Recuerdos de Navidades pasadas
El Museo Nacional de la Aldea «Dimitrie Gusti» de Bucarest recrea año tras año el sabor de las fiestas navideñas con villancicos, productos tradicionales y el olor de la estufa.
Ana-Maria Cononovici, 12.12.2023, 11:05
El Museo Nacional de la Aldea «Dimitrie Gusti» de Bucarest recrea año tras año el sabor de las fiestas navideñas con villancicos, productos tradicionales y el olor de la estufa. Como en la capital rumana ha nevado, la decoración invernal invita a festejar. Eugen Ion, museógrafo de la institución, nos cuenta qué ha preparado este año el Museo de la Aldea para la temporada navideña.
«Hemos preparado el Festival Bailes y Costumbres que se celebra todos los años. Este año tuvo lugar los días 9 y 10 de diciembre, contamos con varios grupos de cantantes de villancicos. El domingo hubo un desfile de los grupos en las callejuelas del museo y, por supuesto, una feria de artesanía, siempre abierta cuando realizamos actividades en el museo».
Le preguntamos a Eugen Ion de dónde vinieron los grupos que cantaron villancicos este año:
«Vinieron de muchas zonas del país: de Focșani, Suceava, Bistrița Năsăud, Sighetul Marmației, Mureș, Teleorman. Cada grupo tiene su atrezo. Por ejemplo, los miembros del grupo de Preutești-Suceava vienen disfrazados de osos; los guardias de Dolhești, también de Suceava, llevan trajes más especiales que recuerdan a los guardias de antaño; el grupo “Cununița de Bistrița Năsăud viste trajes tradicionales al igual que otros cantantes de villancicos de las demás regiones del país. Aquí en el museo estamos recreando las costumbres que se celebran en las zonas donde se conservan las tradiciones. Acude siempre mucha gente y esperamos que este año vengan aún más personas porque ha nevado y el paisaje es realmente de ensueño».
El grupo «Cununița», de Ilva Mare, distrito de Bistrița-Năsăud, presentó, como de costumbre, un episodio de teatro folclórico: Los Belciugari o El baile de la cabra. Su origen está en la cría de ovejas, la principal actividad económica del pueblo. En Nochebuena, los cantantes de villancicos van por las casas de la gente y deleitan con esta antigua costumbre. Los personajes de la historia son el pastor que protagoniza toda la acción y vigila a sus cabras y un oso que quiere atacar a las cabras, pero estas son defendidas por el pastor. También hay un intérprete que toca la flauta y el clarinete. El grupo «Cununița» tiene 20 miembros, todos ellos bellamente vestidos con trajes tradicionales.
Desde Tulcea, llegan los Moșoaie (personas que llevan un traje específico) que transmiten buenos deseos con ritmos marcados por el sonido de los cascabeles animados por el paso saltón de los integrantes del grupo. Están enmascarados con cabezas de calabazas pintadas para ahuyentar a los malos espíritus.
En los pueblos de Bucovina es costumbre que los «enmascarados» caminen en grupos que reúnen a varios personajes disfrazados: el oso, la cabra, los caballitos, los ciervos, los feos, los guapos, los diablos, los médicos, los domadores de osos, etc. «El Paseo con el Oso» es una costumbre que solo se celebra en la región de Moldavia en Nochevieja. El oso está representado por un joven que lleva una piel de animal sobre la cabeza y los hombros, adornada cerca de las orejas con borlas rojas. Lo dirige un «domador de osos», acompañado de músicos y seguido, a menudo, por todo un séquito de personajes (entre ellos, un niño en el papel de «osezno»).
Al compás de los tambores o de la melodía de la flauta y apoyándose en un garrote, el joven enmascarado gruñe e imita los pasos oscilantes y espasmódicos del oso, golpeando fuertemente el suelo con sus patas. El significado de esta costumbre es la purificación y fertilización de la tierra en el nuevo año. Se baraja la hipótesis de que su origen se encuentre en un culto tracio-gético.
Este año el Museo Nacional de la Aldea «Dimitrie Gusti» organiza también un taller de villancicos. Eugen Ion nos dará más detalles:
«Es un taller de villancicos organizado por Naomi Guttman, la coordinadora del taller, licenciada por la Universidad de Artes Teatrales y Cinematográficas de Bucarest y una apasionada de la música. El taller consta de instrumentos tradicionales con los que los niños aprenderán a cantar villancicos. Hay dos grupos de edad, de 7 a 11 años y de 12 a 15 años».
Le preguntamos al museógrafo Eugen Ion por qué es importante enseñar a los niños los villancicos tradicionales rumanos:
«Representan la esencia de la cultura rumana. Son tradiciones muy antiguas, incluso más antiguas que la llegada del cristianismo a nuestra tierra. En el fondo, son la esencia del pueblo rumano y es muy importante transmitirla. También estamos llevando a cabo una campaña de recogida de regalos para los niños de los centros especiales, llamada Abrimos el Libro de las Buenas Acciones, que durará hasta el 20 de diciembre. Quienes deseen donar juguetes y ropa nuevos pueden venir al museo, aquí tenemos un espacio especial para las donaciones».
En Nochevieja, en los hogares tradicionales, pero también en las ciudades, se conserva la costumbre de los grupos que van por las casas o por las calles, siguiendo tradiciones ancestrales. La «Sorcova», el «Pluguşor» o El Paseo con el Oso son algunas de las costumbres más bellas que se han conservado a lo largo del tiempo.
El primer día del nuevo año empieza con el «Pluguşor» y la «Sorcova», costumbres que invocan prosperidad y abundancia para el hogar de quien recibe a los cantantes de villancicos. Se dice que aquellos que no reciban grupos de cantantes de villancicos durante las fiestas tendrán problemas y pobreza en el año venidero.
Versión en español: Victoria Sepciu