o desinteresados como siempre, lo que ocurre es que nuestros líderes de opinión, pero también nuestros líderes políticos y nuestras instituciones no saben cómo comunicarse con los jóvenes y por eso les resulta muy difícil implicarse en política y sentirse atraídos por los políticos».
Y como el interés se despierta con la información, Răzvan Petri, junto con su amigo Vlad Adamescu, cofundó la iniciativa cívica «Política al minuto», cuyo objetivo es hacer la política más accesible a los jóvenes. El proyecto, que se desarrolla en línea y en las redes sociales, pretende suplir la falta de clases de educación cívica que sólo se imparten en primaria y secundaria, y no en bachillerato. Răzvan Petri:
«Recogemos toda la información que creemos que necesitan y la presentamos a través de unas diapositivas que presentamos en las redes sociales de la forma más atractiva, sencilla y fácil de entender posible. Básicamente, traducimos del lenguaje político, legislativo, lo que está ocurriendo al lenguaje cotidiano de la gente, lo que ya deberían haber hecho las personas que intentan comunicarse (…) Creo que, si empezáramos antes, desde la escuela o el instituto, a explicar a los niños lo que necesitan saber sobre el sistema político y lo importante que es la democracia, sería más fácil tener una generación más comprometida e informada. (…) Y más aún: si recibieran una educación cívica y comprendieran que, por ejemplo, el presidente no puede construir autopistas por sí mismo, que el primer ministro es elegido por el Parlamento y que las elecciones parlamentarias son quizá más importantes o al menos tan importantes como las presidenciales, sabrían mejor cómo funciona el sistema político y no cometerían el error de culpar a alguien que no tiene nada que ver con esa situación».
Sin embargo, no todos los adolescentes y jóvenes están desinteresados por el civismo y la política. Y los que sí quieren implicarse se sienten atraídos sobre todo por temas muy cercanos a su propio mundo, opina Răzvan Petri:
«Yo diría que les interesa mucho lo que ocurre a nivel local, en sus comunidades y pueblos, porque a mucha gente le gustaría hacer de su ciudad o a veces incluso de su pueblo un lugar mejor. Y entonces los ámbitos de actuación serían los locales, relativos a calles, parques, patios de recreo o incluso escuelas. Y les interesan mucho, por supuesto, las cuestiones relativas a los derechos de los alumnos, a cómo se desarrolla la dinámica entre profesores, alumnos y respeto de los derechos de los alumnos. Mucha gente pregunta y quiere saber si tiene sentido o no participar en consejos de alumnos y cómo hacerlo para representar mejor los intereses de los alumnos».
Desde hace algunos años, sin embargo, ha surgido una tendencia preocupante entre los jóvenes. Por ejemplo, la amplia encuesta realizada en 2019 por la Fundación Friedrich Ebert mostraba que, aunque la mayoría de los jóvenes rumanos creían que la democracia era la única forma aceptable de gobernar un país, el 23 % de ellos afirmaba que consideraría la dictadura en circunstancias especiales. Y recientemente, otra encuesta, esta vez sin incluir a Rumanía, muestra que esta preferencia es compartida por una proporción significativa de los jóvenes de todo el mundo. El «Barómetro de la Sociedad Abierta: ¿Es eficaz la democracia?», realizado entre mayo y julio de 2023 en 30 países, reveló que sólo el 57 % de los jóvenes de 18 a 36 años cree que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, mientras que el 42 % apoya el régimen militar. Sin embargo, Răzvan Petri cree que la preferencia por la autocracia en 2019 y en la actualidad, expresada por casi una cuarta parte de los jóvenes rumanos, debe interpretarse cuidadosamente en el contexto rumano. Răzvan Petri:
«La confianza en las instituciones democráticas es muy baja y la democracia parece ahora un poco anticuada, parece moverse lentamente y los resultados no llegan. Y, lo que es muy importante, en esta encuesta también había información sobre cómo los mismos políticos se mueven por los mismos despachos. Parece que, hagamos lo que hagamos, las mismas personas están en el poder. Mucha gente cree que, llegue quien llegue al poder, los resultados serán siempre los mismos. Hace falta un líder fuerte que no respete necesariamente estas reglas democráticas que ralentizan el proceso de toma de decisiones, que dé un golpe en la mesa y resuelva los problemas de la gente. De ahí el apetito de los movimientos políticos que proponen un sistema alternativo o una reforma extrema del sistema político actual, que muchos creen que conduciría a resultados más rápidos, pero no necesariamente más legítimos o democráticos. También es en parte culpa del sistema de partidos en Rumanía y del hecho de que se comporte como un cártel, en el sentido de que los partidos políticos se validan a sí mismos dándose mucho dinero del Estado y no permitiendo que otros partidos pequeños entren en el sistema político a través de estas barreras electorales y burocráticas tan altas, como las 200.000 firmas o el umbral electoral del 5 %. Y así vemos que solo gobiernan los mismos partidos, que nada parece cambiar, que no hay una verdadera reforma, y de ahí el apetito por otra cosa, por algo nuevo, algo rápido, algo eficaz».
Así, según Răzvan Petri, no es la inclinación hacia una determinada ideología extremista o autocrática lo que motiva la preferencia por la «mano dura», sino la decepción producida por la ineficacia actual del sistema político. En cualquier caso, el 2024 es un año electoral importante en Rumanía, en el que estas hipótesis podrán confirmarse o no.
Versión en español: Antonio Madrid