¿Cómo reaccionan la sociedad y los individuos en tiempos de crisis sanitari
El estado de alarma de Rumanía decretado a mediados mes de marzo debido a la pandemia de coronavirus ha impuesto medidas restrictivas aplicadas gradualmente.
Christine Leșcu, 08.04.2020, 16:11
El estado de alarma de Rumanía decretado a mediados mes de marzo debido a la pandemia de coronavirus ha impuesto medidas restrictivas aplicadas gradualmente. Probablemente la más perturbadora es la medida que se refiere a la libertad de movimiento que impone tanto la distancia social como la limitación drástica de los desplazamientos. Afectados inicialmente por el temor de ser infectados, luego por el aislamiento en el hogar, los rumanos, al igual que todos los europeos, pasan por una situación única, desconocida por muchas generaciones. Las reacciones psicológicas individuales y de grupo ya han sido señaladas por los especialistas que consideran que es normal que la gente esté preocupada.
El sociólogo Ciprian Grădinaru ha señalado que al comienzo de la crisis sanitaria muchos rumanos entraron en pánico:
“Los ciudadanos salieron a hacer las compras e, inexplicablemente, productos como el papel higiénico desaparecieron. Los rumanos se han abastecido a largo plazo, pero esta situación es común en todo el mundo. El papel higiénico se ha convertido en protagonista de todas las bromas, al igual que los desinfectantes que han desaparecido de las estanterías. Han subido los precios de ciertos productos como consecuencia de la crisis del coronavirus así como de la gran demanda. En todo este período, toda la sociedad se ha centrado en la crisis creada por este virus. Al comienzo, antes de anunciar las medidas de cuarentena, mucha gente no supo cómo gestionar esta situación. Incluso en los supermercados había mucha aglomeración ya que la gente hizo compras masivas y el principal riesgo de propagación y contagio del coronavirus en un supermercado, almacén o gran negocio es la aglomeración de gente más allá del lugar en sí. Poco a poco hemos entendido de lo que se trata y nos hemos adaptado: ahora hacemos cola a la entrada de la tiendas. El desconcierto es normal tratándose de una situación sin precedentes.”
Sin embargo, el pánico tiene dos consecuencias posibles: puede hacer daño, pero también es positivo ya que la gente llega a prestar más atención a la información transmitida por los médicos y las autoridades. Entre los avisos han figurado las decisiones que restringían el derecho a circular, cosa que sorprendentemente no ha causado muchas protestas, según precisa Ciprian Grădinaru:
”Algunas instituciones criticaron estas decisiones, pero no hubo una reacción social fuerte precisamente porque cada persona sabe que puede infectarse con este virus. A medida que pasa el tiempo, la gente se acostumbra a la idea y el nivel de estrés disminuye.”
Las otras expectativas de los sociólogos se refieren a los cambios que esta crisis sanitaria producirá en la sociedad.
El sociólogo Ciprian Grădinaru:
”Seguramente algo cambiará. En primer lugar, a largo plazo habrá cambios también en la economía y en cuanto a nuestro derecho de circular. Es posible que cambien también los costumbres de consumo. Los dos meses de aislamiento en el hogar cambiarán la percepción sobre la importancia de la vida social y familiar.”
En el plano individual, los cambios se notarán después de instalarse los mecanismos que gestionan la ansiedad, según nos cuenta la psicóloga Diana Stănculeanu:
”Es normal sentir un poco de pánico. Es una respuesta adaptativa al cerebro que nos dice que algo no es normal y que tenemos que prepararnos. Justamente estas emociones de inquietud y temor constituyen el motor de estos preparativos. Éste es un primer paso que nos indica que no podemos estar completamente relajados en este período. Lo importante es descubrir actividades que podemos hacer en casa para evitar incrementar el estado de ansiedad y el estado de pánico o de desesperación. Desde este punto de vista, recomiendo cultivar una rutina que nos ayude a tener un poco de control y predictibilidad. La rutina no tiene que ser muy complicada pero sería bien que integrara todas nuestras costumbres de mantenimiento físico y corporal. Por ejemplo, necesitamos cambiar nuestra ropa y no pasar todo el día en pijama. Además, hay que añadir una rutina dedicada a la mente y al alma, una serie de actividades que debemos hacer para poder continuar la vida profesional. También podemos relajarnos leyendo o viendo películas. Es importante tener actividades que disciplinen nuestro cuerpo y alma, que honren la mente para poder gestionar nuestras inquietudes.”
Los cambios de mentalidad a largo plazo se producirán también a nivel individual, según considera la psicológa Diana Stănculeanu:
”Antes del aislamiento, nos proponíamos ver más a menudo a nuestros amigos, llamar más frecuentemente a nuestros padres, tomarnos más pausas del café para socializar con los compañeros de trabajo. No dimos mucha importancia a estas cosas, no logramos aplicarlas por falta de tiempo o no las practicábamos constantemente. Pero ahora, en el aislamiento estos deseos cobran importancia. Lamentamos la antigua rutina, por eso al volver a la normalidad, deberíamos interaccionar directa y constantemente con nuestros seres queridos. Hasta entonces, es mejor mantener algunos rituales digitalizados porque son los únicos que tenemos a disposición en este momento y acostumbrarnos a llamar a nuestros padres, parientes y amigos. Me refiero al tipo de interacción que antes perdía terreno ante las obligaciones diarias.”
Conforme a los expertos en psicología y sociología, ésta sería una de las consecuencias deseables del período de distanciamiento social: valorar los contactos humanos verdaderamente importantes y priorizarlos ante las actividades profesionales a veces agobiantes.