¿Cómo hablar con los niños sobre la guerra?
La guerra. Los adultos no lo entienden realmente, y mucho menos los niños.
Luiza Moldovan, 01.06.2022, 13:59
La guerra. Los adultos no lo entienden realmente, y mucho menos los niños. La complicadísima situación de Ucrania ha sacado a la luz un tema extremadamente delicado: es posible que podamos proteger a nuestros hijos de una situación dramática en nuestra familia, pero no podemos taparles los ojos cuando ven imágenes horribles de la guerra. ¿Cómo explicamos el drama de la guerra a los niños? ¿Cómo los preparamos para que puedan enfrentarse a situaciones complicadas que puedan surgir más adelante en sus propias vidas? ¿Filtramos la realidad o no? Esto es lo que dice la psicóloga Cristina Năstase:
En una situación de crisis, un niño necesita ante todo seguridad. Las mentiras, la omisión de información y las falsas garantías no pueden crearla. Al contrario. Profundizan la inseguridad, lanzando al niño a una situación de total confusión, ya que no puede confiar en las palabras de sus padres. Al no hablar con los niños, éstos pueden sentirse confusos, negarse a salir de casa, volverse apáticos o, por el contrario, sentirse más afectados. Es importante decirles sólo lo necesario, darles la información, pero sin detalles. Simplemente la información básica y progresiva. El niño necesita tiempo para procesarla. Si el niño hace una pregunta sobre una situación determinada, es importante responder sólo a eso y evitar ampliar demasiado la cantidad de información, pero mostrar disponibilidad, una apertura sincera, para que siempre que el niño tenga preguntas, sepa que el padre las responderá. Si los niños acuden con preguntas y los padres lo niegan, se sentirán confundidos, pensarán que el adulto miente y los padres perderán la oportunidad de asegurarles que están a salvo. Los padres son el espacio seguro de los niños. Los padres, especialmente los de niños menores de 12 años, pueden filtrar y traducir la información para hacerla accesible a ellos. Pueden tranquilizarles, animarles a desahogarse emocionalmente y estar a su lado. Así que es recomendable ser honestos y directos, pero sin extremar los detalles.
Cristina Năstase nos aconseja también cómo abordar el tema de la muerte con niños de diferentes edades y del importante papel de los padres en esta ecuación:
Se recomienda partir de lo que los niños ya saben y luego animarles a hacer preguntas. También hay que ayudarles a decir lo que sienten: preocupación, miedo, ira, tristeza, compasión. ¿Qué papel tienen los padres? Explicar, según la edad, qué es la guerra. Hay libros de historia para niños pequeños y los padres pueden utilizarlos para explicarla mejor. Pueden leerles historias sobre batallas en las que gana el bien. Pueden ver juntos películas de animación o basadas en libros de historia. Es muy bueno jugar a la guerra con los hijos, si este juego es iniciado por el niño. Estos recursos tienen el don de descargar el miedo y proyectar fantasías relacionadas con la guerra en el juego. Lo más probable es que este juego sea solicitado por los niños más pequeños y llegue hasta los que tienen entre 9 y 10 años. Tal vez con los mayores, es conveniente utilizar juegos de estrategia o videojuegos. El humor también es un recurso importante, porque relaja, relativiza y produce alegría, y la risa tiene el don de disminuir el miedo y la ira. Para algunos niños puede ser suficiente. Otros se preguntarían si las personas que luchan mueren. Entonces tendremos que decirles la verdad y responder a otras preguntas sobre la muerte, porque el miedo a la guerra se reduce en última instancia al miedo a la muerte. Podemos tranquilizarles diciéndoles que no van a morir y que nosotros, los padres, no corremos ese peligro, que los adultos de todos los países están trabajando para resolver la situación, tranquilizarlos diciéndoles que no es su responsabilidad, que no tienen que sentirse culpables, que pueden jugar con sus amigos, que pueden hacer lo que más les guste. Los padres pueden compartir con sus hijos que ellos también, como adultos, sienten las mismas emociones, preocupaciones, tristeza, ira, pero saben que la guerra no se extenderá, que no habrá guerra en nuestro país. Que es importante centrarse en lo que tenemos que hacer cada día, que podemos ayudar a los de Ucrania. Así, el niño se sentirá seguro porque los adultos le explican lo que ocurre. No se agobia, no llora, no tiene miedo.
La psicóloga Cristina Năstase nos enseña asimismo cómo hablar con los adolescentes sobre la guerra.
Los niños mayores, los adolescentes, tienen una representación de lo que supone la guerra. ¿Cuáles son las consecuencias? Lo saben por los libros, por las películas, por los amigos, por las clases de historia, por la televisión. La guerra nunca ha estado tan cerca. Con ellos hay que comprobar la fuente de información. Presentar argumentos claros y lógicos para ayudarles a calmarse. Hay que validar sus emociones, aceptar cuando dicen que no tienen miedo, aunque su comportamiento diga lo contrario, ayudarles a tomar conciencia de la relación entre sus pensamientos y emociones, trabajar con sus pensamientos, encontrar otros más racionales. Podemos compartir nuestras opiniones, como padres, sobre la guerra y animarles a hablar de las suyas. Hablar con ellos sobre cómo podemos ayudar exactamente a los refugiados. Es importante que estemos abiertos a la discusión, pero no prolongarla excesivamente.
No es recomendable intentar anular las emociones de nuestros hijos, sino que hablar sobre ellas con ellos. Esto hará que el hijo se sienta seguro y aprenda sobre sí mismo, considera Cristina Năstase:
Aunque sean difíciles para los adultos, es bueno tener estas conversaciones. Este diálogo debe considerarse como una puerta abierta a futuros debates sobre temas complicados. Los adultos deben aceptar las emociones de los niños, no reprimirlas y encontrar, en la medida de lo posible, respuestas adecuadas a sus preguntas, para que la imagen que digieran sea lo más apropiada posible para su capacidad de comprensión. Los niños pueden mostrar emociones fuertes, pero no se quedan en ellas durante mucho tiempo. Al verbalizar el miedo, lo sacamos a la luz y ayudamos al niño a calmarse. Discutir un tema con los niños es la forma de enseñarles a navegar por sentimientos ambiguos, a pensar en cosas difíciles y complicadas, lo que aumentará su resistencia mental. No debemos tener miedo de decir no sé y no puedo. Expresar la propia vulnerabilidad, con calma y autocontrol, es útil porque fomenta la expresión de los sentimientos.
Versión en español: Victoria Sepciu