Una tradición única, la Fraternidad de San Teodoro
Hoy vamos hasta el suroeste de Transilvania, a la provincia de Hunedoara, situada en el suroeste de Rumanía. Concretamente, visitamos Țara Hațegului, una comarca histórica y etnográfica, para seguir el rastro de una costumbre muy antigua. Aquí se encuentra el Geoparque de los Dinosaurios Tara Hațegului, reconocido por la UNESCO, promotor de una identidad local que recoge valores patrimoniales únicos.
România Internațional, 22.03.2022, 13:32
Hoy vamos hasta el suroeste de Transilvania, a la provincia de Hunedoara, situada en el suroeste de Rumanía. Concretamente, visitamos Țara Hațegului, una comarca histórica y etnográfica, para seguir el rastro de una costumbre muy antigua. Aquí se encuentra el Geoparque de los Dinosaurios Tara Hațegului, reconocido por la UNESCO, promotor de una identidad local que recoge valores patrimoniales únicos.
Un ejemplo de ello es la tradición llamada Însoțitului de Sântoader —«la Fraternidad de San Teodoro» en español—, que recientemente ha llevado a cabo la Asociación de Mujeres de Sântămăria Orlea, en colaboración con el Geoparque, tal y como nos ha contado Silvia Szakacs Mikes, presidenta de la asociación:
«En la mayoría de proyectos que realizamos contamos con el Geoparque como socio. El Geoparque es, de hecho, un catalizador de energías y un promotor de todo lo que ocurre en Țara Hațegului y que vale la pena promover, tanto desde el punto de vista natural como del cultural. Uno de los objetivos del Geoparque es la educación y esta educación se lleva a cabo en una estructura organizada. En cada colegio hay un club de geoexploradores que realiza proyectos muy bonitos a lo largo del año. En ellos, los niños aprenden qué es el Geoparque, aprenden sobre la zona en que viven, descubren sus valores naturales, su patrimonio natural y su patrimonio cultural, no solo con el fin de que los conozcan, sino también para que los promocionen. Y uno de esos proyectos fue el de la fraternidad.»
La misma Silvia Szakacs Mikes, presidenta de la Asociación de Mujeres de Sântămăria Orlea, nos ha contado en qué consiste esta tradición del Hermanamiento de San Teodoro:
«Es una costumbre muy antigua, de tiempos inmemorables, que busca alegrar a los más pequeños. La fraternidad, en realidad, consiste en entablar lazos con los amigos y, a la vez, es una competición. Hemos conseguido recuperar esta tradición en los últimos años. ¿En qué consiste realmente la Fraternidad de San Teodoro? Es una tradición muy bonita: las roscas de San Teodoro se preparan con masa de pan, la masa se estira y se forman unos rollos más largos, que se entrelazan. Algo específico de estas roscas es que llevan una cresta, así es como la llamamos, con forma de flor, y que también se elabora con la misma masa, aunque esta es un poco más consistente, ya que se le añade harina para que pueda mantener la forma. Esta masa se extiende en tiras, se le cortan unas muescas, se enrolla y se coloca encima de las roscas. A continuación, las roscas se meten al horno, se dejan cocer y, una vez horneadas, se guardan hasta el día siguiente, ya que la tradición se lleva a cabo el domingo por la mañana. Se preparan con mucho cuidado y las madres completan las crestas con mucho esmero: se decoran con flores, violetas, campanillas, jacintos, en función de lo que se encuentre, y se perfilan ligeramente, para que floten en el agua lo mejor posible. ¡Es un evento en el que se desprende tanta energía! Es fantástico ver la alegría de los niños. ¡Si pudieran ver sus caras de alegría y lo emocionados que están!»
Como cada año, los niños elaboraron roscas trenzadas de masa de pan, que decoraron con trozos de masa llamados crestas. A continuación, las roscas se hornearon en varias de las casas de los organizadores, puesto que, lamentablemente, ya no quedan hornos de pan tradicionales. Tras hornear las roscas, los niños pudieron saborearlas, pero las crestas, adornadas con flores de primavera, se llevaron hasta el río y se colocaron sobre el agua, como dicta la tradición. Silvia Szakacs Mikes nos ha dado más detalles:
«Realmente se trata de una competición. Estas crestas se ponen en una tabla, aunque antes se ponían en una moza, un utensilio con el que se golpeaba la ropa, cuando se lavaba en la piedra. A continuación, una vez en el agua, se ponen en fila y un sacerdote hunde la tabla o la moza en el agua. La cresta que vaya en primer lugar recibe el nombre de «marido mayor».» Esto te llena de gran orgullo, aunque los otros también lo disfrutan y siguen las crestas a lo largo del río, ya que el líder cambia según las corrientes de agua. Hemos conseguido enseñarles a preparar sus propias crestas. Se implican de lleno en el amasado. Ven cómo se amasan, cómo fermentan, y ellos mismos dan forma a sus crestas. ¡Se desprende tanta alegría! Creo que es algo extraordinario, porque conseguimos transmitir tradiciones, conseguimos recuperar estas costumbres y que ellos también las transmitan, y es que estoy convencida de que también las difundirán. Además, les gusta trabajar juntos y se entablan amistades. Recuerdo que mi abuela, a una edad bastante avanzada, seguía llamando «esposa» a su amiga, con la que había sido compañera de infancia. Es una de las tradiciones más bonitas y que merece la pena conservar.»
El niño cuya cresta baja más rápido por el río recibe el nombre de «esposo u esposa mayor», y su primer deber como tal es honrar a los otros niños con refrescos y pasteles o dulces. También se dice que las amistades entabladas en San Teodoro son para toda la vida.
Nuestra interlocutora nos ha confesado que de niña participó personalmente en la Fraternidad de San Teodoro y que la única diferencia entre qué ocurría entonces qué ocurre hoy en día es que ahora hay menos niños en el pueblo. Sin embargo, sigue siendo motivo de gran alegría, por lo que es posible que los pequeños participantes de hoy en día también valoren estas tradiciones hasta el punto de querer transmitirlas a las generaciones futuras.
Versión en español: Víctor Peña Irles