Olimpiadas de sonrisas en los pueblos
Estamos acostumbrados a disfrutar y a jactarnos de los éxitos de nuestros atletas olímpicos.
Ana-Maria Cononovici, 28.05.2024, 14:57
Estamos acostumbrados a disfrutar y a jactarnos de los éxitos de nuestros atletas olímpicos. Los adolescentes rumanos parecen muy hábiles para ganar medallas en olimpiadas de matemáticas, física, química e informática en el país y en el extranjero, lo cual es realmente gratificante. En el material de hoy hablaremos de un proyecto llamado Olimpiadas de sonrisas, a través del cual la organizadora pretende llevar alegría y normalidad a la vida de los niños en las zonas rurales que viven en condiciones desfavorecidas.
Simona Grigoraş Olaru, presidenta fundadora de la Asociación Topolino TA y de la Asociación Hoy niño, mañana adulto, nos cuenta su historia y sus proyectos:
«La historia que hay detrás es fuerte y ha guiado mis pasos hacia muchos proyectos y destinos. Topolino comenzó en 2017, siguiendo la historia médica de mi bebé, que nació con una malformación congénita y a partir de ahí las cosas tomaron un significado diferente en mi vida. Oficialmente, desde 2017 me ocupo de niños con problemas médicos y sociales y también voy a los casos más especiales en los pueblos, donde no se llega muy a menudo, excepto en Navidad o Semana Santa. Y siempre voy, porque a lo largo de los años he descubierto muchos casos de niños solos, criados apenas por abuelos o por los hermanos mayores. Y de alguna manera, lenta y fácilmente, muchas cosas han tomado un significado diferente en mi vida y tengo una motivación más fuerte con cada caso con el que me encuentro».
La historia de su vida personal la preparó para afrontar retos y así surgió el proyecto Olimpiadas de las sonrisas en los pueblos, nos cuenta Simona Grigoras Olaru:
«Es un proyecto cercano a mi corazón, desde 2018 lo inicié, empezando en el pueblo de Dor Mărunt, en Călăraşi, donde junto al director de la escuela Dor Mărunt reunimos a niños con situaciones sociales especiales de familias monoparentales, con alto riesgo de abandono escolar, niños con afecciones médicas. Y pensamos en cómo hacer reír a estos niños, con un destino tal vez un poco más triste que otros, que tengan hermosos recuerdos, que tengan algunos ejemplos de vida que los hagan querer llegar a ser de tal manera cuando sean mayores. Y partiendo de esta idea de llevar sonrisas donde hay tristeza, creamos este concepto de Olimpiadas de sonrisas, donde hacemos muchas actividades, empezando por el área de educación y concienciación sobre nutrición, donde enseñamos a estos niños de los pueblos por qué es bueno comer alimentos más limpios y no solo galletas y zumos, que traten de no comer solo dulces y coman un pimiento sano de la huerta, un queso de vaca o cabra, dependiendo de los animales que tengan en los alrededores. Más allá de este aspecto educativo, fuimos a una zona de juegos, porque las Olimpiadas de sonrisas significan jugar mucho y yo inicié todo tipo de juegos en equipo, porque me interesa la cohesión entre ellos. Al final, solemos terminar con un picnic, ya sea en el campo de deportes o en el césped, y allí nos sentamos a conversar. Hablamos de lo que cada uno tiene en casa: una abuela, un perro, un gato, una hermana».
Descubrimos que los participantes hacen concursos de rompecabezas, conectan puntos en una hoja de papel descubriendo pistas para otros juegos, o participan al aire libre en pruebas de relevos ingeniosamente diseñadas, y luego todo se recompensa con comida que generalmente solo ven en imágenes y productos de higiene.
Simona Grigoraş Olaru anuncia otro proyecto:
«El 1 de junio iremos al establecimiento Madre e Hijo, extraído de la violencia doméstica, en Giurgiu. Se trata de una casa parroquial, San Miguel y San Gabriel, a unos 5 km de la ciudad de Giurgiu, donde viven madres y niños que están en Protección Infantil, precisamente para ofrecerles paz y protección. Ahora, el 1 de junio, nos vamos a reír mucho, vamos a jugar y a llevarles lo que necesitan: comida, ropa, juguetes, juegos, muebles».
Y como un impulso para todos nosotros, Simona Grigoraş Olaru, presidenta fundadora de la Asociación Topolino TA y de la Asociación Hoy niño, mañana adulto, agrega:
«No olvidemos nunca de dónde partimos y sigamos siendo buenos, porque la vida no sabe en qué dirección nos lleva. ¡A lo largo de mi vida y mi viaje, eso es lo que he aprendido! Tengo muchos proyectos que necesitan urgentemente apoyo, a través de voluntarios, a través de asociaciones, porque es muy fácil cambiar para mejor lo que nos rodea, solo tenemos que quererlo».
Una invitación a la que no hay nada más que añadir.
Versión en español: Mihaela Stoian