El tiempo de descanso de los rumanos y sus actividades preferidas
La pandemia de COVID-19 ha reconfigurado dramáticamente la sociedad. Las medidas de la cuarentena tomadas por todos los países han reubicado en un nuevo paradigma las existencias.
România Internațional, 23.09.2020, 17:48
La pandemia de COVID-19 ha reconfigurado dramáticamente la sociedad. Las medidas de la cuarentena tomadas por todos los países han reubicado en un nuevo paradigma las existencias. Internet nos ha acercado las vidas, ha derretido las distancias y los gobiernos han globalizado la mascarilla. Los efectos negativos han sido el aislamiento y el sentimiento de la alienación. No obstante, la cuarentena nos ha aportado mucho tiempo libre. Hemos descubierto que podemos trabajar desde casa y ahorrar tres horas al día. Sin embargo no fue así para todos. Conforme a un estudio sociológico, tan sólo 3 de cada 10 rumanos consideran que han tenido más tiempo libre, mientras que 4 de cada 10 rumanos sienten la necesidad de dormir más. Utilizaremos este estudio como pretexto para analizar cómo influye una crisis de semejante magnitud la calidad del sueño. En el contexto de una cuarentena bastante larga, muchos dirían que tienen bastante tiempo para dormir, pero las cosas no son así. La pandemia ha causado problemas para muchos de nosotros y han renacido comportamientos atávicos. La psicóloga Daniela Ionescu explica:
“El mayor temor del hombre es lo desconocido y la pandemia tiene muchísimas desconocidas. Hay poca información (a veces contradictoria y amenazadora), el sentimiento de la seguridad de sí mismo se ve gravemente afectado, aparecen el miedo y la culpabilidad y los comportamientos de tipo “lucha o corre”. De un estornudo nace automáticamente la pregunta “¿y si…?”, en la mente de la persona que ha estornudado así como en la de los de su alrededor. Nuestro cerebro no soporta la incertidumbre. Cuando no tiene toda la información, uno tiende a deformar la realidad objetiva de modo que resulte un escenario coherente en cuya base actúe para retomar el control. Por eso, a veces nos enfrentamos a situaciones normales, pero interpretadas en un contexto percibido como peligroso, a reacciones anormales, exageradas y a veces aberrantes. ”
Ahora, tomen esta tendencia y pónganla en el contexto de una cuarentena como la de la primavera pasada. El resultado es el aislamiento y las medidas impuestas por el distanciamiento social con repercusiones enormes en los seres humanos y una débil calidad del sueño es el primer síntoma que revela que algo no funciona bien.
El sociólogo Gelu Duminică explica:
“La privación del sueño aparece en una multitud de contextos, según afirman todos los especialistas. En contextos de tensión y de crisis, el cuerpo humano actúa de diferentes modos. Es muy posible que en ciertos contextos de crisis aparezca la falta de sueño. La falta de descanso del cerebro y del cuerpo lleva a una sobretensión. Es un círculo vicioso: la tensión genera la falta de sueño, la falta de sueño genera tensión. Este período de la COVID-19 ha causado una tensión sobre todo en la primera parte. Tensión generada también por todos los mensajes que llegaron de la sociedad (la muerte está más cerca de lo que crees, es muy probable que algo malo te ocurra a ti y a tus seres queridos), así como por el aislamiento. El aislamiento es un factor al cual nosotros no hemos estado acostumbrados y toda nuestra vida ha cambiado. Por eso el comportamiento humano, según indica la sociología, depende mucho del contexto y la situación. La situación por la que hemos pasado fue inusual y lógicamente la tensión ha aumentado y ha causado la falta de sueño.”
La cuarentena no nos ha defendido mucho porque el hombre ha reaccionado mediante depresiones y ansiedades que debilitan el sistema inmunitario.
Nuevamente en declaraciones para RRI, Daniela Ionescu:
“Genéticamente, estamos programados a vivir en colectividades. Nos construimos el equilibrio psíquico y evolucionamos a través de la interacción. Cuanto más conectado estés física, social y psíquicamente con los demás, mejor será tu salud física y psíquica. El aislamiento puede determinar el cansancio crónico. Pueden aparecer ataques de pánico, sentimientos de tristeza, el abuso de alcohol y drogas así como el suicidio. Necesitamos estar cerca de la gente, tocarnos, porque esto nos da confianza y seguridad. Es el primer lenguaje que aprendemos desde los primeros minutos de vida, el más directo y completo que no puede ser reemplazado por ninguna forma verbal o escrita. El toque transmite rápida y exactamente una serie mucho más larga de sentimientos y emociones que la expresión de la cara o los gestos, por ejemplo. El distanciamiento determina el aumento de la agresividad y genera comportamientos aberrantes. Contribuye a la instalación de la depresión y entre los efectos de la depresión también figura la baja inmunidad. O, al contrario, a lo mejor el distanciamiento nos ayudará a entender mejor la medida de las relaciones interhumanas, a apreciar más la presencia de los demás, las caricias, los abrazos y a desarrollar la empatía, la compasión, el altruismo, la conciencia de sí mismo.”
Un 53% de los encuestados ha admitido que ir al restaurante o tomar algo en un bar son las actividades que más echaron de menos en el período de la cuarentena. Un 48% ha afirmado que echan de menos ir a conciertos y al cine. Tan sólo un 15% ha afirmado que ha echado de menos practicar sus aficiones.
Daniela Ionescu:
“El hombre es un ser social. Una de sus necesidades fundamentales es pertenecer a un grupo y esto supone relacionarse. El respeto y la confianza de sí mismo se construyen a través de la interacción. La compasión, la empatía, el altruismo y la socialización contribuyen de manera esencial a nuestro desarrollo cognitivo y afectivo así como a la construcción de los mecanismos de adaptación al mundo y a la vida y nos ayuda a gestionar el estrés y la ansiedad. El aislamiento social puede causar enfermedades físicas así como la pérdida del sentido de la realidad. A veces causa deceso. Por otra parte, la necesidad excesiva de socialización puede esconder desequilibrios psíquicos que el individuo mantiene bajo control, concentrándose en las interacciones con los demás. La comida es un lenguaje a través del cual comunicamos nuestras intenciones, emociones y hacemos conexiones con los demás. Comer juntos es un intercambio energético, íntimo, un acto que nos acerca. La comida nos alimenta físicamente, y las relaciones nos alimentan emocionalmente. Cuando tenemos ambos tipos de comida, la satisfacción es completa.”