La tradición de las cruces pintadas con epitafios continúa en Săpânța
Aunque la muerte es recibida con tristeza en nuestra cultura, en el distrito de Maramureș, en Săpânța, comenzó en 1935 la tradición de lo que se convertiría en el Cementerio Alegre. El año 1935 es el del primer epitafio y, a partir de los años sesenta, todo el cementerio se ha poblado con más de 800 cruces de este tipo, talladas en madera de roble, convirtiéndose en un museo al aire libre de carácter único y en una atracción turística. El visitante que llegue aquí podrá observar que algunas cruces están pintadas por ambos lados. En un lado se coloca una descripción de la vida de la persona enterrada, y en el otro, una descripción de la razón de la muerte. La mayoría de las cruces están escritas con faltas de ortografía y variantes arcaicas de escritura.
Ana-Maria Cononovici, 15.08.2023, 13:06
Aunque la muerte es recibida con tristeza en nuestra cultura, en el distrito de Maramureș, en Săpânța, comenzó en 1935 la tradición de lo que se convertiría en el Cementerio Alegre. El año 1935 es el del primer epitafio y, a partir de los años sesenta, todo el cementerio se ha poblado con más de 800 cruces de este tipo, talladas en madera de roble, convirtiéndose en un museo al aire libre de carácter único y en una atracción turística. El visitante que llegue aquí podrá observar que algunas cruces están pintadas por ambos lados. En un lado se coloca una descripción de la vida de la persona enterrada, y en el otro, una descripción de la razón de la muerte. La mayoría de las cruces están escritas con faltas de ortografía y variantes arcaicas de escritura.
En la actualidad se ha llegado a la tercera generación de artesanos que vinculan su nombre a la tradición de las cruces de este cementerio. Ana-Maria Stan, hija de Dumitru Pop-Tincu, quien fue aprendiz de Stan Ioan Pătraș, el primer creador de estas cruces, y esposa de quien continúa hoy la tradición, el nieto del iniciador de esta obra abierta, que lleva el mismo nombre que el fundador de esta tradición: Stan Ioan Pătraș.
«Mi padre fue aprendiz de Stan Pătraș desde los 9 años. Después continuó sus estudios, se fue a Timișoara y regresó tras la muerte de Stan Pătraș en 1977 y desde entonces continuó hasta que tristemente falleció a los 67 años. Mi padre fue nombrado aprendiz de Stan Pătraș y, por supuesto, se le pidió que continuara la tradición. También amaba el pueblo, siendo oriundo de Săpânța, y al trabajar con Stan Pătraș y siendo su alumno, probablemente se tomó este oficio a pecho y lo continuó. Stan Pătraș, con estas cruces, prácticamente nos ayudó a los lugareños a superar más fácilmente la muerte y este fenómeno, porque forma parte de nuestra vida. Para nosotros es algo normal. Soy joven, así es como lo encontré, así es como lo vi y así es como sigue siendo hasta el día de hoy para nosotros como locales, es normal».
Incluso se ha planteado la hipótesis de que Stan Ioan Pătraș (1908-1977) se inspirara en la cultura de los dacios, que considerarían la muerte un acontecimiento alegre. En cualquier caso, conscientes del paso del tiempo, los creadores decidieron formar a todos sus aprendices. Comenta Ana-Maria Stan:
«Mi padre, como Stan Pătraș, tenía dos hijas. Stan Pătraș tuvo 2 hijas, mi padre también tuvo 2 hijas, y a lo largo de los años formó a varias alumnas. Me casé en 2011 y mi marido trabajaba con mi padre. Bueno, no siempre. Después de casarnos, él le ayudaba con varias cosas aquí en el taller y así fue como aprendió. Tiene un hijo, pero si hay alguien que quiera y le guste este oficio, lo enseñará, ¿por qué no?
Le hemos preguntado a Ana-Maria Stan si hay algún epitafio favorito de los visitantes:
«El epitafio más buscado y codiciado del Cementerio Alegre es el que hizo mi padre a la suegra y dice así: Debajo de esta pesada cruz/ yace mi pobre suegra/ que tres días vivió/ yacía yo y ella leía/ Vosotros que pasáis/ procurad no despertarla/ pues si a esta casa viene/ despotrica contra mí otra vez/ pero así es el hombre/ que para atrás nunca se vuelve/ vosotros que aquí leéis/ ¡buena suegra halléis/ con ella bien viváis!».
Las cruces del Cementerio Alegre representan valores que pueden colocarse junto a cualquiera de las grandes creaciones y obras maestras, testimonio de una nación entregada con mucha gracia, de una nación con verdadera vocación por la creación. Para hacer las cruces, los creadores se inspiraron en la vida cotidiana de la gente, en sus vidas y experiencias. Reflejan prácticamente toda la vida de quienes han ido a los santos lugares. La cruz es el espejo del difunto, toda su vida está en esa obra. Las cruces que han hecho famoso al pueblo de Săpânța son únicas tanto por el color azul en que están pintadas como, sobre todo, por los epitafios, la mayoría de ellos divertidos, que describen la vida del difunto. Todos ellos están redactados en la lengua propia de la zona. Dumitru Pop Tincu dijo que, aunque ya no utiliza la misma lengua en la vida cotidiana, se conserva estrictamente en las cruces, así como su creador la utilizó.
Ana-Maria Stan, hija de Dumitru Pop Tincu, nos contó cómo se hacen las cruces y cuánto tiempo se tarda en prepararlas y nos invitó al taller donde trabaja su marido:
«Pueden encontrarnos aquí, en Săpânța, en la Casa Memorial Ioan Stan Pătraș, donde podrán visitar y ver lo que Stan Pătraș hizo durante su vida. También mi padre, quien a su vez dejó algunos cuadros y, por supuesto, el taller donde se sigue trabajando. Pueden ver por sí mismos cómo se trabaja y procesa una cruz pintada. Hay varias etapas en nuestro trabajo, desde el corte de la madera que se prepara y una tira, una pieza de madera, para su procesamiento se seca durante unos 7 años y luego alrededor de 3-4 semanas después del pedido. Aquí ni siquiera se pone la cruz cuando alguien muere. Aproximadamente un año después, la familia viene y hace el pedido. Después de que la familia venga y haga el pedido, en unas 3-4 semanas la cruz estará lista».
El Cementerio Alegre de Săpânța, uno de los lugares más famosos del mundo que hablan de la tradición y la cultura rumanas, atrae cada año a miles de turistas.
Autora: Ana-Maria Cononovici
Traducción al español: Antonio Madrid