Cómo posicionarnos respecto al acoso y al abuso sexual
Un nuevo estudio revela tanto la necesidad de hablar sobre el abuso sexual con los alumnos, como la de crear un espacio donde las víctimas se sientan seguras para denunciar.
Christine Leșcu, 19.10.2022, 14:52
Del acoso y del abuso sexual — en sus múltiples facetas, como la física o virtual / en línea — se viene hablando desde hace mucho tiempo en Rumanía también, al igual que en toda Europa. La legislación está intentando seguir el paso de todas las manifestaciones recientes de estos fenómenos, pero sigue habiendo bastante confusión en la opinión pública y en la normativa que debería sancionar este tipo de hechos. Por ejemplo, una encuesta reciente, realizada por la Fundación World Vision Romania, revela que más del 26% de los adolescentes y alumnos de quinto, sexto, séptimo y octavo curso confiesan que se les han enviado fotografías de desnudos y se les ha pedido que manden fotografías de ellos mismos desnudos.
A la vez, la misma investigación pone de manifiesto que más del 22% de los alumnos encuestados afirman que obligar o invitar a un menor de edad a ver imágenes pornográficas es abuso sexual sólo en pequeña medida o no lo es en absoluto. El estudio se enmarca en un proyecto más amplio de la Fundación, titulado JUSTinAct, que se propone informar lo mejor posible a los docentes, padres y niños de todas las facetas del abuso sexual y cambiar la mentalidad según la cual únicamente la violación representa un delito de esta índole.
Pedirle a una persona que mande fotografías en las que aparece desnuda también es abuso, pero mucha gente no es consciente de ello, considera Andreea Bujor, directora de defensa de los derechos, en la Fundación World Vision.
«En esta encuesta han participado más de 700 personas. Más de un cuarto de las mismas afirman que se les han pedido fotografías. O sea esto ocurre y debemos hablar de ello. Nuestros hijos tienen acceso a Internet, están muy informados, pero nosotros consideramos que no debemos abordar estos asuntos y seguimos tachando esta información de tabú. Esto no debería pasar. Aconsejamos a todos los profesores y padres que presten atención a los niños, que hablen con ellos de estos temas.»
Un diálogo sincero serviría, igualmente, para eliminar la sensación de incomodidad que los adolescentes experimentan en ciertos casos, a los que la encuesta de World Vision también hace referencia. Uno de cada tres adolescentes no tendría suficiente confianza como para hablar con sus padres, si fuera víctima de un abuso sexual, por vergüenza, nos cuenta Andreea Bujor.
«En las escuelas no se habla para nada de estos asuntos, que se siguen considerando tabúes. La víctima sigue sintiendo vergüenza y sigue temiendo que no la crean, que la comunidad la vaya a vituperar. Es muy importante educar, hablar con los niños. Si en las escuelas se hablara más de esto, si durante las clases de orientación, por ejemplo, se les dijera qué es el abuso sexual y que pueden presentar una denuncia en la Dirección de Protección del Menor o en la Policía, en ese momento el niño sentiría que hay un espacio seguro, donde puede denunciar estas cosas.»
Es preciso implicar a los colegios y a los institutos en estas conversaciones, porque muchos abusos ocurren precisamente en los centros de educación. Andreea Bujor, directora de defensa de los derechos en la Fundación World Vision, prosigue:
«Más del 17% de los adolescentes afirman que, en la escuela, fueron tocados de una manera que los hizo sentirse incómodos. En la mayoría de los casos, fueron sus compañeros los que los tocaron, pero hay un porcentaje superior, más del 20%, que dicen que, en otros contextos, no fueron sus compañeros los que los tocaron de una manera que los hizo sentirse incómodos. El 51,5% afirman que su cuerpo fue objeto de miradas insistentes y, en cuanto a las denuncias, más del 30% de los profesores no denunciarían abusos sexuales contra un menor, por considerar que no tendrían suficientes pruebas. A este respecto, quisiera incidir en un aspecto que considero importantísimo. Ni los padres, ni los profesores son instancias judiciales. Por lo tanto, compete a la instancia judicial determinar si eso ocurrió o no. La responsabilidad del padre o del profesor respecto al niño en cuestión es denunciar el hecho. Después se investigará y se probará lo que haya que probar.”
Pasando de los colegios e institutos a las facultades, otra investigación señala que en el ámbito universitario las cosas tampoco están mejor. Cristina Praz, miembro de la asociación feminista Centro FILIA, nos ha contado lo siguiente:
«Durante 5 años académicos, en 52 universidades se han registrado únicamente 15 casos de acoso sexual. Y esto no es necesariamente algo positivo, no significa que no haya casos de este tipo. Sólo significa que quizás nos resulte difícil acceder a los mecanismos de denuncia, a comunicarnos con los estudiantes y a crear para las estudiantes y los estudiantes un entorno donde se sientan seguros, hablen de esas experiencias y pidan ayuda. Lamentablemente, en la mayoría de los casos la resolución de las denuncias consistió en recomendar una mediación o en archivar los casos, por falta de pruebas. En un solo caso sabemos que un docente fue despedido, pero no por decisión de la Comisión de Ética de la universidad en cuestión, sino más bien a raíz de una decisión posterior, porque en una primera etapa no pasó nada.»
Esta información está recogida en un amplio informe que el Centro FILIA ha elaborado sobre el acoso sexual en el ámbito universitario, informe precedido por un estudio de investigación. Cristina Praz nos ofrece detalles:
«Hablé, por un lado, con las y los estudiantes y, por otro lado, con los docentes, para ver cómo habían percibido este fenómeno. Más del 30% de los encuestados manifestaron haber experimentado el acoso, y casi el 40% de las y los encuestados afirmaron haber sido testigos de un hecho de acoso sexual. Mencionaría que, efectivamente, estos datos no son representativos, porque no se recabaron de todas las universidades, pero son datos que corresponden a unos primeros pasos, datos de exploración, justo para tener un nivel mínimo de información sobre este fenómeno. El mismo estudio ha puesto de manifiesto que una de las principales causas del acoso sexual que los encuestados han identificado es la falta de normativa y de mecanismos sancionadores.»
El Centro FILIA ha analizado precisamente cómo está definido y tratado el acoso sexual en los códigos éticos o reglamentos internos de varias universidades. La conclusión la comparte con nosotros Cristina Praz:
«Por nuestro estudio reciente, hemos podido saber que, de los 85 códigos analizados, sólo 38 hacen una mínima referencia al acoso. Y esto no quiere decir que se ofrezca una definición del término. Más de la mitad de los códigos no dedican ni un par de palabras a este fenómeno. Aquí hay un problema. Cuando no tenemos un reglamento ético claro, donde leer qué significa el acoso sexual, cómo se define, cómo se manifiesta este fenómeno, ni los estudiantes, ni las estudiantes, ni los docentes o el personal auxiliar pueden enterarse de esta información y saber cómo se pueden sancionar estos hechos.»
Por lo demás, cuando sí se aborda el acoso sexual, se hace hincapié exclusivamente en los castigos, no en educar o sensibilizar mediante la comunicación, para prevenir el fenómeno.
Traducción al español: Gabriela Ristea